La revuelta de los Banlieusards

A MODO DE PROLOGO

Papá, he quemado tu coche y tu mezquita.

“¡Maldecidos! ¡Maldecidos! ¡Maldecidos!
Mi cabeza de halcón picotea los ojos de Jesús
mientras pende de la cruz.
Bato mis alas ante el rostro de Mahoma
y le dejo ciego.

Con mis garras arranco la carne del hindú,
del budista y de todo aquel que salmodia oraciones.
¡Escupo en sus creencias de crápulas!
Que María la inmaculada sea destrozada sobre ruedas:
¡Por causa de ella sean despreciadas todas las mujeres castas!”

Aleister Crowley

Esta maldición fue escrita por un mago que a principios del siglo XX era considerado “el hombre más malvado del mundo”. Pero también podría haber sido gritada por una parte de los jóvenes insurrectos que han asolado Francia durante un mes: aquellos que han destruido no ya iglesias y sinagogas, sino también mezquitas. Y esto, a pesar de que los disturbios inicialmente se recrudecieron a raíz del ataque con granadas lacrimógenas a una mezquita por parte de la policía. Estos muchachos, que le han prendido fuego a todo, afirman no tener ni dios ni ley.

“Si Dios existiera habría que matarlo, pues su sola existencia haría imposible la libertad humana”

Bakunin

¿Hay crimen contra la propiedad más horrible que el quemar iglesias, que además atenta contra la libertad religiosa y contra el arte? Todas las religiones patriarcales son criminales: desde el incendio de la Biblioteca de Alejandría, una de las 7 maravillas, por parte de los cristianos, hasta la destrucción de las grandes estatuas budistas por parte de los talibanes, pasando por las cámaras de gas para vengar al Jesús ario crucificado por los judíos, el nombre un “Dios Padre Todopoderoso” justifica todas las guerras, toda explotación, todo genocidio, todo régimen y toda opresión.

Cierto es que en estos disturbios también han ardido bibliotecas. Aquellos que han pretendido crear un movimiento de pánico generalizado hubieran quemado también todas las cafeterías para evitar que alguien pudiera sentarse tranquilamente a almorzar leyendo el periódico mientras sus barrios seguían tomados por la policía.

Francia es un Estado laico. La diosa Razón custodia los tres principios dimanantes de la revolución burguesa: Libertad, Igualdad y Fraternidad. Siendo esta la cultura oficial francesa, lógico que se generara en el qhetto cierto malestar ante la cultura que acabó haciendo arder los templos del saber.

Los renglones torcidos del Gran Arquitecto.

Gran parte de los burgueses franceses del siglo XVIII creían en Dios. No en Jehová ni en Cristo, sino en el Gran Arquitecto. Organizados en sociedades secretas piramidales, manipularon a las clases bajas para tomar el poder: hicieron la Revolución.

El Gran Arquitecto se enfrentó al reto de construir una sociedad de masas: de las mazmorras medievales a las galerías de celdas en panóptico, del taller a la fábrica, del burgo a la metrópoli. Del ghetto a los suburbios.

El Gran Arquitecto dio libertad política a las colonias: ya eran sus esclavas económicamente. Trajo consigo abundante mano de obra barata, y para encerrarla diseñó los Banlieus.

¿Es Dios un corrupto incompetente?

Gavroche

14 de Diciembre 2005

La revuelta de los Banlieusards

Sombras en la ciudad de las Luces.

“La revuelta se extiende, la guerrilla urbana se ha instalado en todos nuestros barrios. Injusticia social, violencia cotidiana, discriminación, marginación, condiciones de vida insoportables son las causas. Hoy ya es demasiado tarde para que los grandes duques adopten nuevas medidas para establecer condiciones de vida soportables en nuestros barrios, que de todas formas nunca han sido habitables y no lo serán jamás. No queremos dialogar con el gobierno; nuestros padres, nuestras familias ya han recibido demasiados abusos tras sus discursos. El diálogo se ha roto definitivamente, no piensen en adormecernos. No podrán manipularnos, a pesar de la utilización de imanes y portavoces que empujan a que hagan llamamientos a la calma. No tenemos armas de destrucción masiva, no tenemos bombarderos, tan sólo algunos petardos. Pero tiemblen pequeños barones de Neuilly, porque hoy estamos en nuestros barrios, pero de aquí unos días estaremos en la puerta de sus casas.
La lucha que acaba de comenzar será larga, y nuestro combate es justo. La sociedad nos ha creado, lo que prueba que esta civilización corre a su fin. No tenemos nada que perder, preferimos morir rodeados de sangre que de mierda.”

Combatientes de la revuelta del Banlieu 93.

“Banlieu” es el nombre que se da en Francia a los suburbios. No son barrios marginales, sino auténticas metrópolis, carentes de infraestructuras, en las que se hacinan millones de personas en condiciones insalubres. En la banlieu parisina,la geografía urbana es sumamente agresiva: el 47% de los hogares están concentrados en inmuebles de más de nueve niveles; y es muy habitual la superpoblación de viviendas. En Aulnay-Sous-Bois, barrio norte, el llamado “3000”, van a ser destruidas 14 torres de viviendas, y sus habitantes no van a ser realojados. A la carencia inicial de infraestructuras se añade el efecto de la privatización de los servicios públicos: cuando el gobierno privatiza Correos y el transporte público, estos servicios desaparecen de los barrios pobres. Habitualmente caen ascensores. Los servicios de recogida de basura funcionan de forma irregular. Son las Zonas Urbanas Sensibles (ZUS), tal como las califica el gobierno, y ascienden a unas 750 ZUS en toda Francia.

Para el Presupuesto Nacional del 2006, se han suprimido el 15% de los fondos destinados a la lucha contra la vivienda insalubre.

Más de 9 millones de personas viven en la banlieu parisina, el triple que el llamado París-intramuros. El “muro” que protege París de los gigantescos suburbios son las autopistas periféricas que ejercen de frontera entre el primer y el cuarto mundo.

El inmenso extrarradio de la capital francesa está, en su mayor parte, super-poblado por irreductibles franceses de nacimiento: hijos y nietos de inmigrantes llegados, a partir la década de los cincuenta, desde las antiguas colonias en África y América. Esta mano de obra barata fue, en gran parte, artífice (aunque no beneficiaria) del pujante desarrollo económico francés. Esta mano de obra barata fue recluida en barrios que, si bien eran ya ghettos para la época, hoy tiene que albergar (hacinar) también a sus hijos y nietos. Como si de un ciclo histórico se tratase, hay una regresión a la situación producida por la Revolución Industrial, cuando se creaban sórdidos barrios periféricos para amontonar allí a los nuevos proletarios venidos del campo.

A principios de siglo XX, la población de Clichy-sous-Bois era de 1010 habitantes; en el censo de 1999 se da cuenta de 24.121, suponemos que sin contar a los inmigrantes “ilegales”. El 39% de la población de Clichy tiene menos de 20 años de edad.

El desempleo es endémico y va en aumento. Según la Alcaldía de Clichy, en más de un cuarto de los hogares él o la cabeza de familia no tiene empleo. Si esto dice el Ayuntamiento, podremos aventurar que se trata de casi un tercio de cabezas de familia sin empleo. De la minoría de jóvenes que tienen uno, la mayoría es ocasional y sin contrato. El 40.3% no tiene diploma de ningún tipo. Los cuadros y profesionales superiores sólo suponen un 4% de la población activa.

En Francia, el desempleo entre los graduados universitarios en general es del 5%, pero para los graduados universitarios de origen magrebí es del 26.5%. Y apenas un 5% de los hijos de inmigrantes consiguen entrar en la universidad. Según acaba de reconocer el Primer Ministro Villepin; “El desempleo de los jóvenes alcanza en algunos barrios casi el 40%.”. El Observatorio Nacional de Zonas Urbanas Sensibles (ZUS) informa de que el promedio de desempleo en el 2004 fue del 20.7% en los suburbios: el doble del índice nacional. En edades comprendidas entre 16 y 25 años, afecta al 36% de la población masculina y al 40% de la femenina. Testimonio de una consejera de un centro de planificación del “barrio de los 3000”: “En 450 entrevistas con mujeres, no he recibido a más que a 10 que trabajaran, y no vayan a creer que tienen un CDI (contrato). No, son pequeños trabajos de interinidad, de algunos días, tareas de hogar en Roissy donde estas mujeres sufren acoso sexual.”

SOS Racisme denuncia regularmente casos de empleadores que sistemáticamente tiran directamente a la basura los curriculum de la gente “de color”.

En Francia hay más de 15.000 niños sin escolarizar, y el fracaso escolar afecta a unos 150.000 chicis cada año.

Hace años, jóvenes sociólogos hijos de franceses e hijos de inmigrantes, crearon una asociación llamada Banlieuscopie con el objeto de estudiar, analizar y presentar propuestas concretas a los poderes públicos para paliar el mal que afecta a esta juventud de la que el Estado se desentiende. Entregaba informes serios y científicos a diversos ministerios, que quedaban olvidados en los estantes de la administración. Banlieuescopie se acabó disolviendo: al Estado el problema llamado “banlieu” sólo le sugería la represión como respuesta.

“El estado nos está jodiendo / Y bueno, nosotros nos vamos a defender / No lo intentes comprender.”

Fonky Family. Canción “No intentes comprender”.

Desde hace unos diez años se viene imponiendo de facto el toque de queda en las cités (que es como los franceses llaman a los barrios pobres). Los accesos están controlados por polizontes y cámaras de seguridad.
La policía de proximidad fué sustituida por los CRS (Compañias Republicanas de Seguridad: antidisturbios) y por un cuerpo de élite creado al efecto, los BAC (Brigade Anti Criminalité), creado en 1994: todos sus miembros, escogidos entre la policía nacional, son varones, cinta negro de karate, y han de ser capaces de reducir a un sospechoso en 3 segundos cronometrados. Con su coche camuflado, provisto de un kit antidisturbios, con chalecos antibalas, irrumpen en la cité. Llevan a cabo rafles (batidas) indiscriminadas: realizan controles de identidad de manera violenta, con insultos racistas para provocar; si uno no calla y agacha la cabeza, se es golpeado y arrestado.
Luego en comisaría pueden encerrarte en una celda de un material irrompible y transparente, donde continuamente eres observado; o bien en otro tipo de celda más clásico, pero con el añadido de que hay un gran extractor que ventila aire frío en la celda, y otro que extrae el aire, formándose una corriente helada, y por mucho que protestes no van a darte tu chaqueta. Y olvídate de colchoneta y manta. Para dar más ambientación, este tipo de celda refrigerada está pintada de azul.
Y para los sin papeles, centros de detención especiales: Los Sangat.

