Todo lo demás es aburrido. Notas sueltas sobre la acción directa.

Pensé en escribir estas notas porque me parece que, últimamente, incluso entre nosotrxs, lxs anarquistas, se está hablando demasiado poco (y también, por desgracia, practicándose demasiado poco…) de acción directa, privilegiando intentos de encuentro con las «masas», más o menos indignadas. He decidido hacerlo en la Cruz Negra porque espero que pueda convertirse en un espacio de debate entre quienes consideran la acción como centro de su camino de lucha. Espero sinceramente que la Cruz Negra no se convierta en reunión de la mala suerte carcelaria, sino en un lugar para mostrar y profundizar, sin pelos en la lengua, desde diferentes puntos de vista, sobre cuestiones consideradas útiles para hacer más incisiva la lucha contra la autoridad. Ciertamente, la acción directa es para actuar y no para pontificar, pero estoy convencido de que aclarar lo que cada unx de nosotrxs realmente entiende cuando usa estas palabras, puede ayudarnos a afilar armas para asaltar el presente.

Para abordar la cuestión sin perderme en inútiles palabras estridentes, quiero primero aclarar lo que, para mí, no es acción directa.

Concentraciones, repartir panfletos, manifestaciones «determinadas y comunicativas», tartas (pintura, escupitajos, etc.) en la cara del infame de turno, huevos de colores y todo este tipo de cosas no se pueden considerar acción directa. Soy consciente de que una lista de ese estilo atraerá a mí las flechas de quienes sostienen que todos los medios tienen la misma dignidad en la lucha, que mi discurso podrá parecer esquemático, «militarista», impregnado de una óptica eficientísima y bla, bla, bla… Pero nadie, honestamente, podrá negar que, en estos momentos, haciendo estas cosas se está más bien viciando la lucha, renunciando a vivirla realmente.

Estoy convencido de que se está afrontando la lucha con ligereza, con la sonrisa en los labios: no se trata más que de un juego, pero nada hay más serio que un juego donde las apuestas están representadas por la calidad de nuestras vidas y de nuestra libertad. Nadie puede negar que la correspondencia entre el pensamiento y la acción debería ser característica fundamental de ser anarquista. Si pensamos que la destrucción de este mundo es necesaria, debemos actuar en consecuencia, no podemos recurrir a simpáticos e inofensivos trucos baratos para silenciar, engañando a nuestras conciencias hambrientas de libertad. Debemos tener el coraje de afirmar que la acción directa, o es destructiva o no es. Los muros que nos aprisionan no se caerán solos, sino solamente si son envestidos por la onda de choque de nuestra rabia. Es inútil que el inteligente de turno recuerde que la insurrección no es resultado de la suma aritmética de los ataques realizados por anarquistas, estoy hablando de otra cosa. Nuestra vida es demasiado corta para desgastarla en centenares de representaciones diseñadas para despertar a las masas adormecidas, para que se presenten puntuales a la cita el día mágico: sólo cuando atacamos concretamente a lo existente conseguimos arrancar pedazos de libertad, aunque sólo sea por unos cuantos momentos, nos liberamos de las cadenas impuestas por la cotidianidad y por la ley.

Nuestra lucha debe ser violenta, sin compromisos, sin posibilidad de mediaciones ni vacilaciones: la acción directa destructiva, el único medio que deberíamos utilizar para relacionarnos con cuanto nos oprime. Pero las cosas, como sucede siempre en la realidad, son un poco más complicadas, por desgracia, la sola acción no es la panacea de todos los males que aquejan a nuestro movimiento. Aunque esté absolutamente convencido de que ningún acto de revuelta es inútil o nocivo, pienso que es fundamental preguntarse sobre la proyectualidad que las generan y, sobre todo, sobre el significado que le dan quienes las realizan. El acto mismo puede asumir significados muy diferentes si se concibe desde una óptica de ataque o de defensa. Voy a tratar de explicarme con un ejemplo práctico, en el Valle de Susa, el año pasado, asistimos a un incremento positivo de las prácticas de sabotaje en la lucha contra el TAV [Tren de Alta Velocidad], perfecto, si en las intenciones de quienes han realizado tales acciones está el intento de afirmar claramente que no está en juego la simple construcción de una línea ferroviaria, sino la necesidad de atacar y destruir todo el sistema tecno-industrial que lo diseña. Otra cosa es si el sentido que se puede leer en algunos comunicados del movimiento NO TAV o, lo que es aún más desconcertante, en el Nº 5 de Lavanda, hoja redactada por algunxs compañerxs que participan en esa lucha. Tales acciones se podrían interpretar como el último recurso de un pueblo que ya ha utilizado todos los medios de presión posibles (y pacíficos…) sin obtener la atención de los que gobiernan. Estoy convencido de que tal interpretación banaliza cualquier aspecto positivo y revolucionario de tales actos, de hecho, sugiere que si el poder fuera más «razonable», si estuviera más abierto al diálogo, existiría la posibilidad de «convencerlo» para mitigar sus aspectos más nefastos.

La acción directa expresa todo su potencial de liberación sólo cuando se concibe desde una óptica de ataque. No golpeamos al enemigo porque nos resulta insoportable el disgusto por su última fechoría, sino por querer ser libres aquí y ahora. No necesitamos justificaciones para golpear, simplemente no podemos aceptar vivir una vida carente de significado como simples engranajes de este sistema mortal. Debemos ser nosotrxs quienes dictemos los momentos de la lucha, hay todo un mundo que demoler y las posibilidades de derrotar al monstruo tecnológico se hacen cada vez más pequeñas en proporción a su desarrollo.

Cuando hablamos de acción directa hablamos de nuestra vida, pues nuestro rechazo a lo existente no es una moda, sino algo mucho más profundo, en él ponemos en juego toda nuestra existencia. Por este motivo, encuentro verdaderamente irritante cuando nos referimos a cualquier tipo de acción, diciendo que «era lo mínimo que podíamos hacer». Estoy convencido de que no existe nada mínimo que se pueda hacer contra aquello que nos oprime, no podemos autoimponernos límites en la acción, ésta debe ser sin restricciones como nuestra sed de libertad. Si nos encontramos frente a un explotador asesino con uniforme etc., y se decide mancharle el vestido con pintura, eso no es lo mínimo que se podía hacer, sino simplemente lo que nosotrxs hemos decidido hacer. Esto, probablemente, está dictado por una serie de análisis que, en lugar de dar mayor fuerza a nuestra acción, no hace más que minimizarla: «la gente no nos entendería, no debemos dar un paso más que los demás, se necesita empezar por acciones pequeñas que son fácilmente reproducibles», etc.

Naturalmente, se trata de consideraciones que necesitarían un trato más profundo y espero que haya forma de volver a esto y discutir seriamente, lo que ahora quiero decir y a lo que debemos aspirar siempre es a hacer lo máximo que nos consientan nuestras habilidades. Cuando actuemos, deberíamos hacerlo esencialmente por nosotrxs mismxs y de la manera más resuelta, no somos distintxs a aquellxs que de manera innegablemente autoritaria llamamos «gente común», cualquier cosa que hagamos la puede replicar cualquier persona, siempre que alimente nuestro propio deseo de destruir la autoridad. No debemos buscar convencer a las masas de la bondad de nuestra tesis, sino buscar cómplices que quieran participar en la obra de demolición. No debemos tener miedo de nuestro odio, sino lanzarnos a la acción conscientes de que el enemigo no duda ni un segundo en su guerra contra la libertad.

Estas notas están dictadas más que desde la aspiración a desarrollar cualquier análisis teórico innovador, desde el simple deseo de tratar de compartir la idea de la necesaria centralidad, en la vida de todx anarquista revolucionarix, de la práctica de la acción directa destructiva. Todo cuanto acabo de decir sería sin duda obvio si no hubiera tantxs compañerxs que consumen sus fuerzas, dando vueltas como trompo, en un activismo carente de toda proyectualidad realmente revolucionaria, marcado por las heridas del asistencialismo y del oportunismo. Sin embargo, ya existen antídotos para todo esto: organización informal, nihilismo, individualismo, rechazo de líderes más o menos carismáticos, rechazo de extra poder asambleario, comunicación a través de la acción. Se necesita volver a mirar lo que está sucediendo en todo el mundo igual que históricamente siempre han hecho lxs anarquistas, enemigxs de toda las fronteras, y nos daremos cuenta de cómo compañerxs de todas las latitudes están experimentando con nuevos modos de acción, liberémonos de los grilletes de las llamadas luchas sociales para lanzarnos sin frenos al asalto del existente. Tenemos que redescubrir la alegría de actuar, dejar de limitarnos a una búsqueda ilusoria del consentimiento popular; sin tantos… teóricos, nuestro objetivo debe ser, simplemente, el de destruir lo que nos destruye. Liberémonos de la política, incluso, en su declinación antagonista, debe quedar claro que no luchamos por un futuro brillante, sino por un vivir, aquí y ahora. La anarquía debería ser en primer lugar un hecho individual que afecte toda nuestra vida: debemos conspirar, alimentar cada pequeño fuego que pueda incendiar la pradera, atentar con todos los medios contra el orden, civilizado y tecnológico, que el sistema trata de imponer. En esta lucha debemos utilizar todas las armas que tengamos a nuestra disposición, en primer lugar las que no faltan en el arsenal de cada anarquista: la voluntad y la acción directa destructiva.

Fray Nicola de Ferrara [Nicola Gai]

Croce Nera, Periódico anarquista, nº 0, abril de 2014 Pág. 2-3.

Crítica y análisis del anarquismo hoy

Gritos en el cielo del silencio: ¡Habla el aire!

Postulados subversivos del viento.
-Han querido controlarme y he desencadenado mi furia
por eso azuzo, acaricio…
coqueteo con el mar en tempestad.
-Luego me aplaco por si acaso algo ha nacido
si esa actitud nueva generada del aliento, por mi anhelo
haya extirpado el sueño de la muerte, de la no-vida establecida.
Renace el antiguo manantial para saciar la vieja sed, de libertad
conquistada destrozando las cadenas
con el gesto tan redondo del rechazo armado.
-Hay veces que me voy en solitario, apartado
otras organizado, al mismo tiempo solo.
-Libres soplamos juntos desde los puntos cardinales
uniendo nuestros sueños para el mismo anhelo
de justicia sumisa.
¡De libertad que es justicia!
¡Con sufrida rebeldía!

Giovanni 16/02/1998

Nuestras convicciones nos llevan a afirmar que somos anarquistas sin remordimientos. Todxs lxs anarquistas por ser así, somos contrarixs a toda forma de poder, porque es donde comienza la explotación de las personas.

Entonces quienes rechazan esa relación inhumana están en contra del Estado porque representa la organización del poder en la sociedad; están en contra de la iglesias, porque son instituciones que ejercen el dominio material y espiritual utilizando los sentimientos religiosos y morales de las muchedumbres, justificando a lxs ricxs, defendiéndoles y compartiendo con ellxs privilegios y riquezas, complicidades y responsabilidades en la opresión sobre la gente. En pocas palabras lxs anarquistas estamos en contra de las instituciones, ya que en estas se concentran las causas ideológicas de la explotación de la personas, del robo mediante la propiedad, de las mentiras, de la degeneraciones, de la represiones y de la matanzas de miles de personas en todo el mundo. Nosotrxs estamos convencidxs (en contrapunto con cualquier otra ideología) que la sociedad, la comunidad humana puede organizarse de una manera tal que el individuo por si solo pueda tener la libertad de autodeterminarse gobernarse así mismo, desarrollando y enriqueciéndose de todas sus potencialidades, eligiendo su propio recorrido existencial, con la sensibilidad que lo caracteriza. Esta es la esencia pura de unas ideas que, desde un punto de vista revolucionario no se puede cuestionar.

En consecuencia a lo ya desarrollado, lxs anarquistas no se limitan a la contemplación mística de una hipotética sociedad del mañana. Es por eso que nos sentimos con razón de criticar a quienes, frente a unos actos concretos de sabotaje y ataque al sistema de la represión, han elegido acusarnos y criminalizarnos, a todxs lxs compañerxs coherentes con la práctica libertaria, que desde el valor que da la libertad, tenemos por dignidad el coraje de afirmar nuestras ideas, con la coherencia de los actos.

Estos son tristes acontecimientos de los tiempos actuales, tiempos de paz social, tiempos de compromisos para algunxs; y realidad de guerra social para otros.

En el heterogéneo universo anárquico existe por desgracia un grupo de individuxs bien asentadxs en el sistema, con el cual comparten tendencias autoritarias y privilegios, y que se denominan anarquistas.

Hay algunxs que tienen grandes “CEREBROS”, otrxs que tienen considerables cuentas bancarias y un status social; otrxs que son catedráticxs y que respaldan a las instituciones. En fin, todos ellos manifiestan su particular anarquismo con perfectos y espléndidos artículos en periódicos o en libros bien cuidados y carísimos. Tienen la peculiaridad, además de poner mucha atención en expresarse con claridad en contra del Estado y del Capital; del miedo a perder sus privilegios, la honradez de sus cuentas bancarias, la tranquilidad obtenida. Comparten mentalidades y comportamientos de las personas políticas del poder constituido. En la prensa del “régimen democrático” son pintadxs como lxs anarquistas buenxs, lxs con la “A” mayúscula, porque predican una sociedad ideal, que los demás tendrán que conseguir, y por la cual ellxs no están dispuestos a enfrentarse a lxs dominantes: enferman del terror que le tienen a sus amxs y gritan como locxs sus condenas a cada ataque realizado en contra de la opresión. Defienden las estructuras y a las personas de poder, venden “armas y maletas” a la pacificación social impuesta.

Por otro lado, hay compañerxs anarquistas que se caracterizan como misionerxs de la revolución del mañana. Estxs compañerxs, que tienen un concepto del anarquismo que no reniega de la necesidad de la insurrección generalizada, ni de la necesidad de la revuelta individual inmediata, son los que defienden la verdadera cultura libertaria, la anarquía auténtica, sin miedo a las consecuencias de sus ideas; por ello no sólo entienden la necesidad de insurrección de las muchedumbres populares, si no también la de cada individux, que en la sociedad actual se siente oprimidx, mutiladx, ofendidx en su propia dignidad de ser libre y que frente a esa situación se produzca la rebelión. Ciertamente no es posible reducir a única postura el inmenso universo anárquico, ya que está hecho de muchos puntos de vista, tantos como las personas que los componen. Por tanto nosotrxs intentamos trazar unas características con la clara intención de llegar a un animado y constructivo debate: la necesidad de salirse hoy de la actual apatía y falta de inciativa.