“Hombres y mujeres vivimos día a día bajo violencias sociales mucho más devastadoras que un coche quemado. Aquellos que no entienden hoy la causa de los disturbios son amnésicos, ciegos o ambas cosas. De hecho, hace ya 30 años que los barrios reclamamos justicia; 25 años de revueltas, de motines, de manifestaciones, de marchas, de reuniones públicas, de gritos de cólera y de reivindicaciones precisas.
En Minguettes (1981), en Vaulx-en-Velin (1990), de Mantes-la-Jolie (1991) a Sartrouville (1991), de Dammarie-les-Lys (1997) a Toulusse (1998), de Lille (2000) a Clichy, el mensaje está claro:
¡Basta ya de crímenes policiales sin castigo, basta de controles por razones de raza, basta de escuelas basura, basta de paro programado, basta de alojamientos insalubres, basta de prisiones, basta de humillaciones! Basta de justicias paralelas que protegen a políticos corruptos y que condenan sistemáticamente a los más débiles!”

Movimiento de Inmigración en los Barrios.

El peso de la violencia estructural institucinalizada, violencia racial, económica, policial y judicial, unido al crecimiento del racismo entre la población francesa con el subsiguiente auge del Frente Nacional; la quema de edificios de inmigrantes y las numerosas palizas y asesinatos a manos de los boneheads (skinheads nazis) llevan tiempo provocando respuesta en los “barrios bajos”, que son, como hemos visto, auténticas grandes ciudades.

En el 2004 las denuncias contra la violencia policial aumentaron un 18.5% respecto del año anterior. Asimismo, en el 2004, 2.434 vehículos fueron incendiados. Según el Ministro de Interior Sarkozy; de Enero a Octubre del 2005, 9.000 autos policiales fueron apedreados, y entre 20 y 40 vehículos eran incendiados cada noche.
 

“Mejor que la policía no cometa un error o la gente se levantará / La cité es una bomba de tiempo / Desde el Jefe de Policía hasta el agente en las calles, todos son odiados.”

Canción “Frente a la policía”.

El jueves 27 de Octubre del 2005, en Clichy, un grupo de 10 jóvenes, estudiantes de secundaria en su mayoría, volvían de jugar al futbol cuando apareció la policía para identificarlos. Los muchachos huyeron, iniciándose una persecución policial. Tres de esos muchachos se metieron en un callejón, treparon por una subestación eléctrica y se electrocutaron. Zyad Benn (17 años) y Bounna Taroré (15), ambos nacidos en Francia y estudiantes del instituto nº3, murieron. Metin (23), inmigrante en proceso de regularización, sufrió quemaduras graves. El abogado de las familias de las víctimas ha puesto una querella contra la policía por omisión de auxilio.

Los muchachos que fueron detenidos quedaron en libertad sin cargos una hora después de su detención.

¿Por qué huyeron? En las banlieu los habitantes viven con miedo constante a los controles de identidad humillantes, a las detenciones arbitrarias, palizas impunes, vejaciones, torturas…miedo a acabar como cabeza de turco porque un delito fue cometido por un moro o un negro, y todos los moros y todos los negros son “iguales” ante la Ley. El racismo de la policía francesa es notorio, y bien conocido en las banlieu. Sarkozy mismo dijo que el “drama” había pasado después de la comisión de un delito en el cual estaban involucrados “jóvenes como ellos”, es decir, moros o negros.

Sarkozy negó la persecución policial. Sin embargo, el control policial existió: amigos de las víctimas fueron detenidos ¿Dejó huir la policía a los otros, sin más? ¿Por qué entonces esos tres chicos, tan cerca de sus casas, entraron en aquel callejón, treparon una valla y se metieron en una subestación eléctrica? La mentira tiene las patas cortas, pero las de Sarkozy, apoyadas por los medios de “comunicación”, han dado varias veces la vuelta al mundo.
 

Quien siembra miseria, recoge cólera.

“Para que salgan de una vez por todas de dudas, hemos decidido crear un movimiento de pánico general. Así estamos seguros de que no nos olvidarán y sabrán que si nos levantamos no es porque somos islamistas, sino porque nos han despreciado y dejado en el olvido social. Esto no es una guerra islamista. Es la voz de lo que el Estado llama zonas urbanas sensibles.”

Un insurrecto de Aulnoy-sous-Bois.
 
Los primeros disturbios empiezan el mismo jueves 27-10 al anochecer, tras las muertes de Zyad y Bounna, de las que es testigo al menos uno de sus amigos. Se queman 15 vehículos, se saquean y destruyen comercios. Los enfrentamientos contra la policía se saldan con 27 detenidos, y 23 policías y un periodista heridos. Ignoramos el número de manifestantes heridos. La policía realiza al menos un disparo y lanza gas lacrimógeno.

Viernes 28-10. Se agravan los disturbios, produciéndose en las grandes avenidas que bordean la barriada Chêne Pointou. Hay disparos con arma de fuego contra los coches de los gendarmes y los CRS. Arden coches de correos, 30 vehículos particulares, papeleras, contenedores; apedrean un camión de bomberos, se destruyen paradas de bus, y hay un conato de incendio en un colegio.

Sábado 29-10. Por la mañana, alrededor de 1000 personas participan en una marcha silenciosa y pacifica en Clichy, en memoria de Zyad y Bounna. A las 18:30, momento de la ruptura del ayuno, mientras la gente esta comiendo o se reune en las mezquitas para la Noche del Destino, la más sagrada del mes del Ramadán, noche que generalmente la gente pasa en la mezquita, las vacías calles de la cité du Chêne Pointou se llenan con unos 400 CRS y gendarmes. La policía empieza a provocar a diestro y siniestro, lanzando insultos racistas a los vecinos. Al cabo de una hora salen algunos jóvenes a hacer frente a la policía.

Domingo 30-10. A las 20:45 la policía lanza al menos una granada de gases lacrimógenos contra la mezquita Bilal de Bosquets, en Clichy. La mezquita esta llena de fieles en plena oración. Varias mujeres que se encuentran en la sala de oración reservada a ellas, están a punto de desmayarse. Cuando salen a la calle para respirar, varios policías las insultan, llamándolas “putas” y “guarras”. Esta misma noche un comunicado de la policía niega haber lanzado qranadas contra la mezquita, diciendo que el modelo de granada hallado es distinto del usado por la policía.

Lunes 31-10. Por la mañana, desde la prefectura de Bobigny, nueva versión oficial del ataque a la mezquita: La granada hallada en la mezquita sí es del tipo que usa la policía, pero ningún policía lanzó granadas dentro ni hacia la mezquita.
Por la noche los disturbios se extienden por toda la región de Seine-Saint-Denis. En Montfermeil arde el garaje de la policía municipal.
Un portavoz de uno de los sindicatos de policía describe la intensidad y el alcance de la insurrección como “guerra civil”, pidiendo la intervención del ejercito.

Martes 1-11. Los disturbios se extienden por otros nueve suburbios. Se queman 69 vehiculos. En Sevran, los chicos incedian dos aulas de una escuela primaria, y tres policías sufren lesiones leves. En Aulnoi-sous-Bois se lanzan cocteles molotov contra la alcaldía y piedras a la estación de bomberos. Enfrentamientos con los gendarmes y CRS.

Miércoles 2-11. 315 vehículos quemados. Dos escuelas primarias, una oficina de correos y un centro comercial son dañados, un concesionario de automóviles es destruido. Distintos grupos en distintos lugares apedrean furgones y coches policiales. En un movimiento de los disturbios hacia el oeste, a la zona de Hauts-de-Seine, se ataca una comisaria con cocteles molotov. 49 personas son detenidas por la policía.

SEGUNDA SEMANA.

Jueves 3-11. El fuego de la insurrección se extiende por Francia: ahora, además de extenderse por París, los disturbios llegan a Dijon, Bouches-Du-Rhone y Rouen. 500 vehículos quemados. Cerca de cien bomberos tratan de apagar un incendio en una fábrica de alfombras. 27 autobuses son pasto de las llamas. Se revientan las cristaleras de varios vehículos cerca de la estación de metro de La Chapelle.
Los trabajadores de Cercanias del RER inician una huelga y se interrumpe el trafico de la linea B entre el tramo que une París con el Aeropuerto Charles de Gaulle. Los manifestantes atacan la estación Le Blanc-Mesnil, fuerzan a un conductor a descender del tren y rompen las ventanillas.

Viernes 4-11. La insurrección llega a Lille y Toulouse. 900 vehículos calcinados. Se arroja un coctel molotov contra una sinagoga.

Sábado 5-11. Se pega fuego a 1.295 coches. Los disturbios ya se han extendido a 211 municipios de una docena de departamentos provinciales; abarcan desde la frontera norte y el Atlántico hasta el Mediterráneo. Los disturbios se extienden a Cannes y Niza. En Griqny se incendian dos escuelas. En Torcy, cerca de Eurodisney, se prende fuego a una estación de policía y a un centro de juventud. En la ciudad de Evreux, en Normandía, se incendian dos escuelas, una estación de correos y un centro comercial. En dicha ciudad, los manifestantes, armados con palos y bates de beisbol, hieren a 4 policías. Por primera vez, se queman coches en pleno centro de París, cuatro de ellos en la histórica Plaza de la República. Un tribunal de primera instancia cercano a Paris es arrasado por las llamas. 7 helicópteros apoyan a la policía. 349 personas son detenidas. Según el País del lunes 7, la noche del sábado  al domingo “El fuego destruyó un número indeterminado de comisarías, escuelas, institutos, gimnasios, bibliotecas, agencias bancarias, supermercados, peluquerías y autobuses.”
 
Domingo 6-11. Durante el día, se ataca en Lille a un equipo de la cadena de noticias belga RTBF, hiriendo a un cámara; y en Aubervilliers se le propina una paliza a una periodista coreana de la cadena KBS. 
Por la noche en Grigny los insurrectos disparan a la policía con pistolas y rifles de grueso calibre, hiriendo a 34, 3 de ellos de gravedad. Se atacan iglesias católicas con bombas molotov en Liévin, Lens y Sète.
1.408 vehículos son pasto de las llamas, 982 de ellos fuera de París. Se incendia un autobús turístico polaco.
En Toulouse, lanzan un coche en llamas por las escaleras de la boca del metro de Reynerie.
395 personas son detenidas.

-Los disturbios saltan la frontera para visitar Bélgica. En Saint-Gillis, Bruselas, se incendian 5 automóviles.

Lunes 7-11. Muere un anciano de 61 años a consecuencia de las lesiones sufridas por una paliza cuando se enfrentó a varios jóvenes que habían quemado un contenedor en el suburbio de Stains.
El canal de t.v. France 3 decide dejar de publicar las cifras de vehículos incendiados.
De Villepin anuncia en el canal de t.v. TF1 el despliegue de 8.000 policías a los que se sumará una reserva de 1.500.
Tres bloggers franceses son arrestados por incentivar la insurrección.
La Unión de Organizaciones Francesas Islámicas publica una fatwa condenando la violencia.
El alcalde de Le Raincy, donde sólo han ardido 6 vehículos desde el inicio de los disturbios, declara el toque de queda. 