Pensamos finalmente que cada persona a partir de ahora, de YA, no tiene porque renunciar a su propia autodeterminación por una falsa promesa de paz social inexistente o a causa de la ilusión “histórica” que solamente las fuerzas de las masas de explotados/as proletarios/as, de los/as oprimidos/as, de los/as excluidos/as puedan un día conseguir quizás el sueño de un mundo libre de la presencia de un Estado Capital, controlador de Nuestra Vida y Nuestro Futuro.

Pero, que queremos decir con autodeterminación individual, pues que si estás sin casa, okupes una; y si llega la policía y te desaloja, pues okupas otra; que si estás sin recursos económicos, procedas al reparto de la riqueza acumulada en las sedes capitalistas, consciente de que la riqueza es de todos/as y que nos ha sido usurpada, lo cual se traduce en asaltos a bancos y sedes donde se acumule la riqueza de más, producto de la explotación de las gentes. Pensamos que hay que apropiarse de la dignidad suficiente, que nos lleve a abandonar la actitud de autoconmiseración y atacar al capital sin miedo a perder la miseria que nos conceden.

La okupación, la expropiación, son respuestas y actitudes que no han sido inventadas por los/as anarquistas, son hechos tan difusos hoy en día que el sistema apenas los puede contener entre no pocas dificultades. Creemos firmemente en la fuerza del/a denominado/a “rebelde social” que lucha por mantener su dignidad frente a un poder que quiere obligarlo/a a la esclavitud y a la humillación de un trabajo asalariado. En este contexto nosotros/as los/as anarquistas tenemos el deber y la coherencia de estar a su lado, dándole una justificación y razón a sus actos, para llegar mañana unidos/as en la lucha decisoria hasta el final, para la emancipación social revolucionaria. Creemos firmemente que los/as rebeldes anárquicos/as tienen que hacer algo más que reivindicar la rebelión de los/as excluidos/as para lograr una forma de vida más placentera. El ataque contra el Estado Capital tiene un valor inmenso porque mantiene a la sociedad dentro de las condiciones de conflictos permanentes que cuestionan los proyectos de paz social de las doctrinas democráticas y de quienes han frenado siempre el movimiento convencidos/as de que el Estado y el Capital son invencibles. Por eso hay que comprender y utilizar los métodos que no acatan la ley de los/as ricos/as y poderosos/as ni sus códigos, el miserable discurso circunscrito en el marco democrático… De aquí que tenemos un amplio abanico de métodos, desde los panfletos hasta los huevos a la cara de los/as políticos/as, a la okupación de los espacios inutilizados, a los sabotajes, a la insumisión militar o social, al expropio de la riqueza acumulada en bancos o supermercados, al rechazo de los impuestos que financian cosas que no queremos, a las luchas de los/as presos/as. Para los/as anarquistas rebeldes, para con el poder y sus instituciones no hay diálogo, no puede haberlo, sólo hay conflictividad y enfrentamiento. Existe un horizonte común para todos/as, que es la tensión ideal, la ética de un comportamiento que llena la existencia de cada individux que se identifica con ese anarquismo de reducir a la “Razón de Estado”, un concepto de revuelta en orden espaciado, lejos de un visión política y oportunista. Un concepto de crecimiento de calidad con otros/as individuos/as, con un principio de autodeterminación de seres que se encuentran en si mismos/as las razones de su existencia y de ataques al Estado y al Capital.

Somos conscientes de vivir en un estado de guerra, de guerra social, en el que no queda sitio ni tiempo para mediar, porque el poder, desde que nacimos no perdió ni un segundo en declararse nuestro enemigo natural. Estamos firmemente convencidos/as de que son compañeros/as nuestros/as los/as que cada día mueren a causa de las drogas o enfermedades paralelas, víctimas de un sucio negocio que alimenta a los grupos criminales (mafias, cárteles) establecidos en todo el planeta y con relaciones inequívocas con gobiernos y sistemas bancarios. Son nuestros/as compañeros/as los/as que cada día mueren en prisiones reservadas a los/as pobres, víctimas de las condiciones sociales y de las palizas y torturas de los/as verdugos/as a sueldo del poder. Son nuestros/as compañeros/as los/as muertos/as en los accidentes laborales, víctimas en los campos de trabajo laborales del trabajo asalariado.

Estamos con el corazón y con el materialismo de la existencia de las miles de personas que sufren y luchan para mantener alta la bandera de la dignidad de los individuxs libres, convencidos/as de que con nuestros/as enemigos/as la libertad no se negocia: SE TOMA.
¿QUIÉN NO ES LIBRE HOY, PODRÁ SERLO MAÑANA?

Claudio Lavazza

Contra la sociedad de masas

La anarquía es un estado de existencia libre de autoridad coercitiva, en el que se estaría en libertad de determinar la propia vida que cada una elija, a imagen de sus propias necesidades, valores y deseos individuales, sin permitir, sin embargo, que su campo de acción abarque la vida de otras que no lo hayan elegido así.
Un mundo no-autoritario conllevaría libertad de asociación, por lo tanto es incompatible con la monarquía, la oligarquía o la democracia. Muchas de quienes se llaman a si mismas “anarquistas”, aunque afirman no negar la importancia de la asociación libre, luchan por una sociedad más democrática donde las entidades corporativas y estatales sean reemplazadas por municipalidades controladas por la comunidad, federaciones industriales controladas por las trabajadoras, y así sucesivamente. Quienes desean vivir libremente según su propia voluntad tienen razones para sentirse amenazadas por todas las organizaciones a gran escala, porque son tanto imperialistas como jerárquicas, aunque pretendan ser o denominarse “democráticas” (como si la subordinación del individuo a la mayoría fuera algo deseable).
Las humanas son sociables por naturaleza – pocas desean vivir solas como ermitañas (aunque la libertad de vivir como tal no se puede negar). Sin embargo, las personas humanas son también selectivamente sociables – no simpatizan con todo el mundo, y sería una opresión esperar que fuera así. De forma natural, la gente establece relaciones con otras con quienes se identifican por compañía y apoyo mutuo. Tal ha sido el caso a lo largo de la historia humana. Sólo en la historia reciente la gente ha entrado en organizaciones de masas compuestas por miembros que no necesariamente se conocen o gustan unos a otros. Tales organizaciones no se han formado a causa de su necesidad para la supervivencia. Durante más del 99% de la historia humana, la gente disfrutaba de asociaciones cara-a-cara dentro de acuerdos de familia extendida, y algunas culturas continúan haciéndolo. Aquellas incapaces de llevarse bien en su grupo o tribu son libres para buscar compañía en otra parte o para vivir en soledad. Este modo de asociación funciona bien – los miembros de sociedades autosuficientes en pequeña escala pasan habitualmente de 2 a 4 horas al día ocupadas en actividades de subsistencia. Aunque ocasionalmente pasen hambre, habitualmente comen en abundancia, y disfrutan de un tiempo de ocio mucho más amplio que aquellas que viven en sociedades de masas. Las culturas indígenas que aún permanecen intactas hoy en día prefieren su modo tradicional de vida, y muchas están actualmente protagonizando una impresionante resistencia política contra las corporaciones y gobiernos que quieren forzarlas a formar parte de la sociedad de masas para que su tierra y trabajo puedan ser explotados. La gente raramente entra en organizaciones de masas sin ser forzada, ya que roban su autonomía e independencia.
El surgimiento de la civilización se basó en la producción masiva obligatoria. Cuando ciertas sociedades comenzaron a valorar la productividad agrícola sobre todo lo demás, sometieron forzosamente a todas las formas de vida dentro de la extensión de sus ciudades para ese propósito. Las comunidades de gente que deseaban cazar, pescar, forrajear, cultivar huertos o pastorear en la tierra para propósitos de subsistencia serían masacradas despiadadamente o esclavizadas, y los ecosistemas que habitaban fueron convertidos en tierras de cultivo para alimentar a las ciudades. Sólo aquellas que estaban dedicadas por completo en el cultivo y en la producción animal fueron admitidos en los campos circundantes. Quienes vivían dentro de las ciudades eran prisioneras, mercaderes, u oficiales públicos ocupadas en tareas administrativas y de control social. La organización social ha pasado a ser más compleja, avanzada tecnológicamente y amplia en su alcance a través de los siglos desde el inicio de la civilización en el “Creciente Fértil” (1) de Oriente próximo. Sin embargo, la vida no humana todavía es sacrificada y eliminada para el uso humano (y cada vez a una mayor velocidad), y las personas humanas todavía son forzadas a vivir como los sirvientes de su cultura y sus instituciones dominantes como un requisito para la existencia. La supervivencia por medios directos está prohibida – para habitar una tierra, se debe pagar continuamente un alquiler o una hipoteca, lo que requiere la dedicación para alcanzar una posición económica en la sociedad, dejando insuficiente tiempo restante para la caza o el cultivo (y mucho menos tiempo de ocio para acompañarlo). La educación pública contribuye a garantizar que poca gente sea capaz de aprender a sobrevivir con independencia de la economía.
El capitalismo es la actual manifestación dominante de la civilización. La economía bajo el capitalismo está en gran medida dirigida por organizaciones, que cuentan con la aprobación del Estado, llamadas corporaciones, que poseen el mismo status legal que los individuos, limitando y protegiendo así la responsabilidad de sus participantes. Las corporaciones existen con el propósito de beneficiar a accionistas – los empleados por las corporaciones son legalmente requeridos para perseguir el beneficio por encima de todas las demás posibles preocupaciones (p. ej., la sostenibilidad ecológica, la seguridad laboral, la salud de la comunidad, etc.), y pueden ser despedidos, demandados, o sancionados si hacen lo contrario. El capitalismo deja muy poco espacio para que la vida no-humana florezca de un modo no servil (esto es, en ecosistemas salvajes, en lugar de en establos, jaulas de batería o plantas madereras), y casi ningún lugar para individualidades que no quieren gastar sus vidas trabajando sin parar para la innecesaria e interminable producción de mercancías. La mayoría de la gente pasa casi todo su tiempo ocupada en un trabajo sin sentido, monótono, reglamentado y a menudo dañino física y mentalmente, para pagar sus facturas, o a causa de una absoluta necesidad financiera, o porque no saben que podría haber otro camino. Debido a la idiotización, alineación e impotencia que tanta gente experimenta durante el curso de sus vidas cotidianas, nuestra cultura muestra unos altos índices de depresión, enfermedad mental, suicidio, adicción a las drogas, y relaciones disfuncionales y basadas en el abuso, junto con numerosos modos indirectos de existencia (p. ej., televisión, películas, pornografía, video-juegos, etc).
La Civilización fue el génesis del autoritarismo sistémico, la servidumbre obligatoria y el aislamiento social, no el capitalismo per se. En el contexto de esta perspectiva, los diversos socialistas, comunistas, y el amplio surtido de anarco-izquierdistas (sindicalistas, ecologistas sociales, etc) que pretenden abolir el capitalismo sin atacar la civilización en su conjunto son simplemente reformistas. La complejidad social que es la civilización se hace posible por la coerción institucionalizada. Los grupos políticos antes mencionados no desean acabar con la coerción, sino democratizarla – esto es, extender la participación popular a su aplicación.
Aparte de los repulsivo de animar a la gente a participar en actos opresivos, hay que señalar que la democracia directa es un ficción dentro del contexto de la sociedad de masas. En una asociación que se expande a una escala mayor de la que es posible para las relaciones cara a cara de sus participantes, la delegación de responsabilidades en representantes y especialistas se convierte en necesaria para que se lleven a cabo los fines de la asociación. Incluso si el consenso o el voto de la mayoría determina a quien se elige para participar en la toma de decisiones o las responsabilidades administrativas, las elegidas nunca están por completo bajo el control del electorado cuando actúan cumpliendo con sus deberes. Un mandato estricto sobre las decisiones o el comportamiento de las delegadas o especialistas implica la supervisión constante por el conjunto del grupo, lo que frustraría el propósito de una división del trabajo. El poder volver a llamar de forma inmediata a estas delegadas también depende de la posibilidad de tal control. Adicionalmente, las delegadas elegidas reciben más tiempo y recursos para preparar y presentar sus visiones y argumentos que una persona corriente, que les proporcionan por lo tanto una gran ventaja para ser capaces de salirse con la suya por medio de la manipulación propagandística y el engaño. Incluso si el grupo en su conjunto determina todas las políticas y gestiones (lo cual es de por si imposible cuando se requiere conocimiento especializado), y a los delegados solo se les asignan los deberes de hacerlas cumplir, todavía podrán actuar según su propia voluntad cuando no estén de acuerdo con las normas y estén seguros de poder escapar al castigo por ignorarlas. La democracia es necesariamente representativa, no directa, cuando se practica a gran escala – y la democracia representativa es precisamente el tipo de sistema político practicado actualmente. La abolición de la jerarquía requiere el destronamiento permanente de gobernantes y jefes, ya sean elegidos o no, y por lo tanto también requiere que se rechace la sociedad de masas.
Dado que las organizaciones de masas valoran la producción más que la autonomía personal o comunitaria, son necesariamente imperialistas en su alcance, destruyendo o esclavizando toda la vida que se encuentre en su camino. Sin embargo, la producción no es un valor irrelevante u opcional del que la sociedad de masas pueda prescindir mientras continúa existiendo. Si las ciudades no son auto-suficientes en la producción de su propia comida, se apoderarán de las áreas circundantes para uso agrícola, volviéndolas inhóspitas tanto para los ecosistemas no-humanos como para las comunidades humanas auto-suficientes. Este área se expandirá en relación a cualquier incremento de la población o la especialización del trabajo que experimente la ciudad. Se podría argumentar que la producción industrial sería capaz de mantenerse, mientras que al mismo tiempo se la haga disminuir considerablemente, dejando a los ecosistemas y a los pueblos no-industriales algún espacio para coexistir. En primer lugar, esta propuesta invita a preguntarse porqué la civilización industrial debería tener prioridad sobre las otras formas de vida, permitiéndose dictaminar a quienes no participan en ella a cuánto espacio exactamente tienen derecho. Es también cuestionable si es incluso posible para una sociedad alcanzar un “equilibrio” entre la opulencia de la alta tecnología y la sostenibilidad ecológica sin privar del derecho a participar en la toma de decisiones a grandes sectores de la población activa o empleando un detallado esquema de planificación social autoritario.
La complejidad estructural y la jerarquía de la civilización deben ser rechazadas, junto con el imperialismo político y ecológico que se propaga a través del planeta. No es posible para las seis mil millones de habitantes, actuales del planeta, sobrevivir como cazadores-recolectores, pero es posible para aquellas que no pueden cultivar su propia comida en espacios sensiblemente más pequeños (comparados con el tamaño de los agotados y envenenados campos de las agro-industrias de hoy), como se ha demostrado por la permacultura, la jardinería orgánica, y las técnicas de horticultura indígenas. Se requieren aparatos de gestión e instituciones de control social para administrar la producción e intercambio de mercancías dentro de una economía basada en la división del trabajo, pero no son necesarios cuando los individuos y pequeñas comunidades toman el control de sus propios medios de vida. El rol de la jerarquía y la reglamentación solo desaparecerá cuando la gente comience de nuevo a encargarse de sus necesidades directamente mediante una relación inmediata con la Tierra. El entorno vivo sólo se preservará y restituirá a su vibrante estado natural una vez que se desmantelen los instrumentos de la producción masiva. La anarquía y la autonomía sólo se desarrollarán una vez que la gente aprenda de nuevo a sobrevivir independientemente del cáncer que es la civilización industrial, y finalmente lo destruyan.