Disturbios en 274 municipios franceses. 1.300 vehículos calcinados. En Toulouse, un joven pierde una mano al estallar una granada lacrimógena lanzada por la policía. En Pau, arde el liceo (instituto de secundaria) Saint-john Perse. También arden 2 escuelas en Valenciennes, y un gimnasio en Villepintes. Varios policías pegan una brutal paliza a un chico. 186 detenidos. 36 policías heridos, dos de ellos por balines.

-Alemania: 5 coches arden en Berlín y 3 en Bremen.
-Bélgica: Disturbios en Bruselas.

Martes 8-11. El presidente Jacques Chirac declara el estado de emergencia, y la reactivación de una ley de 1955, usada para reprimir revueltas anticoloniales, y por vez primera usada en suelo francés, que permite a los prefectos imponer el toque de queda por un periodo de 12 días. Las personas que vulneren el toque de queda serán encarceladas por dos meses, y pagarán 3.750 euros de multa. Sarkozy anuncia que las familias de los detenidos dejarán de recibir ayudas sociales. Toque de queda en Orleans y Amiens. 1.500 gendarmes y CRS se suman a los ya desplegados.

Disturbios en 116 municipios. 617 vehículos incendiados. se ataca una iglesia protestante en Meulan. Clausura del transporte público en Lyon tras el lanzamiento de varios cocteles molotov a una estación de trenes. 280 personas son detenidas. 12 policías heridos.

-Estado Español: Durante el día, un concejal del opositor PP en el ayuntamiento de Sevilla pide “medidas policiales drásticas para acabar con la quema de coches y contenedores que se han producido en los últimos días”.
Por la noche, arden 3 comercios en Leganés y Vallecas. Se queman 2 coches en Hospitalet de Llobregat. En Las Palmas un coche y dos contenedores son pasto de las llamas.
La televisión, las radios y los periódicos del estado español reciben instrucciones, por parte del Ministerio del Interior, de no “alarmar a la población ni provocar un <<efecto contagio>>”. La censura está servida.

-Bélgica: 17 vehículos incendiados y 7 detenidos.

Miercoles 9-11. Sarkozy ordena la expulsión de todos los extranjeros, incluso aquellos con permiso de residencia, que sean condenados por participar en los disturbios. El euro cae en su nivel más bajo frente al dolar en los últimos 2 años. Los empresarios y comerciantes franceses expresan su preocupación. Se proclama el toque de queda en 38 áreas, incluyendo París, Marsella, Niza, Cannes, Estrasburgo, Lyon y Toulusse.

En Arras se prende fuego a 2 grandes superficies de muebles, una empresa y una sala de fiestas. 482 vehículos calcinados. 203 personas detenidas. 1 policía herido, con fractura en una muñeca, suma la baja 108 en las fuerzas del “orden”.

-Bélgica: Arden al menos 15 vehículos: 10 en Bruselas, otros en Amberes, Lokeren, Malinas y Ledeberg.

TERCERA SEMANA.

Jueves 10-11. Una emisora local emite un video que recoge el momento en que dos policías golpean en la cabeza a un joven de 19 años, durante los disturbios en Courneuve, Seine-Saint-Denis. 7 poblaciones de Alpes-Maritimes se suman al toque de queda. Se incendian 463 vehículos. 201 personas son detenidas.
 
-Alemania: Se queman al menos diez vehículos y una motocicleta en Berlín y Colonia. En Altenburgo, se lanzan tres coctel molotov contra una escuela.

Viernes 11-11. Seis agentes que lincharon a un joven el lunes día 7, así como los 2 agentes que aparecieron en televisión el día anterior golpeando a un joven, son detenidos provisionalmente.

Se ataca una mezquita con cocteles molotov. 502 vehículos incendiados en el estado francés. 206 personas detenidas.

Sábado 12-11. En París es impuesta una orden de prohibición de concentraciones públicas, con duración de 22 horas. Unos 3000 agentes controlan la metrópoli, 12.000 el resto de Francia. A pesar de la prohibición, unas 1500 personas se manifiestan por la tarde en la plaza Saint Michel, Barrio Latino, protestando contra el toque de queda y la expulsión de los inmigrantes detenidos por los disturbios.

Por la noche, en los suburbios de París, se arroja una bola de metal desde un edificio de apartamentos, hiriendo a un policía. En Lyon, donde numerosos escaparates de comercios multinacionales son destrozados, 10 personas quedan detenidas. En Carpentras arden una mezquita y una escuela. En Saint Quentin, un coctel molotov estalla en la cara de un policía, que queda herido de gravedad. Más de 500 vehículos son incendiados en toda Francia. 212 personas son detenidas, uno de los detenidos, de diez años de edad.

-Resto Europa: En Barcelona, durante el día, las fuerzas policiales revientan una concentración-protesta frente al consulado francés, deteniendo a 5 personas.
En el centro de Madrid se queman papeleras, en Vallecas se pega fuego a los bancos. En todo Madrid arden al menos 7 coches.
En Bruselas se incendian 15 vehículos.
En Holanda se prende fuego a dos coches en Rotterdam.
En Atenas, sendos concesionarios de Citröen y Mercedes Benz son pasto de las llamas, con un saldo de 20 automóviles incendiados.

Domingo 13-11: 285 vehículos calcinados. 115 detenidos. Cinco policías heridos. En Lyon, la tercera ciudad del país, los disturbios llegan al centro de la ciudad. Se lanza un coctel molotov a la gran mezquita, sin apenas causar daños. Atacadas escuelas en Estrasburgo, Carpentras y Toulousse.

-Resto Europa: Disturbios en Holanda, Bélgica y Grecia.
En Holanda, al menos dos coches quemados en la ciudad de Rotterdam, donde la policía hizo un gran despliegue de efectivos.
En Bélgica se incendian 27 vehículos. Disturbios en Bruselas, Lieja, Charleroi, Louvan-La-Neuve, Binche, Colfontainelos y Mouscron. En Lieja un menor de edad, que participaba en la revuelta, sufre quemaduras graves. 50 personas detenidas.
En Atenas se asaltan varios establecimientos con vinculación francesa.
 
Lunes 14-11: El gobierno francés prorroga por 3 meses el estado de emergencia. 215 vehículos en llamas.

Martes 15-11: Un parlamentario del partido conservador gobernante anuncia una reforma de la ley de inmigración, con el objetivo de restringir la reunificación familiar (no conceder permisos de residencia a inmigrantes por el hecho de tener familia en Francia) y de endurecer la lucha contra las personas que están en el país como “ilegales”.

Dos focos de incendio devastan la iglesia de Saint Jeans d`Ars, en Dromê. 164 vehículos carbonizados.

Miercoles 16-11: Bernard Accoyer, jefe del grupo parlamentario del partido gobernante, UMP, y Gerard Larcher, ministro de empleo, en sendas declaraciones a distintos medios, afirman que la poligamia es sin duda una de las causas del estallido de la violencia. Sarkozy, al ser preguntado al respecto, informa que se está tramitando la expulsión de 10 inmigrantes condenados por los disturbios. La cifra palidece en comparación con los más de 2.000 franceses detenidos. ¿No era esta una revuelta de inmigrantes?

CUARTA SEMANA.

Jueves 17-11: 98 vehículos carbonizados. La insurrección continúa. ¿Cuanto tiempo durará?

C´est la racaille? Et bien: j´en suis.

Juicios Concorde: la condena aterriza antes de que la vista haya despegado.
 
“En Bobigny, cerca de París, en el Palacio de Justicia, al que la policía trasladó a 40 detenidos, se vivió un escándalo enorme cuando el juez condenó a un joven negro a partir de un testimonio escrito de un policía que hablaba de un “joven de tipo norteafricano”. En muchos casos los documentos testimoniales de los policías bajo juramento presentaban tantas coincidencias que casi se les podía definir como “inquietantemente idénticos”. Los asistentes al juicio denunciaron un montaje policial.”

El País 8-11-05. Nótese que el juez condena al muchacho negro cuando el testimonio policial habla de un joven magrebí.

Justicia exprés: juicios tan rápidos como faltos de toda posibilidad real de defensa.

El palo…
 
Medidas del Estado de Emergencia:

-La poli puede realizar registros domiciliarios, día y noche, sin autorización judicial.
-Implantación del toque de queda en una ciudad o en determinados barrios. De forma genérica o para determinadas franjas de edad, e incluso para determinado grupo de población.
-Sanciones de dos meses de carcel y multa de 3.750 euros por incumplir el toque de queda.
-Creación de zonas de seguridad con acceso restringido.
-Medidas de confinamiento para personas determinadas, o prohibición de acceso a zonas específicas.
-Los prefectos pueden asignar una residencia forzada a personas individuales.
-Se permite cerrar locales como salas de espectáculos y lugares de reunión.
-La policía podrá requisar cualquier tipo de armas, incluidas las de caza, aunque el propietario disponga de permiso.

…Y la zanahoria.

Más promesas que en un circo electoral:

-Todos los jóvenes de menos de 25 años que viven en una de las 750 zonas sensibles serán citados en los próximos tres meses en el Instituto Nacional de Empleo para una “entrevista en profundidad”.
-Creación de una prima de 1.000 euros para incitar a los que cobran ayudas sociales a encontrar un empleo.
-20.000 contratos de apoyo al empleo y contratos “de futuro” reservados a los barrios desfavorecidos.
-Puesta en marcha de 15 nuevas zonas de desarrollo empresarial en áreas urbanas.
-Los medios de la Agencia de Renovación Urbana serán aumentados en un 25% en los próximos 2 años.
-Creación de 5.000 puestos de asistentes pedagógicos en los 1.200 colegios de barrios sensibles.
-Posibilidad de empezar la formación profesional con 14 años en vez de con 16.
-Establecimiento de 100.000 becas de estudio, en función de las notas, en septiembre del 2006.
-Creación de una Agencia de Cohesión Social e Igualdad de Posibilidades.
-Las 14.000 asociaciones subvencionadas por el Estado recibirán 100 millones de euros más en el 2006.

“No pararemos hasta matar al menos a dos policias”.

Joven banlieusard.
 

La principal consigna de la insurrección está clara: sangre por sangre.
No hay reivindicaciones mínimas frente al estado que puedan ser empleadas por los recuperadores: a modo de objetivo mínimo la insurrección se plantea matar a dos policías; como objetivo final acabar con todos. Y acaso también con todo lo existente: capitalismo y democracia.
 
¿Plantean acaso alguna alternativa? Se les acusa de carecer de “programa revolucionario”. Estos nuevos revolucionarios crecidos en el Cuarto Mundo no tienen programa: han visto cómo las luchas de sus padres y sus hermanos mayores han sido siempre traicionadas por los pactos de sus líderes a cambio de falsas promesas del gobierno.

“La juventud ha de llegar a tiempo a la cita fijada / En efecto: para mearse sobre la bandera tricolor / El puto estandarte del partido de los cerdos / ¿Soy muy hardcore? ¡Pero si me gustaría verles a todos muertos! / Sueño a veces verles martirizados, mártires en un film gore…”

NTM. Canción “Plus jamais ça”. Album “París bajo las bombas”. 1995.

Si algo une a los protagonistas de tal movimiento subversivo es un factor de clase, económico, material: son el Lumpen; la clase social que está por debajo del proletariado. Y, en estos tiempos en que vivimos engañados respecto a nuestra condición de proletarios; cuando por tener coche, casa e hipoteca nos creemos “clase media”, irrumpe en escena una clase social que no es nueva, pero cada día aumenta , y que lleva décadas siendo silenciada y “barrida bajo la alfombra” para que no moleste al turista: el Lumpen, siendo la clase social inferior a todas, resulta ser la superior en cuanto a consciencia de clase. No hacía falta que viniera Sarkozy a llamarles <<racailles>> (escoria, canallas, gentuza, chusma), en los banlieus franceses ya llevan más de 30 años siendo tratados como basura, con los antidisturbios de barrenderos.

“A Sarkozy no le gusta esta gente y quiere desembarazarse de esta escoria a golpes de porras y de gases lacrimógenos. Y lo dice alto y claro en medio de una ciudad caliente a las once de la noche. La respuesta está en la calle. La tolerancia cero funciona en ambos sentidos.”

Mathieu Kassovitz.

Cuando Sarkozy escupe la palabra racaille, vuelve a sonar una vieja canción de la Comuna de París (1871), “La Canaille” (La Chusma), compuesta por Jean Bautiste Clément -autor también de “Tiempo de cerezas”-, canción que describe la vida y miserias del proletariado de la época, y reivindica el título con el que la burguesía insulta al pueblo. El estribillo dice: “C´est la canaille? Et bien: j´en suis.” (¿Es eso ser chusma? Pues bien: yo lo soy).

La clase media es un engaño. Y el consumo es aún menos que el opio del pueblo: es un sucedáneo del opio. El Lumpen no puede permitirse muchos lujos; pero cuando recicla comida, o roba en el super, o ahora que directamente saquea, come la misma mierda adulterada que todos: sucedáneos en lata. Pero el pies negros que manga una botella de buen vino y la comparte con los colegas en la okupa, seguramente disfruta más de la vida que muchos ejecutivos con cara de estreñidos que podrían comprar la bodega entera.
Todo lo que el dinero puede pagar no son más que pseudo-gratificaciones: compensaciones por una vida no vivida. Ya sea una playstation o un fin de semana en un parque temático, ya sea un jet privado o un chalet en las Seycheles, lo que uno gasta en ocio,por mucho que sea, no basta para amortizar la deuda existencial que tenemos con nuestras propias vidas. Los burgueses están, en ese sentido, tan alienados como nosotros mismos; pero lo están a nuestra costa.
Y el Lumpen sabe, por su experiencia vital, que es más feo pedir que robar.

Si, amigo proletario, el Lumpen es una clase social en aumento; mas no se nutre sólo de inmigrantes: expedientes de regulación de empleo, despidos masivos, precariedad laboral; en una palabra, paro, y tú o tus hijos irán a vivir a ese barrio que no te atreves a pisar, en un apartamento de 30 m cuadrados. O quizá estés ya allí leyendo esto. Y temiendo a tus vecinos porque sabes que si le pegan fuego a tu coche no te podrás permitir comprar otro.

No tenemos miedo a los coches en llamas porque llevamos un mundo nuevo en nuestras bicicletas.

La quema indiscriminada de vehículos no es un método muy popular que digamos de cara a la opinión pública, pero no negaremos que es un método muy eficaz de llamar su atención. Los “casseurs” (destructores) atacan a la sociedad de consumo en su raíz: el coche, vehículo del narcisismo, indicador del éxito, fantasía erótica y sublimación  de la potencia sexual; con el refuerzo de que, en Europa, los veinteañeros suelen tener más facil conseguir un coche que un piso como picadero.

Si Francia celebrase hoy un “día sin coches”, obtendría un éxito sin precedentes.

“Los jóvenes que queman coches han comprendido todo de la sociedad. No los queman porque no pueden tenerlos: los queman para no tener que desearlos.”

Frédéric Beigbeder. “13´99 Euros”

Con la violenta separación entre el cabeza de familia y sus cuatro ruedas, el cuerpo social no ha sido decapitado; pero le han sido cortados los talones: cerca de 10.000 vehículos incendiados, autobuses incluidos, significan muchos miles de personas sin poder ir a trabajar. Muchos servicios de autobús, metro, tren y cercanías han sido suspendidos.

No ha sido decapitado (todavía) porque el gobierno y la oligarquía siguen existiendo: sus coches no arden; son los coches de los curritos y algún pequeño comerciante sin garaje. -Pausa publicitaria: “Parece ser que con la revalorización de las plazas de aparcamiento, su precio se va a poner por las nubes. Invierta en Parkings De Francia. Es un consejo sólo para el 1% de la población, que es quien puede permitírselo.”

Poca gracia le harán nuestros chistes a aquellos cuyo coche ha ardido. Aunque, paradojicamente, haya más de uno que le han quemado el coche y como reacción ha ido a quemar el coche del vecino, o el de su patrón, o todos los que pueda. Es la gente que ya no tiene nada que perder la que, arriesgando su libertad y a veces su vida, apuesta por el caos y la destrucción.

El cuarto mundo silenciado por el cuarto poder.

Han ardido muchas comisarias, innumerables bancos y comercios. Pero no salen en los media: los coches son más fotogénicos. Ver un coche ardiendo asusta al proletario, que se cree a sí mismo pequeño propietario. Pero ver una comisaría en llamas podría inculcarle ideas nocivas para el sistema. También arden muchas escuelas e institutos: teniendo en cuenta que la edad media de los insurrectos es de 12 a 18 años, es facil de comprender. Si hay algo todavía más bonito en esta vida que ser rebelde es ser joven y rebelde. Y quemar tu propia escuela.

No es un problema racial, es un problema social llamado racismo.

El Neocolonialismo también funciona de puertas para adentro. Y, para confirmarlo, contra la revuelta del cuarto mundo se invoca una ley promulgada durante la guerra de independencia argelina. Francia nunca ha reconocido públicamente la guerra sucia, el terrorismo de estado que usó contra el pueblo argelino. Peor aún: el 23-2-05, los diputados y senadores franceses adoptaron una ley que reconoce “la obra realizada por Francia” en sus antiguas colonias; el artículo 4 exige que los programas escolares “reconozcan en particular la labor positiva de la presencia francesa en ultramar”.
Lógico que ardan tantas escuelas.

Moros, negros, eslavos, portuqueses, españoles, asiáticos e incluso un buen número de franceses vive en las cités. Hijos de inmigrantes e hijos de franceses, integrados en el contexto social de la pobreza, hermanados por la exclusión. Pero un francés que ha nacido en la cité siempre tendrá más posibilidades de salir de allí que el hijo de argelinos con el que se ha criado en las calles.

No hay ni un sólo africano en el gobierno, ni en la Asamblea Nacional, ni presentando un programa de televisión. Sin embargo, hay media docena de ellos en la Selección Nacional de futbol, xej. Zidane, no tan lejana ganadora de un Mundial. Mas de uno, si hubiera sufrido una lesión de tobillo cuando era niño, estaria ahora quemando coches en la cité.

Afortunadamente, los insurrectos no tienen líderes, ni los quieren. No luchan por echar a Sarkozy (aunque su dimisión sea un objetivo, y su muerte el mayor deseo), ni por tener representantes políticos. Lo quieren todo, y lo quieren ya.

Tampoco es esta una insurrección de inmigrantes, por mucho que el gobierno francés y los media traten de hacer creer. El 95% de los insurrectos (Según El Mundo 15-11-05) han nacido en Francia. Y una parte de ellos son hijos de franceses.

“La segregación abarca también al ocio: en las discotecas, un individuo llamado Bouba, de 1,90 y 100 kilos de peso, te hace comprender enseguida que poco importa tu nacionalidad francesa: “Désolé, toi, tu rentres pas!” (lo siento, tú no entras). Si es amable, añade: “Désolé, c´est la direction; moi, je fais que mon boulot, faut bien que je gagne ma vie!” (lo siento, órdenes de la dirección; yo sólo hago mi trabajo, necesito ganarme la vida)…Lo más patético es que la juventud que puede entrar baila a ritmo de Johnny Clegg y Savuka S.”

Achour Bouteldja.

“Party” (fiesta) significa, en argot de ciertos grupos antisistema estadounidenses, “disturbios”. Cuando por el color de tu piel no te dejan entrar en sus discotecas, es normal que se busquen otros medios para deshaogar la frustración acumulada en un trabajo de mierda o por la desesperación del paro.

Más de un curriki de banlieu podrá asegurar, acompañando sus palabras con una irónica sonrisa, que la auténtica causa de la insurrección es el aburrimiento.

“¿La jornada? Dormir, ir a ver a los amigos, jugar a la Play…y por la noche, quedar: a las 9 vamos a hacerle la guerra a la policía. Amo ver a los CRS con pánico, agachados detrás de sus escudos. Estamos en Matrix.”

Joven Banleuisard.

La muerte de dos chavales por causa de la policía no ha sido el origen de los disturbios, sino su detonante: no es nada extraño que la policía francesa elimine a algún chaval (a veces niños chicos) en su celosa defensa de la ley republicana y el orden ilustrado. Casi cada mes hay un muerto por disparos policiales o en comisaría, y casi siempre los muchachos son de los mismos barrios. Tampoco es una novedad que a cada muerte le siga una algarada violenta como respuesta. Para ese tipo de reacción las instituciones de la república francesa estaban preparadas (CRS, alcaldes, ONG´s, autoridades religiosas, etc).
Pero se han encontrado cara a cara con una juventud que está cansada de encerrarse con los amigos y jugar a la Play como único recurso para matar el tiempo: han decidido recuperar la calle como espacio para sus juegos.

“París es una fiesta”.

Ernst Hemingway.

La insurrección es una afirmación lúdica al tiempo que luddica* una saturnal conciencia dionisíaca un carnaval de pasamontañas violencia orgiástica un colocón de adrenalina: un potlach** en el que, a falta de bienes personales que llevar a la hogera, con gran alegría se quema generosamente lo ajeno, sobre todo si pertenece al estado.
La insurrección tiene “duende”. En un mundo muerto, las ciudades en llamas anuncian que vivir es posible, y sobre-vivir superfluo. 