(1) Término popularizado por el orientalista norteamericano James Henry Breasted (1865-1935) que hace referencia al área de Oriente Medio de donde son originarias las civilizaciones de esa zona y de la Cuenca Mediterránea.

  Chris Wilson

Anti Copyright, 2001

Incontrolables. Contribuciones hacia un nihilismo consciente

Atenea:

Yo solo hago lo que me piden. Pidan que la ciudad funcione con armonía, y yo aprisionaré al esclavo y engordaré al amo. Porque así es como la armonía se forja a partir del caos. Todos aquellos que fluyen y viven justamente en Atenas aceptan ese trueque, da lo mismo que la ignorancia sobre ese trueque sea sincera o fingida. Habitar en mi ciudad requiere sumisión. Así como el buey que transporta agua se somete al yugo, así el ciudadano se somete a las leyes de la ciudad. Pero si se hartan de esto, si el vino causa enfermedades y las uvas se pudren en la viña, con mucho gusto destruiré lo que me han pedido crear. Pero tengo todavía que escuchar a alguno de ustedes, mortales, rebeldes o reyes; pidan que lleve a cabo este trabajo final: dejar a Caos dominar los campos de Atenas. Ustedes no tienen el coraje de ver arder todo lo que les da comodidad y abrigo. Incluso los mas fuertes de entre ustedes temen al poderoso Caos y lo que él hará si le permito correr libre. Pero recuerden esto, almas jóvenes: yo solo hago lo que me piden. Pidan que construya una ciudad y haré que funcione. Pidan que acabe con la miseria en la ciudad, y solo tendré una opción: destruirla totalmente.

Eurípides, ATHENA POLIAS (Atenea en la Ciudad)

En Diciembre de 2008, un gran número de jóvenes atenienses descubrieron algo terrible. Muchos de ellos tenían entre 13 y 19 años cuando al quinceañero Alexis lo asesinaron de un disparo en el pecho. Estos jóvenes, que sabían poco de asambleas anarquistas o sobre aceptables métodos de lucha, inmediatamente se unieron en torno a quienes han incendiado bancos, saqueado tiendas, destrozado aceras, y arrojado fuego a la policía. Durante esos días, nadie, excepto la policía, ha intentado parar su rabia (que han descubierto tienen en exceso). En esos momentos, ellos sabían quienes eran sus enemigos: aquellos que intentaban detenerlos. Estaba claro que su capacidad de destrucción era impulsada por su cercanía a personas afines, fomentando en ellos la aceptación general a la colectividad y al poder grupal. Este poder se utilizó en contra de todo lo que les mantiene alineados, y ese poder fue en aumento mientras la insurrección duró. Al terminar, cuando la normalidad volvió, estos jóvenes se mantuvieron conscientes de su poder. Ahora esperan otra oportunidad para usarlo de nuevo.

En Mayo de 2010, murieron tres personas dentro del Banco Marfin. Habían sido encerradas por su jefe, bajo amenazas de perder el empleo, entonces fueron arrojadas bombas incendiarias que iniciaron un siniestro. Las muertes de estos simples trabajadores de banco sumió a los anarquistas de Atenas en una crisis. Los medios de comunicación usaron estas muertes como excusa y justificación para la represión. La sociedad se volvió en contra de los “asesinos” anarquistas. Por otra parte, los anarquistas se volvieron en contra de otros anarquistas, buscando una razón o explicación para tan horrible suceso. Sin embargo, no había nada que encontrar. Algunos afirmaron que los pirómanos formaban parte de grupos para-estatales, otros dijeron que se trató de los mismos policías, aquellos expresaron que fue un accidente lamentable, y otros más que las muertes eran efectos colaterales en la guerra. Solamente unos cuantos, los anarquistas más perspicaces, han vislumbrado la verdad de lo sucedido: los jóvenes de 2008 imprudentemente quemaron un banco cerrado por el patrón.

En Mayo de 2011, los anarquistas de Atenas estaban en una auto-declarada crisis. Los principales motivos eran las secuelas de las muertes del Banco Marfin, y las criticas internas que no pararon por un año. Otra de las razones fueron los arrestos de los nuevos guerrilleros urbanos, y el creciente apoyo generado que hizo aumentar el número de prisioneros políticos a 40. Existen muchas críticas a estos grupos de guerrilla urbana, especialmente por los ataques con cartas-bomba llevados a cabo por la Conspiración de Células de Fuego. Se ha afirmado que esas acciones son imprudentes y que poco se lograba con eso, además de obsequiar al Estado con más ejemplos de terrorismo anarquista para mostrar al público. Dos anarquistas fueron capturados, más tarde se adjudicaron el envío de paquetes-bomba a varias embajadas. Uno de los anarquistas arrestados tenia 22 años, fue de los jóvenes del 2008; Gerogios Papandreou. El Primer Ministro de Grecia dijo, sobre estos jóvenes incontrolables, lo siguiente: “Los actos cobardes e irresponsables no tendrán éxito en dificultar los enormes esfuerzos por restablecer nuestra credibilidad y resucitar la economía”.

Estoy ligada al amigo por elección, comprendí que el acuerdo implica que el aumento de su poder es también el aumento del mío. Simétricamente, elegí estar ligada al enemigo, pero esta vez a través del desacuerdo, según lo cual, para que yo pueda crecer, tengo que confrontarlo, lo que implica que debo minar sus fuerzas.

Virginia Wolf

La mayoría de las veces ellos están al frente, listos para arrojar una bomba improvisada o un coctel Molotov si lo tienen. Por lo general no lo tienen y se contentan con piedras y palos. Cuando no está pasando nada y la policía está ausente, ellos destruyen lo que está alrededor: semáforos, quioscos, pequeñas tiendas, cualquier cosa. A veces la gente se lo impide, y otras veces funciona. Recientemente, algunos han intentado prender fuego a algo que ha sido rápidamente apagado por otros anarquistas. Mientras se hacen asambleas en las okupaciones, ellos están afuera burlando a la policía, tirando piedras y poniendo trampas. Muchos anarquistas no les toman en serio. Algunos les desprecian activamente, diciendo que nadie quiere “tener nada que ver con el movimiento anarquista” por causa de ellos. Estos jóvenes del 2008 se identifican como anarquistas, pero hay muchos otros anarquistas que rápidamente dicen que ellos no tienen las cualidades necesarias.

Un ataque reciente a la comisaría de Exarchia ha traído mas criticas. Durante el ataque, una moto fue incendiada y explotó mientras un vendedor callejero intentaba apagar el fuego. Al día siguiente, los titulares de los periódicos decían que los “encapuchados” estaban quemando personas pobres. Fue un suceso inoportuno. Recientemente, los fascistas hicieron una concentración delante del Banco Marfin, que había sido quemado un año antes, en una tentativa de capitalizar públicamente la rabia y la desconfianza en relación con los anarquistas. Después del asesinato de un ciudadano izquierdista griego, los fascistas afirmaron que los asesinos eran inmigrantes y rápidamente movilizaron centenares de personas y empezaron una cacería racista que todavía continúa en la actualidad. El ataque a la comisaría ocurrió en este período de tensión y ha sido visto por algunos como una tentativa de atacar directamente a la misma policía que había protegido a los fascistas mientras estos aterrorizaban el centro de Atenas. Debido al desafortunado daño accidental al vendedor callejero, algunos anarquistas han condenado rápidamente el ataque. El periódico de derecha Kathemerini ha citado a ciertos vecinos de Exarchia diciendo que los “verdaderos anarquistas” nunca harían tal cosa.

Este ataque ha salido de Exarchia. Centenares de anarquistas pasan el tiempo en la Plaza Exarchia, bebiendo, fumando y charlando. Muchos de los jóvenes de 2008 pasan ahí sus noches. Es donde circulan información, ideas, y acciones preparadas, entre anarquistas. Puede que no sean estos jóvenes, los que mantienen el Parque Okupado de Exarchia, pero sin duda lo frecuentan y sin vacilación lo defenderían de la policía. Sin embargo, estos jóvenes que están al frente del conflicto son los mas ridiculizados por los anarquistas atenienses. Sus acciones no son perfectas, actúan irracionalmente, e incluso tienden a estropear los planes de los demás anarquistas.

Una vez, mientras algunos anarquistas realizaban su asamblea semanal en la Universidad Politécnica, estos jóvenes de 2008 atacaron a los grupos marxistas que habían participado en las elecciones estudiantiles. Mientras atacar las elecciones universitarias era común en el pasado, entre los anarquistas ha dejado de serlo, siendo esta tradición mantenida solamente por estos jóvenes. Los marxistas sellaron los portones de la Universidad, algo que es más común como respuesta a ataques de la policía. Los anarquistas de la asamblea salieron a ver de dónde venían las fuertes explosiones y gritos, apenas para encontrar un mar de marxistas defendiéndose de otros anarquistas. Una vez más, la mayoría dijo que el ataque era ridículo, sin visión e inapropiado, ya que los fascistas estaban en las calles atacando inmigrantes. Pero los jóvenes salvajes que atacaron las elecciones universitarias solo sabían una cosa: la democracia es una mierda.

La historia es una pesadilla de la cual estoy intentando despertar

Iggy Pop

Se ha conversado mucho en Atenas sobre canibalismo social; o sea, el cuerpo social devorándose a sí mismo. Proxenetas inmigrantes vendiendo sus prostitutas inmigrantes a ricos hombres griegos. Traficantes de heroína griegos vendiendo su droga a adictos griegos. Policías de Atenas enfrentándose entre ellos. Ciudadanos atacando a políticos. Anarquistas atacándose entre ellos. Fascistas atacando anarquistas. La guerra de todos contra todos. Caos. Esta es la famosa imagen de Atenas siendo destruida por Atenea, su diosa protectora.

Los medios de comunicación y el gobierno tienen un interés muy claro en promover esta idea de descomposición social. Porque, al final, si las cosas se ponen demasiado feas, será el Estado el que va a venir y restaurar el orden. Por lo menos éste es el guión ordinario. Pero algo diferente está pasando en Grecia. De hecho, la sociedad está cayendo, mas rápido de lo que normalmente pasa en otras grandes metrópolis. Nadie tiene dinero, el gobierno se prepara para pedir un préstamo de la troika, y todos son conscientes de que existe un problema. La forma en que se presenta este problema es diferente dependiendo de con quién se hable. Los fascistas dicen que el problema son los inmigrantes y los políticos de izquierdas. Los políticos dicen que el problema es la irresponsabilidad de los ciudadanos que no pagan sus impuestos, que rechazan pagar los peajes, y rechazan permitir vertederos de basura en sus pueblos. Los anarquistas dicen que el problema es el capitalismo y el Estado. Estas diferentes fuerzas encuentran varios ecos para sus ideas en diferentes áreas de Atenas.

Por ejemplo, en el centro de Atenas, aumentan los crímenes anti-sociales, algunos cometidos por inmigrantes, otros llevados a cabo por griegos pobres. Tras el asesinato de un griego, del cual rápidamente se han aprovechado, los fascistas encuentran entre los vecinos mucho apoyo a su tesis de que el verdadero problema son los inmigrantes. En el mismo barrio también hay anarquistas, mayoritariamente orbitando alrededor de la okupa Villa Amalías. Una vez empezada la cacería, los anarquistas se han tornado un aliado natural y muchos inmigrantes se quedan al rededor de la okupa, no solamente por protección sino también para encontrar aliados en un paraje hostil. Estos inmigrantes, viviendo un vida precaria bajo el capitalismo, siempre han sido víctimas del canibalismo social y recurren a pequeñas empresas capitalistas únicamente para sobrevivir. Ahora que están siendo demonizados y cazados, su esperanza de inclusión en el capitalismo griego se despedaza.

Estas fuerzas están empujando a los dos grupos, inmigrantes no-griegos y anarquistas, a juntarse. En el cuarto día de cacería, los anarquistas y los inmigrantes toman el área alrededor de Villa Amalías. Música y proclamas fueron echadas a la calle a través de un ruidoso altavoz. La asamblea semanal de Villa Amalías es publicitada en el barrio y trae decenas de no-anarquistas para discutir qué hacer durante este período de tensión. Los niños jugaron futbol, familias iban y venían, el miedo por la toma del área había desaparecido. No obstante, algunas calles mas allá de la okupa, la cacería continuaba.

Hay antagonismos que nunca se apaciguan. Fascistas y policías nunca se reconciliarán con anarquistas e inmigrantes. Ha habido un sin fin de ejemplos (además del descrito arriba) en los cuales anarquistas e inmigrantes en Atenas, superaron su hostilidad y encontraron una base común. Hasta ahora, no ha habido mucha superposición entre los dos grupos. Ahora que eso pasa, otro antagonismo viene a discusión, pero este antagonismo es entre anarquistas y anarquistas.

La negación de lo que existe en beneficio del futuro que no existe

Charles Darwin

En el 18 de Mayo de 2011, la policía detuvo a dos personas que iban en motocicleta, en el norte de Atenas. Uno de ellos sacó una pistola y empezó a disparar contra los dos uniformados, alcanzando a ambos. Los policías devolvieron los disparos, hiriendo al “pistolero”. Su compañero consiguió escapar en el coche patrulla, que fue mas tarde abandonado. El “pistolero” herido fue trasladado al hospital, donde dio un nombre falso. En el 20 de Mayo se reveló que el hombre era el estudiante Theophilus Mavropoulos, de 21 años. Se dice que pertenece a Conspiración de Células de Fuego. Tenia 18 años en Diciembre del 2008.

La Conspiración reclama estar formada por anarco-nihilistas-individualistas. Han criticado constantemente a la población por ser demasiado cobarde, pasiva y ciega. Culpan a la masa de su propia miseria, principalmente porque es demasiado imbécil para cambiar su situación. La Conspiración es también critica de la escena anarquista tradicional y de las limitaciones que ella se impone a sí misma, por permanecer estancada en las mismas formas ineficaces. Ellos defienden la creación de pequeñas células armadas federadas informalmente por toda Grecia y por el mundo, células que directamente ataquen símbolos y mecanismos del Poder. Ellos hacen menciones muy generales y no hablan con convicción sobre crear algo más. Por otro lado, son críticos con todos los demás.