*De “Luddista” (destructor de máquinas), revuelta antitecnológica de finales del siglo XVIII, principios del XIX.
**Fiesta de ciertos pueblos “primitivos”, en la que un miembro de la tribu regalaba todo lo que tenía, excepto una parte que iba destinada a la hoguera.

Muere un obrero jubilado.

No puede culparse a todo un movimiento, sobre todo a un movimiento espontáneo, de las acciones de uno de sus miembros. De cualquier manera, ese anciano se encaró con unos jóvenes a causa del incendio de un contenedor. Quizás se enfrentó a ellos, o amenazó con denunciarles. Actuó como un agente de la ley, aún cuando no era su trabajo. Y los que le golpearon no pretendían matarlo:
 
“La mujer del fallecido sostiene que el puñetazo que dieron a su marido no era mortal por sí mismo. Es decir, que arrastraba problemas neurológicos severos y la agresión complicó las cosas.”

Le Mond 15-11-05.

“Son unos canallas, arremeten contra los símbolos de todas las religiones de Francia”.

Sarkozy.

Nicolás Sarkozy vuelve a usar su exabrupto favorito contra los insurrectos, a raíz de la quema de la iglesia de Saint Jeans d`Ars, en La Monnaie, Romans-sur-Isère (Dromê). Nada dijo cuando la policía ataco la mezquita de Clichy, salvo un cobarde “nosotros no hemos sido”. Sarkozy también había alentado la idea, propagada por los media, de que el terrorismo islámico estaba detrás de los disturbios.

De hecho, en las ciudades y barrios donde el terrorismo islámico está bien estructurado no ha habido incendios; las rondas de voluntarios musulmanes pacificadores (con birrete y vestidos de blanco a la moda salafista) no han sido obedecidas por los insurrectos, y en algunos casos han sido rechazadas violentamente.

La canalla no respeta nada, y ya han sido pasto de las llamas iglesias, mezquitas y sinagogas. Se definen a sí mismos “Sans foi et sans loi” (Sin fe y sin ley). El Lumpen ha comprendido que el único templo que ilumina, es el que arde.

“Detrás de esta guerrilla urbana están grupos traficantes de droga”.

Sarkozy.

Cierto es que la mafia y las bandas abundan en los suburbios, donde el paro no deja más salida que el trapicheo. Pero si hay algo que no le conviene a los traficantes, es una insurrección que joda el negocio, con el toque de queda y los barrios sitiados por la policía.

Al gobierno sí que le interesa tener cada cité inundada de droga: recordemos el plan de la C.I.A. en los 70 para llenar los barrios negros estadounidenses de heroína, y más específicamente convertir en adictos a los luchadores del Partido de los Panteras Negras. O el plan Zona Especial Norte, en los 80 en el Estado Español, que hizo lo propio en Euskadi.

El gobierno y la policía franceses, como los de todos los países, si que deben estar llenos de grandes trapicheros.

Respecto al problema de las bandas, una insurrección es la mejor solución que podía darse: al igual que en la revuelta de Los Ángeles (1992), en que las bandas rivales “Bloods” y “Creeps” firmaron un acuerdo (alto el fuego y unión contra la policía) entre sí y con las bandas de sudamericanos; en Francia los pandilleros han dejado de matarse entre sí para hacer frente al enemigo común.

“[La revuelta la] organizaron los líderes de las pandillas, ansiosos de sacar corriendo a la policía para vender drogas, y los imanes musulmanes que buscan carne de cañón para la jihad.”

Editorial de Libération.

Esto es lo que vomita un periódico supuestamente izquierdista. La presidenta del Partido Comunista, Marie-Georges Buffet, al ser interrogada sobre si los muchachos que queman carros son víctimas o delincuentes, contestó de inmediato: “Delincuentes”.
El periódico del PC comentó que la insurrección es “una consecuencia desastrosa de medidas desastrosas”, y pidió una investigación sobre la muerte de Zyad y Bounna, como si no se supieran ya los hechos y el pueblo no hubiera dado su veredicto. El PC ha organizado manifestaciones “por la paz”. 

¿Dónde están los partidos de extrema izquierda, esos que recogen un 13% de los votos?

Leemos en un comunicado de CNT-AIT Toulouse:”Las asociaciones, los partidos y los sindicatos de izquierda y de extrema-izquierda han hecho todo lo posible por sofocar el movimiento de contestación espontánea surgido en Clichy el 27-10-05. Vemos la posición de la dirección del PCF el 3-11: “reestablecer el orden es una urgencia extrema. Los responsables de la violencia y de la degradación deben ser sancionados…” o “la violencia cotidiana en los barrios es quizá debida a los gamberros y traficantes, de Arlette Laguiller. L.O. más todavía: “la ola de revuelta y violencia que sacude hoy la periferia y los barrios populares suscita inquietud en la población…” de Alain Krivine. Estas palabras iban en línea directa con las maniobras de poder. Tales discursos han permitido hacer aceptar a la población el Estado de Urgencia.”

Lo cierto es que la CNT francesa en sus comunicados, aunque no ha condenado a los insurrectos sino al gobierno, se suele limitar a pedir medidas reformistas, como la dimisión de Sarkozy.

“En mi hogar nos regimos por severas normas musulmanas. A mi padre no le gusta que me maquille. Mis hermanos no quieren que vaya a trabajar sola. A mi padre nunca se le ha pasado por la cabeza someterme a la ablación del clítoris, o exigirme llevar siempre puesto el chador. Prefiere verme con el pelo cubierto, pero hay otras mujeres que no tienen elección ni derecho de palabra.”

Yasmina.

¿Y para cuando una insurrección de mujeres, armadas con tijeras y cuchillos de cocina?

De todas formas, el machismo de los musulmanes es uno de los argumentos que ahora usan los políticos y los media (antes les daba igual) contra unos insurrectos que responden quemando mezquitas.

“Si la violencia de las últimas semanas ha revelado algo positivo, ha sido hasta que punto han fracasado los grupos musulmanes extremistas a la hora de penetrar de manera significativa en la cultura de la juventud urbana de los suburbios.”

Mark Le Vigne, Universidad de California.

Pero en las barricadas sigue ausente una muchacha con una teta al aire: la Libertad guiando al Pueblo. Lo de la teta es opcional (aunque le da un aire clásico a la par que romántico al cuadro): respecto al vestuario basta con que después de los disturbios pueda quitarse el pasamontañas, y no para ponerse el “chador” (velo). Y, que carajo, que quemen el chador y también sus sujetadores si les sale de los ovarios.

Teenage warning.

La insurrección de los banlieusards es fruto de las contradicciones económicas y culturales de una sociedad enferma de ambición y racismo. 30 años de tensiones y protestas venían avisando. Pero el gobierno francés sólo supo emplear más mano dura. Como dice el sabio Sun Tzu en “El Arte de la Guerra”, nunca acorrales a una fiera herida, pues será más peligrosa que nunca y, redobladas sus energías, luchará a muerte. 

La insurrección de los banlieusards es fruto de las contradicciones del sistema capitalista. Pero quedarnos en este punto sería igual a atribuirla a los movimientos de los astros o al paso de un cometa: una fatalidad histórica.

Si la “madre patria” francesa hubiese acogido en su seno a estos extranjeros que nacieron en ella; si el “papá estado” los hubiese adoptado como a hijos propios ¿Hubiera estallado la revuelta? Si no hubiese retirado a nuestros amigos los policías de barrio para cambiarlos por robocops, si hubiese cumplido las promesas de integración y ayudas a los suburbios, si hubiese fomentado los centros de cultura en barrios en los que actualmente no hay ni un cine, generando una cultura de ocio sano frente a los problemas de la delincuencia y la drogadicción, en definitiva, si no se hubiese violentado sistemáticamente al sector más pobre y desprotegido de la población ¿Habría crecido una generación violenta?

No nos atrevemos a asegurar que no. Cierto que, antes de ser una revuelta anticapitalista, hay un factor de desigualdad ante la posibilidad de encontrar un puesto de trabajo, y por lo tanto una inadaptación a la sociedad de consumo que ejerce como causa del anticapitalismo. La sociedad de consumo se ve así rechazada no a causa de un rechazo generalizado a la opulencia, sino, en mayor medida, por la amarga consciencia de no poder competir por ella. Se fragua así un motín instintivo, nihilista, que no plantea nada salvo la destrucción de todo. Y, aunque nosotros somos de la opinión que este sistema no puede ser reformado, ni mantenido, sino que debe ser destruido, también creemos que la violencia no es un fin en si misma, y que como medio debe ser empleada con inteligencia. Los Banlieusards han quemado los coches de sus vecinos, cuando deberian haber buscado el apoyo de los trabajadores, en una época de grandes huelgas, y los estudiantes. Los grupos aislados que han cometido actos imprudentes, como pegar fuego a un autobús sin percatarse de que quedaba gente dentro, han provocado el rechazo del pueblo. Y, cuando el pueblo cierra sus puertas a los amotinados, la insurrección muere sin que sus golpes contra la Realidad hayan conseguido transformarla. El Banlieusard ha pretendido crear una situación de pánico generalizado, pero París ha bebido ya demasiado terror revolucionario a lo largo de su historia como para impresionarse ahora. Los banlieusards no son terroristas islámicos, ni terroristas siquiera. Son un movimiento espontaneo, popular, heterogeneo, que se auto-organiza en guerrilla urbana mediante grupos de afinidad. Pero no ha alcanzado una comprensión de la Acción Directa más allá de la violencia. Y cuando decimos más allá no nos referimos a “desvinculada de”, sino “no confundida con”. Pero la explicación a los actos irresponsables de algunos de estos revolucionarios la encontramos en su juventud. Desde niños de 10 años hasta chavales de 24, esta es una insurrección protagonizada por jóvenes.

Pero no hemos respondido a la pregunta: Si la “madre patria” francesa hubiese acogido en su seno a estos extranjeros que nacieron en ella; si el “papá estado” los hubiese adoptado como a hijos propios ¿Hubiera estallado la revuelta?
La insurrección de los banlieusards es fruto de las contradicciones del sistema. Pero, si el sistema capitalista, basado en la explotación piramidal de muchos hombres por una minoría cada escalón más reducida, hubiese eliminado el handicap racial, e integrado en su way of life a los hijos de inmigrantes, habría conseguido hacer la explotación menos humillante. Y, teóricamente, hubiera conseguido reforzarse: a menor malestar social, menor disidencia.
Pero resulta que esto no es así. El sistema no puede eliminar el racismo sin sufrir una fuerte conmoción.