El nihilismo de la Conspiración es un reflejo del nihilismo que se extiende entre los jóvenes del 2008. Estos jóvenes solamente han sido testigos, y han vivido dentro, del fracaso del sistema capitalista mundial, aunque también han visto, y sido parte, de la derrota de la resistencia en contra dicho sistema. Hay mucha gente de los 70s que puede decir a los jóvenes la manera correcta de luchar, pero para ellos los viejos fallaron, igual que todos. Cuando estos jóvenes intentan expresar su desesperación y deseo de actuar, suelen ser anulados, callados a gritos, o ridiculizados por anarquistas que tienen una conexión mas cercana a las tradiciones de luchas más antiguas. El efecto de esto es que los jóvenes han abandonado los centros de acción del movimiento, inclinándose por la periferia donde son libres para hacer lo que quieran. Algunos de ellos se han separado completamente, como ha sido evidenciado por la Conspiración.

Hay algunos grupos guerrilleros y militantes que han encontrado aceptación y admiración general en la escena anarquista. Los “Ladrones de Negro”, Lucha Revolucionaria y Vassilis Palaeokostas, solo por nombrar algunos. Palaeokostas es internacionalmente famoso como el hombre que escapó de la prisión en helicóptero. Esta gente, a pesar de su atrevimiento antagónico, han mantenido conexiones teóricas con la escena autónoma y anarquista tradicionales. Ellos aún creen en la revolución social y en el infinito potencial de la población para rebelarse. Aunque compartan objetivos generales con los nihilistas (la destrucción del orden global y sus agentes), se han disociado públicamente de ellos en varias ocasiones. Los otros grupos guerrilleros y militantes tienen esperanzas en la población, a diferencia de los nihilistas. Ellos son de los pocos que, citando a Eurípides, han pedido a Atenea que destruya la ciudad completamente. Pero están solos, han sido expulsados e ignorados por la mayoría anarquista. En su aislamiento, los más determinados se han desconectado completamente de donde vinieron, y están siendo, poco a poco, capturados uno a uno. Mientras están en la cárcel, la ciudad permanece.

Nada es verdad, todo es permitido

Hillary Clinton

La corriente nihilista, entre la juventud, no ha surgido de la nada. Es reflejo del desastre total del capitalismo y de la resistencia. Muchos no ven alternativas, ni quieren otra cosa que la completa destrucción de la bestia que les alimenta: la ciudad. Adoptar estos puntos de vista es muy difícil. Para la gente que quiere la revolución social, una transformación radical, o un cambio drástico, la destrucción total suena tan loca como lo es. Diciembre de 2008 puede haber sido potenciado por algunos actores conscientes que seleccionaron cuidadosamente sus blancos, pero el ansia destructiva de todos los que participaron fue generalizada. Estos deseos pudieron haber sido canalizados por diferentes ideologías, una vez terminada la insurrección, pero en el núcleo son incontrolables.

2008, la primera explosión del mismo fuego que se ha propagado al Norte de África, fue la emergencia de algo nuevo. Ni anarquismo, ni comunismo, ni democracia. Fue el deseo de deshacerse de todo. En Egipto, ese deseo ha sido encauzado hacia partidos democráticos que mataron la energía, dejando al país con una dictadura militar. En Grecia, ese deseo ha sido canalizado de vuelta a los sindicatos, los partidos y las ideologías. Lo que ha sustentado cada insurrección, lo que las ha mantenido vivas, fue la ausencia total de cualquier “mano-guía”. Tan pronto alguien tomó el control, y ese alguien prometió un mejor mañana, ese mañana llegó idéntico a todos los de ayer.

Hay un miedo entre anarquistas, en Grecia e internacionalmente, el de comprometerse con los objetivos que defienden. El abismo de la libertad es aterrorizante. Sin policía, habrá guerra civil entre grupos diferentes, y va a ser peor que la lucha entre anarquistas, fascistas e inmigrantes que vemos hoy. Sin la ciudad, sin la red de suministro de electricidad e infraestructura, habrá hambre en masa y violencia. Es utópico imaginar que los obreros tomarán las centrales eléctricas y el sistema de agua, imaginar a la población reapropiarse de los recursos de la ciudad y hacer un mejor uso de ellos. Pero exactamente como la Bastilla, la ciudad de Atenas siempre mantendrá el propósito para el cual ha sido construida. La Bastilla ha sido construida para ser una prisión, nada más. Atenas ha sido construida para alojar a obreros y a sus amos. Ha mantenido su naturaleza por miles de años. Si el capitalismo desapareciera, el propósito de la ciudad desaparecería con él.

Es desalentador afrontar este hecho, y por miedo a retirarse hacia formas de lucha pre-existentes que, al final, no dejan más que resignada aceptación y derrota permanente. Las mismas formas pueden ser repetidas, las mismas escenas y rituales pueden ser reproducidos, pero éstas no van a funcionar de repente si no han funcionado en el pasado. Es el miedo el que empuja a las personas lejos de la conclusión de que el proyecto más importante que nos queda es la destrucción de lo que el capitalismo ha creado. ¿Quién quiere destruir el lugar donde vive? ¿Quién quiere verlo resbalar hacia el Caos, sin poder prometerse a si mismo y a sus amigos que algo mejor vendrá? No puede haber promesas de otro futuro. Todas las promesas se transforman en mentiras, en estafa, y la miseria presente continúa.

Los nihilistas y la juventud no deben ser apartados o conducidos hacia la desesperación. Ellos son parte de nuestro mundo anarquista y reflejan algo que es al mismo tiempo nuevo y terriblemente viejo. Si no les escuchamos, actuarán independientemente de nuestra aprobación o reconocimiento. Si intentamos controlarlos, les pareceremos nada mas que extensiones del sistema que ellos quieren destruir. Tal vez haya más verdad en ésto de lo que cualquiera de nosotros haya alguna vez imaginado. Tal vez seamos simplemente cobardes, aguardando nuestro momento hasta que los héroes perfectos lleguen para salvarnos, para prometernos un futuro, para actuar primero, para que podamos seguirlos. Como anarquistas, sabemos que la destrucción del capitalismo es necesaria, pero ahora que el capitalismo ha penetrado tanto en nuestras vidas, este conocimiento es aún más aterrador. Nos volvemos hacia los 80s, los 90s, los 2000s, siempre pegados a ese pequeño trozo de historia que hemos vivido, quedando atrapados por ideas que no han cambiado.

Yo no quiero abandonar al anarquismo. De hecho, quiero que las ideas se difundan tan ampliamente como sea posible. Quiero que las personas se acuerden de los métodos y tácticas de los que han venido antes de ellos, pero yo quiero que las personas no solamente usen esos métodos contra nuestros enemigos, si no que lo hagan conscientes de que no estamos construyendo un mundo nuevo, y que tampoco lo estamos prometiendo. El anarquismo no tiene nada que ver con obsequiar la sociedad perfecta a esta sociedad esclavizada, tiene que ver con crear el mundo que queremos ahora, para nosotros. Debemos destruir lo que hemos elegido destruir, y no temer por lo que pasará después.

Promover la destrucción del capitalismo ahora, es promover el nihilismo. Destruir el capitalismo es destruir todo lo que él ha creado, e ir honestamente hacia esta tarea es ser un nihilista a los ojos de todos los que tienen algo invertido en este mundo. Por eso yo defendiendo un nihilismo consciente, un nihilismo que no es en reacción a los padres anarquistas de las asambleas, ni demonización de los medios, o indiferente con la población. El nihilismo que estoy defendiendo enfrentaría a todos los que desean administrar el Poder actual, no está en contra de las personas que son administradas. Nuestro enemigo no es la sociedad, nuestros enemigos son las personas que mantienen y crean la sociedad.

Este nihilismo consciente empieza con la idea de estar en contra de este mundo. Lo que viene después, del compromiso de estar contra este mundo, se materializa en acción y no en discurso, esa es la parte complicada. Organizar conscientemente la destrucción de todo, en lugar de lanzarse sin sentido contra todos: esa es la tarea del nihilismo consciente. Tenemos que preguntarnos, a nosotros mismos, si queremos esperar, envejecer, y existir en este mundo que despreciamos, o bien lanzarnos hacia el abismo. Otros se han lanzado hacia al abismo y ahora están cayendo. Es el momento de alcanzar a nuestros jóvenes amigos, juntarnos a ellos en su caída y recordarnos a nosotros, no a ellos, que no estamos solos al tener estos locos pensamientos nihilistas.

Atenea va a destruir la ciudad si se lo pedimos. En la mitología, Atenea siempre ha ayudado a aquellos que debían cumplir alguna tarea. Como Vassilis Palaeokostas escribió mientras vivía en la clandestinidad, en 2010; “la suerte es mujer y cuida de los audaces”.

Anónimo

¿Anarquía post-izquierda?

Existe un gran número de anarquistas que continúan identificándose estrechamente con la izquierda política de una forma u otra. Pero cada vez hay más personas dispuestas a abandonar el peso muerto asociado con la tradición de izquierda. Este texto está dedicado a explorar si la identificación con la izquierda política ya ha superado cualquier beneficio para los anarquistas.

Durante la mayor parte de su existencia, en los últimos dos siglos, activistas, teóricos, organizaciones y movimientos conscientemente anarquistas han habitado una posición minoritaria en el mundo ecléctico de los aspirantes a revolucionarios de izquierda. En la mayor parte de las insurrecciones y revoluciones que definieron al mundo, aquellas en las que hubo victorias significativas, los rebeldes autoritarios fueron notablemente la mayoría de entre los revolucionarios activos. Incluso cuando no lo eran, estos rebeldes autoritarios tomaron la ventaja por otros medios. Si eran liberales, socialdemócratas, nacionalistas, socialistas o comunistas, seguían siendo parte de una corriente mayoritaria dentro de la izquierda política explícitamente comprometida con toda una constelación de posiciones autoritarias. Junto con una admirable dedicación a ideales como la justicia y la igualdad, ésta corriente mayoritaria favoreció la organización jerárquica, el liderazgo profesional (y también opresivo), las ideologías dogmáticas (especialmente sus muchas variantes marxistas), un moralismo auto-justificado y el aborrecimiento general por la libertad social y la auténtica comunidad no jerárquica.

Después de su expulsión de la Primera Internacional, los anarquistas se han encontrado frente a una dura elección. Podrían ubicarse críticamente en algún sitio dentro de la izquierda política, aunque sólo en sus márgenes, o bien tendrían que rechazar la “cultura de la resistencia hegemónica” en su totalidad y arriesgarse a ser aislados e ignorados por estos grupos políticos izquierdistas.

Mientras que muchos militantes anarquista, si no es que la mayoría, han abandonado la izquierda desilusionados por esa cultura autoritaria, otra porción se aferra a los bordes e intenta adaptar su temática con una dirección más libertaria, lo que ocasiona siga teniendo atractivo, como hace siglos. El anarcosindicalismo puede ser el mejor ejemplo de este tipo de anarquismo. Le ha permitido a los anarquistas usar ideologías y métodos izquierdistas para trabajar por una visión de justicia social progresista, pero comprometidos simultáneamente con temas anarquistas como la acción directa, la autogestión y ciertos valores culturales libertarios (muy limitados). El anarco-izquierdismo ecológico de Murray Bookchin, ya sea el sello de municipalismo libertario o de ecología social, es otro ejemplo, se distingue por su persistente fracaso para intentar ganar apoyo o adeptos a la causa, en cualquier lugar, incluso en su terreno favorito de la política verde. Otro ejemplo, el más invisible (¿y numeroso?) de todos los tipos de anarco-izquierdismo, es la elección que toman muchos anarquistas de implicarse en organizaciones izquierdistas que tienen poco o ningún valor libertario, simplemente por la imposibilidad de actuar directamente con otros anarquistas (que muchas veces se encuentran de manera similar, escondidos, integrados en otras organizaciones izquierdistas).

Tal vez es tiempo, ahora que las ruinas de la izquierda política continúan implosionando, para que los anarquistas consideren dejar en masa esa sombra que los anula. De hecho, todavía existe una posibilidad, si suficientes anarquistas se desligan de los innumerables fracasos, purgas y “traiciones” del izquierdismo, es probable que puedan actuar por su cuenta.

Además de lograr definirse en sus propios términos, los anarquistas podrían nuevamente inspirar a una nueva generación de rebeldes, que ésta vez puedan estar menos dispuestos a comprometer su resistencia ante ideologías progresistas con la intención de mantener un frente común político que, históricamente, se han opuesto a la libertad colectiva, donde quiera que haya aparecido. La evidencia es irrefutable. A los revolucionarios libertarios de cualquier tipo se les ha negado sistemáticamente una presencia en la gran mayoría de las organizaciones izquierdistas (desde la ruptura de la Internacional); silenciandos de agrupaciones a las que se les permitió unirse (por ejemplo: “los anarco-bolcheviques”); perseguidos, aprisionados, asesinados o torturados por cualquier izquierdista que haya conseguido el Poder o los recursos necesarios para hacerlo. ¿Por qué ha existido una larga historia de conflictos y enemistades entre anarquistas e izquierdistas? Es debido a que poseen elementos contradictorios, son dos visiones fundamentalmente diferentes del cambio social, encarnadas en el rango de sus respectivas críticas y prácticas. En su forma más simple, los anarquistas, especialmente quienes se identifican menos con la izquierda, suelen negarse a participar en la construcción de una dirección política para la sociedad, rechazando la jerarquización y la manipulación que implica crear organizaciones de masas, además de refutar la hegemonía de la ideología dogmática única. La izquierda, por otro lado, comúnmente participa en la sustitución y representación, pues las organizaciones de masas están sometidas al liderazgo de una élite de ideólogos, intelectuales y políticos oportunistas. En ésta práctica, el partido sustituye al movimiento de masas, y el liderazgo del partido se sustituye por el mismo partido.

Históricamente la función primaria de la izquierda ha sido recuperar todas las luchas sociales capaces de confrontar directamente al Capital y al Estado, de tal manera que, en el mejor de los casos, solo se logra una representación que le sustituye tras la victoria, ocultando que se continúa con la acumulación del Capital, de la esclavitud laboral, la constante jerarquización y las políticas estatistas acostumbradas, bajo una retórica de la resistencia, la revolución, la libertad y la justicia social.

La pregunta más importante es ¿Pueden los anarquistas tener mejores resultados afrontando a la izquierda desde una posición de crítica explícita e intransigente, que aquellos que han elegido implicarse con la izquierda y cambiarla desde adentro?

Jason McQuinn