La divisa de la República Francesa, heredera de la Revolución Francesa, es “Igualdad, Fraternidad, Libertad”. Pero la Revolución Francesa, desde el momento en que la Burguesía tomó el poder, traicionó estos ideales. Ideales que deben ser la consigna de la revolución del mañana. Ideales a todas luces complementarios: igualdad económica junto a libertad de pensamiento y acción crean un mundo de hermanos. Bakunin decía: libertad sin socialismo es libertinaje, injusticia; socialismo sin libertad es barbarie y opresión. Entiéndase la palabra “socialismo” en su acepción del S. XIX.
De libertad y de igualdad se ha hablado ya mucho. La revuelta de los Banlieusards nos habla sobre todo de fraternidad. Es aquí donde vemos y saludamos su aportación al ¿marchito? ¿creciente? movimiento revolucionario internacional.

La insurrección de los banlieusards es fruto de las contradicciones del sistema patriarcal. El Patriarcado es el poder basado en la sumisión a la figura paterna, y su sublimación en toda figura de autoridad. El gobierno es edípicamente interiorizado como padre de la nación, siendo la madre el territorio sobre el que gobierna. Y, aunque no nos guste nuestro gobierno, quien se casa con nuestra madre pasa a ser nuestro padrastro. De acuerdo a la programación que la vida familiar inculca en nuestras cabezas desde la más tierna infancia, nos acostumbramos a recibir órdenes de un padre que, en nuestra temprana infancia, se nos aparenta Dios y Todopoderoso. La religión está diseñada específicamente para inculcar este modelo machista y gerontocrático. Conforme vamos despegando de la familia, buscamos a alguien que siga pensando por nosotros, ya sea un líder, un jefe, un esposo si soy mujer, o bien ser uno mismo líder, jefe, esposo, padre en definitiva. Esto no quiere decir que quien sea huerfano de padre vaya a convertirse en revolucionario, pero sí que probablemente estará descondicionado y mal adaptado, y, en alguna faceta de su vida, puede ser conflictivo con el sistema. Pero si no hay padre a mano, siempre se encontrará un buen modelo paterno: el profesor, el poli de barrio…

Decíamos que el sistema no puede eliminar el racismo sin sufrir una fuerte conmoción. Esto es a causa de la Fraternidad. La Fraternidad es una forma de estructuración de la sociedad consistente en la horizontalidad, la abolición de las jerarquías. Todo lo contrario al sistema Patriarcal. En una Fraternidad bien entendida, todos sus integrantes son hermanos: no hay por tanto ni padre, ni jefe, ni más liderazgo que la razón. Si toda la raza humana se hermanara, haríamos temblar los pilares de la dominación. El sistema nos quiere a cada uno de nuestro padre y de nuestra madre, y ni siquiera insiste demasiado para con nuestras “obligaciones” respecto a nuestros hermanos biológicos. Y cuando a mis amigos les llamo “hermano” o “hermana”, es un pequeño acto revolucionario.

En Clichy-sous-Bois murieron dos adolescentes por culpa de la policía, sin tiempo de llegar a comprender en toda su magnitud que tenían millones de hermanos, no sólo en Francia, sino también algunos repartidos por Bélgica, Holanda, Alemania, Grecia y España.

Esos hermanos han tratado de vengar su muerte atacando no sólo los intereses del estado y el capitalismo -cebándose particularmente en la paternalista red de servicios sociales: los centros educativos, centros sociales, hogares del jubilado, ambulatorios-. Estos muchachos han tomado como blanco favorito de su ira el coche, objeto que, como decíamos más arriba, es el vehículo del narcisismo, fantasía erótica y sublimación  de la potencia sexual; y, sobre todo, el instrumento de afirmación del “pater familia”, símbolo del nivel de presupuesto familiar.

Destruir los humildes vehículos de vecinos, padres y hermanos mayores es un enfrentamiento de una audacia pocas veces vista. Es quemar los apoyos que puedas tener en tu entorno más cercano; es cuestionar (no con palabras, sino con hechos) todos los valores del trabajador aplicado, del comunitarismo patriarcal familiar.

¿Se puede ir más allá en este sentido? Sí. El factor primero que caracteriza a la insurrección como un ataque claro contra el Patriarcado y la Gerontocracia es la destrucción de templos de todas las religiones indiscriminadamente. Son hechos más aislados que el ataque a los coches, pero mucho más significativos. El hecho de quemar el templo de tu padre, su mezquita, revela hasta que punto llega el conflicto generacional el la cité. Los jóvenes no sólo se rebelan contra un país adoptivo que les rechaza: rebelándose contra sus padres biológicos, se rebelan a un tiempo contra todo orden establecido.

El conflicto de integración cultural en las banlieu, conflicto que millones de jóvenes han tenido que soportar entre la farsa liberal del modelo occidental y la rígida cultura musulmana, ha acabado estallando: ni pa’ uno ni pa’l otro. Estos chicos han empezado a encontrarse a sí mismos, a raíz de no reconocer más familia que a sus “hermanos”, ni más cultura que la gestada en el barrio.

Ahora sólo faltan las mujeres, víctimas entre la espada y la pared, siendo la espada una cimitarra que ha sido usada durante siglos para la ablación, y aunque ahora pocas veces se emplee para tal fin, el que la porta sigue queriendo castrar su vida. Y ¿que hay en la pared? Anuncios. Anuncios de cirugía estética, “Se busca…para sexo. Grandes ingresos”, anuncios eróticos de electrodomésticos y frívolos anuncios de perfume. También hay una pintada del Frente Nacional, para que recuerde el tipo de miradas que puede encontrar si consigue salir de la cité.

Velos para protegerla de la mirada de los hombres, en barrios donde son habituales las violaciones en grupo. Matrimonios a la fuerza. Esto por un lado. Por el otro, viejos de la “clase media” que ofrecen un matrimonio rentable. Jóvenes francesitos que no sabes si te miran porque les gustaría follarte o porque les gustaría matarte, o ambas cosas ¿Por qué me mira así? Amigas que sabes que no son racistas pero sientes que han crecido escuchando “moros de mierda” hasta que se les ha quedado grabado como un disco rayado.
 
Para que la revolución social funcione, es preciso una Revolución Sexual, que rompa con la represión y la agresión, que son dos caras de la misma moneda patriarcal; pues quien me castra, aunque sea imponiéndome un chador, me está agrediendo sexualmente, y quien abusa de mí, me está castrando psicológicamente impidiéndome disfrutar en relaciones futuras.
Una Revolución Sexual de la juventud, que rompa al mismo tiempo contra los celos, síntoma de carencia afectiva y posesividad enfermiza, y contra el sexo mecánico que busca follar para batir records, síntoma de desapego emocional y desprecio.
Es tarea de la Revolución Sexual explorar modelos no alienantes de familia, pasando de la familia biológica a familia humana, de la endogámia a la exogamia en un sentido figurado, para librarnos de la educación autoritaria que hemos recibido, y poder ofrecer a los niños de hoy y del mañana crecer en un proyecto de sociedad libre que avanza al tiempo que se va desmoronando la sociedad existente.

Ni putas ni sumisas, pero tampoco integradas.
Ni dios, ni amo, ni marido ni partido.

Texto perpetrado por Gavroche. Uno más que está todavía aprendiendo a amar, y ya sabe odiar. Dedicado a tod@s l@s agitadores y propagandistas cuyos textos me han inspirado y/o he plagiado para la confección de este.

Copia y difunde.

20 de Noviembre 2005.

Demofascismo

Hacia un “neofascismo” global: el “destino” de la Democracia occidental como destino de la Humanidad 

En aquellos países de Europa donde la Civilización por fin ha dado sus más ansiados frutos de “urbanidad”, “virtud laica”, “buena educación”,… (civilidad, en definitiva), el Policía de Sí Mismo posdemocrático es ya una realidad -ha tomado cuerpo, se ha encarnado

I)

Me propongo volver la vista a la realidad histórico-social que la literatura de la Globalización encubre y deniega: el estado y el futuro de la Democracia Liberal. Marcel Gauchet ha observado que, ciertamente, las democracias occidentales son aún muy jóvenes; y que, de alguna manera, ignoramos qué frutos nos regalarán en su madurez, desconocemos a dónde pueden llevarnos. ¿Hacia dónde apuntan las democracias? ¿Qué nos tienen reservado?

No es fácil responder a interrogantes tan intranquilizadoras; pues, como es sabido, en el pasado los regímenes liberales se mezclaron con el fascismo, lo prepararon y encumbraron… ¿Acabó ya esa relación? ¿Qué ocurre hoy? Hace poco, Günter Anders declaró que la “democracia” en Alemania era la mera tapadera de un auténtico “fascismo”; y la verdad es que, ante semejantes invectivas, no siempre se sabe qué responder. ¿Será cierto?

El estado actual de la Democracia es lastimoso. Se ha quedado sin oponente, pero se dice que también sin sustancia… El desapego de la ciudadanía ante su pretendida “fórmula de autogobierno” no admite ocultamiento: abstención electoral masiva, descrédito generalizado de los dirigentes y sus camarillas, marea alta del apoliticismo,… Impera un difuso desencanto político que en realidad es desafección a la democracia. Como he indicado en otra parte, esta aceptación resignada -y, curiosamente, desengañada- del sistema demo-liberal puede interpretarse como simple docilidad de la población ante un régimen que se proclama “sin alternativa”. Todo cuanto la Democracia prometía (el gobierno del pueblo por el pueblo, la transparencia de la gestión pública, la libertad política,…) se ha venido abajo; y, sin embargo, es ésta la fórmula que ha triunfado, enterradas las restantes modalidades de organización política. Su victoria sabe amarga, pues se ve empañada por el mencionado movimiento de deserción cívica -que la castiga con todos los signos del “consentimiento apático” y de la “des-participación benevolente”. “¿Quiere esto decir que la democracia no vivía en realidad más que de su discusión, y que, desprovista en adelante de adversarios, ha entrado en un torpor final en que apenas se tratará ya más que de la gestión reactiva, al día, de una historia sufrida?”, se pregunta Gauchet.

¿Torpor final? A mí me parece que es ahora cuando la Democracia está empezando a mostrar su verdadero rostro, a desvelarnos sus intenciones; y que sólo ahora, dominante, hegemónica, incontestable, sin la posibilidad de legitimarse por contraste, comenzando a hartar incluso a sus aduladores, nos va a sorprender con el raquitismo de su organismo y la malevolencia de sus propósitos. Ya ha mostrado algo de su lado oscuro, como un jirón de su pequeña alma enferma: tiende a despolitizar a la población, ahuyentando a los ciudadanos de la política y dejando esa actividad en manos de reducidos círculos de hombres ambiciosos y corruptos, hombres mediocres cultivadores del cinismo.

II)

¿Con qué sueñan las democracias? ¿En qué quieren resolverse andando el tiempo? Procurar responder a estas preguntas es plantear la cuestión de la relación entre “fascismo” y “democracia”. ¿Cómo se define el “fascismo” desde esta arena de la “democracia” en que antaño levantara castillos? ¿Es su contrario ? ¿Es otra cosa ? ¿Es lo mismo?

La historia de las ideas ha contemplado tres formas de dilucidar estos interrogantes, tres teorizaciones del fascismo desde la perspectiva de la Democracia. La primera de ellas, nacida en medios historiográficos académicos, ha querido presentar el fascismo histórico (alemán, italiano) como una suerte de monstruo sin parangón, un horroroso fenómeno “aislado” que respondería a causas muy determinadas, específicas, propias de un tiempo y de unos países, de unos hombres y de unas mentalidades, que poco o nada tienen que ver ya con nosotros. El juego de las causas económicas (crisis, paro, carestía, ruina de la clase media, etc.), sociales (turbulencias, conflictos, amagos de revolución, temor de los poderosos,…), políticas (ascenso de determinadas nuevas formaciones, esclerosis y desprestigio de los partidos tradicionales y casi del sistema democrático en su conjunto…) e ideológicas (difusión de planteamientos racistas, nacionalistas, xenófobos, totalitarios, etc.) se bastaría para explicar un proceso local, casi como una planta endémica, que situaría a dos Estados en las antípodas mismas de la Democracia. Para estos historiadores, Mommsen entre ellos, el “fascismo” constituye la antítesis perfecta de la “democracia”; y su plasmación histórica, en el período de entreguerras, devino como desenlace de procesos y circunstancias “particulares”, resultado de una combinación difícilmente repetible de factores “concretos”. La Democracia, habiendo aprendido la lección, deberá permanecer siempre alerta, vigilante, para no verse de nuevo amenazada por organizaciones totalitarias que, aprovechando las coyunturas de crisis y de descontento social, difundirán sus abominables ideas y procurarán fortalecerse sectariamente…

Esta tesis, grata a los políticos y a los gobernantes, pues legitima la Democracia “por contraste” (el monstruo habita fuera de ella; es su contrario absoluto) y tranquiliza de paso a las poblaciones -Auschwitz no se repetirá: hemos enterrado en sal su semilla-, no carece de dificultades internas y mantiene alguna cuestiones en la penumbra: aunque, una vez asentadas en el aparato del Estado, las formaciones fascistas “minaron” desde dentro el régimen liberal, su robustecimiento electoral y su ascenso político se produjeron en el respeto y en la observancia de las “reglas del juego” democráticas -legalización, comicios, alianzas,.. La ciudadanía quiso el fascismo y la democracia lo condujo hasta donde debía llegar: la cúpula del Estado…

Con variantes, esta interpretación liberal del fenómeno fascista ha terminado formando parte de la “ideología oficial del Sistema”; y es la que, durante mucho tiempo, se ha enseñado casi sin contestación en nuestras escuelas, la que se difundía privilegiadamente por los medios, etc. Solía verse aderezada con una sobrevaloración del papel de los líderes (Hitler, Mussolini, demonizados a conciencia) y un énfasis exagerado en la incidencia de las ideologías; y, habitualmente, des-responsabilizaba al conjunto de la población, a los “hombres corrientes” que votaron y aplaudieron hasta el fin a esos partidos, que idolatraron a esos dirigentes, y que -como ha atestiguado recientemente Goldhagen- tampoco quisieron perderse siempre la ocasión de participar motu propio en las torturas, en los asesinatos…

III)

La segunda interpretación surgió en los medios historiográficos y politológicos marxistas, en encendida polémica con las versiones liberales. Desde esta perspectiva, que halló en Nicos Poulantzas un sustentador de excepción, la “democracia representativa” y el “fascismo” deben conceptuarse como dos cartas (valga la metáfora) que la burguesía dominante, las oligarquías nacionales, los valedores sociales y económicos del Capitalismo, pueden poner encima de la mesa, una u otra, guardándose la sobrante debajo de la manga, en el momento en que les interese. En tiempos de bonanza económica y de paz social, la carta democrática sirve mejor a sus aspiraciones, atenuando el recurso al aparato de represión física y suscitando pocos “problemas de legitimación”. Pero en tiempos de acentuada conflictividad social, bajo la amenaza (real o imaginaria) de que se fragüe un proceso revolucionario anticapitalista, tiempos de crisis económica, de desórdenes, de descontento generalizado, de efervescencia de las ideologías contestatarias, etc., las burguesías hegemónicas, las clases dominantes que controlan e instrumentalizan el aparato del Estado, recurrirán, para salvaguardar sus posiciones de privilegio, a esa terrible carta (fascista) que esconden debajo de la manga, y alentarán, financiarán y sostendrán el “proceso de fascistización” encargado de restaurar el Orden e impedir que el sistema capitalista se lesione.

El “fascismo” no se percibiría ya, desde esta plataforma conceptual, como un “horror” enterrado para siempre en el pasado; sino como una opción para el Capital, una mera alternativa funcional a la Democracia, monstruo sustitutorio que muy fácilmente puede re-visitarnos, una baza a la que jamás renunciarán las burguesías dominantes… Según esta interpretación, sin duda menos tranquilizadora, el “fascismo” no constituye la antítesis de la “democracia”: aparece más bien como su hermano de sangre, su recambio ocasional. Dejando a un lado toda sensiblería “humanista”, lo peor que cabría decir del fascismo es que sirve a los mismos intereses que la democracia: allí donde el fascismo es malo, la democracia es perversa. Hijos los dos del sistema capitalista, sus historias correrán siempre de la mano, ocultándose uno detrás del otro, sucediéndose rítmicamente…

IV)

La tercera interpretación ha surgido en medios filosóficos y literarios; y es la menos complaciente, la más inquietante de cuantas conocemos. Por presentarla brutalmente: sostiene que el fascismo, bajo “nueva planta”, es el destino de la Democracia, su verdad y su futuro, aquello hacia lo que apunta, el lugar al que nos lleva, su esencia desplazada y pospuesta. Yo me adhiero a esta versión…

La democracia representativa conduce a un fascismo de nuevo cuño; y, al globalizarse ésta como fórmula de organización política en nuestros días, se mundializa también dicho “neofascismo” en tanto desenlace de la Humanidad. Paradójicamente, las raíces de esta lectura pueden encontrarse en Dialéctica de la Ilustración, de Adorno y Horkheimer, autores que no suscribirían el desarrollo dado a la perspectiva que con su obra arrojaron. La Teoría Francesa (Foucault, particularmente), con su apropiación de los posicionamientos de Nietzsche, constituye la segunda fuente. Desde estas dos tradiciones (Escuela de Frankfürt, Pensamiento Genealógico), se han ido aportando los materiales teóricos y conceptuales con que fundamentar el desenmascaramiento de la democracia representativa liberal como larva del “neofascismo”. Las dos corrientes, a pesar de sus discrepancias, de sus diferentes trayectorias intelectuales, han coincidido en la constatación de una circunstancia cuyo reconocimiento aún molesta al “saber oficial”: que los regímenes democráticos liberales de Occidente se amparan en la misma forma de racionalidad y recurren a los mismos procedimientos que los fascismos históricos y el estalinismo (véase, a este respecto, ¿Por qué hay que estudiar el poder? La cuestión del sujeto, opúsculo de Michel Foucault). Esta “identidad’ de los aprioris conceptuales, de las categorías rectoras, de la matriz filosófica de los fascismos, el estalinismo y la democracia -tres modulaciones de una misma forma de racionalidad, tres excrecencias de la racionalidad política burguesa-, deriva del hecho de que nuestra Cultura se ha cerrado sobre su punto de anclaje en la Ilustración y ha desarrollado sus conceptos políticos en la obediencia a los dictados logocéntricos de la Ratio, en el sometimiento riguroso al Proyecto Moderno.

Establecida esta afinidad de fondo entre “fascismo” y “democracia”, nada excluía que aquél pudiera “suceder” a ésta -o, mejor, superponerse-, sobre todo si se manejaba un concepto amplio, poco restrictivo, del mismo. A la elaboración de ese concepto amplio de fascismo, que admitiría una considerable “diversificación” en sus manifestaciones y legitimaría la idea de un “fascismo de nuevo cuño” -con un formato distinto al “antiguo”, pero una identificación en sus caracteres básicos generadores-, se ha aplicado, entre otros, E. Subirats. Para este autor, la ausencia de resistencia interna (ausencia de oposición estimable, de crítica, de contestación; es decir, “docilidad’ de la población) y el expansionismo exterior (beligerancia, afán de universalización) constituirían los dos rasgos capitales, definidores, del “fascismo” como fenómeno socio-político. Yo añadiría un tercero: la voluntad de exterminar la Diferencia (diferencia cultural, psicológica, político-económica,…). Estos tres rasgos emparentan a las experiencias alemana e italiana de “fascismo” -los llamados fascismos históricos- con los modelos de formación del espacio social (pautas de gobierno de las poblaciones, usos de gestión socio-política) que tienden a caracterizar a los regímenes demo-liberales. Cabría hablar, así, de un neofascismo superpuesto, en mayor o en menor grado, al aparato político de la democracia (elecciones, parlamento, partidos, etc.); un neofascismo de y en las democracias -fascismo democrático o demofascismo- no sé si venidero o instalado ya en nuestras sociedades…

V)

Creo que estamos en el umbral de esa nueva época, si no hemos entrado ya en ella. Y lo menos importante es la adecuación o inadecuación de la expresión que he elegido para designarla. Podría haber hablado de “despotismo democrático”; pero el término se me quedaba corto, al no aludir al expansionismo y a la represión de la Diferencia. Podría haber dicho “posdemocracia”; pero no quería dar la sensación de que me sumaba a una moda (la moda de los “post”: “post-moderno”, “post-industrial”, “post-historia”,…). Las diversas corrientes de pensamiento que han querido distanciarse del Proyecto Moderno, que procuran dar la espalda a la cadena de mitos que nos legó la Ilustración -cadena que tanto estiman las oligarquías del Planeta-, surten elementos, perspectivas, conceptos, para fundar y desarrollar esta idea de la posdemocracia o del demofascismo. Yo me he limitado, en un libro reciente, a “señalarla” y a recolectar indicios de que no es una fantasía, de que tiene los pies en la tierra… Y me ha interesado esta problemática, podéis imaginarlo, porque estimo que ya ha empezado a sobrevenirnos la Escuela del neofascismo, signo y fragua de los nuevos tiempos… A golpes de “reforma”, ya está quedando medio embastada la Escuela posdemocrática…

VI)

He aludido a los rasgos que asimilan la “posdemocracia” al concepto amplio de fascismo, caracteres que comparte con las experiencias totalitarias de Alemania y de Italia. Ahora quisiera referirme a los aspectos que la distinguen y singularizan, casi oponiéndola al modelo de los fascismos históricos.
Se detecta, en primer lugar, una clamorosa “falta de entusiasmo” hacia el régimen liberal, antítesis del “calor de masas” que acompañó a los fascismos antiguos. Esta “falta de entusiasmo” deviene, en parte, como una consecuencia de la despolitización de la sociedad a que ha abocado la práctica insulsa del liberalismo político (votar y esperar a ver qué pasa, esperar a votar porque no ha pasado nada). Frente a la re-politización de la ciudadanía que distinguió a las Alemana e Italia “fascistizadas”, tenemos hoy el apoliticismo creciente de los hombres y mujeres nominalmente demócratas, cada vez más decepcionados por una fórmula que les prometía nada menos que la “autodeterminación política”. Falta de entusiasmo: desilusión, desencanto, abulia,…

En segundo lugar, el “demofascismo” se caracteriza por la subrepción progresiva (invisibilización, ocultamiento) de todas las tecnologías de dominio, de todos los mecanismos coactivos, de todas las posiciones de poder y de autoridad. Tiende a reducir al máximo el aparato de represión física, y a confiar casi por completo en las estrategias psíquicas (simbólicas) de dominación. La dialéctica de la Fuerza debe ceder ante una dialéctica de la Simpatía… La represión posdemocrática resulta, francamente, “muy buena” como represión. Decía Arnheim que, en pintura como en música, “la buena obra no se nota” -apenas hiere nuestros sentidos. De este género es, me temo, la represión demo-fascista: buenísima, ya que “no se nota”, casi no se ve. Su ideal se define así: “convertir a cada hombre en un policía de sí mismo”. Y, en la medida en que deban subsistir figuras explícitas de la autoridad, posiciones empíricas de poder, éstas habrán de dulcificarse, suavizarse, diluirse o esconderse: policías “amistosos”, carceleros “humanitarios”, profesores “casi ausentes”,… En los espacios en que deba perdurar una relación de subordinación, un reparto disimétrico de las cuotas de poder, se procurará que los dominados (las víctimas, los subalternos) tomen las riendas de su propio sojuzgamiento y ejerzan de “doblegadores de sí mismos”: los estudiantes que actuarán como “autoprofesores”, damnificados de sí, interviniendo en todo lo escolar, opinando sobre todo, “dinamizando” las clases, participando en el gobierno del Centro y, llegado el caso, “autosuspendiéndose” orgullosamente, valga el ejemplo. Por esta vía, el “objeto” de la práctica institucional asumirá parte de las competencias clásicas del “sujeto”, una porción de las prerrogativas de éste y también de sus obligaciones, convirtiéndose, casi, en sujeto-objeto de la práctica en cuestión. Los estudiantes haciendo de profesores; los presos ejerciendo de carceleros, de vigilantes de los otros reclusos; los obreros, como capataces, controlándose a sí mismos y a sus compañeros,… De aquí, de esta hibridación, de esta semi-inversión (seudo-inversión) de los papeles, se sigue una invisibilización de las relaciones de dominio, un ocultamiento de los dispositivos coactantes, una postergación estratégica del recurso a la fuerza…

No todos los estudiantes, los obreros, los presos, etc., caen en la trampa, por supuesto: Harcamone, el criminal honrado de Genet, que verdaderamente se había ganado la Prisión (asesinando niños), y no como aquellos otros que recalaban en “la mansión del dolor” (Wilde) por razones patéticas -víctimas de errores judiciales, ladronzuelos arrepentidos, delincuentes ocasionales y hasta involuntarios,…-, quiere un día regalarse el capricho de matar a un carcelero. Y no se equivoca de objeto: no elige a la sabandija de turno, al sádico prototípico, cruel e inhumano; sino a aquel jovencito idealista, lleno de buenas intenciones, que habla mucho con ellos, dice “comprenderlos”, les pasa cigarrillos, critica a los mandamases de la Prisión, y no se permite nunca la agresión gratuita. Harcamone se da el gusto de asesinar al carcelero a través del cual la institución penitenciaria enmascara su verdad, miente cínicamente y aspira incluso a “hacerse soportable”… Tampoco los pobres de Viridiana se dejaron engañar del todo por la cuasi-monja que los necesitaba para sentirse piadosa, generosa, virtuosa, y que no escatimaba ante ellos los gestos (indignos e indignantes) de una conmiseración imperdonable.

Estuvieron a un paso de violarla o de asesinarla… La pobreza profunda es terrible (“Mi privación mata”, parece querer decirnos, después de cada asesinato, el Maldoror de Isidoro Ducase): con ella nadie puede jugar, sin riesgo, a ganarse el Cielo… Por desgracia, ya no quedan prácticamente asesinos con la honestidad y la lucidez de Harcamone, ni pobres con la entereza imprescindible para odiar de corazón a los “piadosos” que se les acercan carroñeramente… La posdemocracia desdibuja y difumina las relaciones de sometimiento y de explotación, ahorrándose el sobre-uso de la violencia física represiva que caracterizó a los antiguos fascismos…

VII)

Y es que el “demo-fascismo” será, o es, un ordenamiento de hombres extremadamente civilizados -es decir, parafraseando y sacando de sus casillas a Norbert Elias, hombres que han interiorizado, en grado sumo, el aparato de autocoerción y se han habilitado de ese modo para soportarlo todo sin apenas experimentar emociones de disgusto o de rechazo; hombres sumamente “manejables”, incapaces ya de odiar lo que es digno de ser odiado y de amar de verdad lo que merece ser amado; hombres amortiguados a los que desagrada el conflicto, ineptos para la rebelión, que han borrado de su vocabulario no menos el “sí” que el “no” y se extinguen en un escepticismo paralizador, resuelto como conformismo y docilidad; hombres que no han sabido intuir los peligros de la sensatez y mueren sus vidas “en un sistema de capitulaciones: la retención, la abstención, el retroceso, no sólo con respecto a este mundo sino a todos los mundos, una serenidad mineral, un gusto por la petrificación -tanto por miedo al placer como al dolor” (Cioran). Nuestra Civilización, nuestra Cultura, en su fase de decadencia (y, por tanto, de escepticismo/conformismo), ha proporcionado a la posdemocracia los hombres -moldeados durante siglos: “aquello que no sabrás nunca es el transcurso de tiempo que ha necesitado el hombre para elaborar al hombre”, advertía Gide- que ésta requería para reducir el aparato represivo de Estado, hombres avezados en la nauseabunda técnica de vigilarse, de censurarse, de castigarse, de corregirse, según las expectativas de la Norma Social.

En aquellos países de Europa donde la Civilización por fin ha dado sus más ansiados frutos de “urbanidad’, “virtud laica”, “buena educación”,… (civilidad, en definitiva), el Policía de Sí Mismo posdemocrático es ya una realidad -ha tomado cuerpo, se ha encarnado. Recuerdo con horror aquellos nórdicos que, en la fantasmagórica ciudad del Círculo Polar llamada Alta, no cruzaban las calles hasta que el semáforo, apiadándose de su absurda espera (apenas pasaban coches en todo el día), les daba avergonzado la orden. Y que pagaban por todo, religiosamente, maquínicamente (por los periódicos, las bebidas, los artículos que, con su precio indicado, aparecían por aquí y por allá sin nadie a su cargo, sin mecanismos de bloqueo que los resguardaran del hurto), aun cuando tan sencillo era, yo lo comprobé, llevarse las cosas por las buenas… Para un hombre que ha robado tanto como yo, y que siempre ha considerado la “desobediencia” como la única moral, aquellas imágenes, estampas de pesadilla, auguraban ya la extinción del corazón humano -será sólo un hueco lo que simulará latir bajo el pecho de los hombres demo-fascistas…

 

Pedro García Olivo

El anarquismo entre la teoría y la práctica

Conferencia dictada por Alfredo Maria Bonanno en la Universidad de Florencia el 14 de Enero de 1994, publicada en Provocazione y Anarchismo.

La conversación de esta tarde es sobre la relación entre la teoría y la práctica dentro del pensamiento anarquista y de la realización del anarquismo. El anarquismo es un concepto extremadamente complejo y contradictorio, que muchos de nosotros creemos tener claro en la cabeza, pero siempre que nos encontramos frente a la necesidad de preguntarnos o de preguntar a otros, o hablar junto a otros, sobre qué es el anarquismo, encontramos que es un problema complejo.

Es decir, limitar el análisis sobre el anarquismo sólo a su aspecto histórico, al desarrollo del pensamiento y de la práctica anarquista a lo largo de la historia es, aunque necesario, simplemente reduccionista. En este sentido, es parte intrínseca del anarquismo una disposición del espíritu, un modo de concebir la vida, una concepción diferente de la vida. Y esto no siempre es fácilmente comprensible dentro de una doctrina anarquista. Ni siquiera se puede aclarar a través de la lectura de acontecimientos, de hechos que han sido llevados a cabo por los anarquistas o de luchas dentro de las cuales estuvieron presentes de manera considerable los anarquistas. Por lo tanto no hay que confiar mucho en aquello que cada uno de nosotros tiene en la cabeza con respecto al anarquismo.

Muchos creen saber lo que es el anarquismo, mientras que efectivamente éste nos trae siempre sorpresas, como si se hurgara en una vieja arca de la cual continuasen apareciendo cosas nuevas.

Tantas Casandras del pasado, antiguo y reciente, han sentenciado la muerte del anarquismo, el fin de las teorías y de las prácticas anarquistas. Luego, de repente, en las barricadas, en las calles, en las mismas aulas universitarias, vuelve a emerger el discurso sobre el anarquismo, reaparecen las banderas negras. Eso significa que algo se mueve dentro de la realidad, de manera siempre diferente. Y ese algo es, ciertamente, el rechazo radical, la negación absoluta de cualquier tipo de autoridad, de cualquier forma de opresión intelectual y práctica que se nos planta por delante e intenta poner orden en nuestra vida; que amenaza con dar a nuestra existencia un significado distinto a aquel que pensamos que debe tener para cada uno de nosotros, y que cada uno debería ser libre de darse.

Eso no quita que desde un punto de vista histórico el anarquismo haya tenido su trayecto, se haya presentado en determinadas estructuras precisas y se haya expresado también en determinados roles. Pensadores, filósofos, sociólogos anarquistas que han querido dar un cuerpo doctrinal a esta visión de la vida, transformándola en una filosofía. Como saben, toda doctrina nace, se desarrolla y muere. Se circunscribe dentro de una significatividad propia y allí encuentra su sentido y su razón de ser, pero también su límite, su confín y su muerte.

El anarquismo doctrinario. Quisiera dedicar unos minutos a este aspecto del anarquismo, ciertamente significativo. Porque es precisamente en la elaboración de los conceptos que se construye esa herencia que en la práctica, sucesivamente, da sus frutos. Ya que estamos en la sala de una academia filosófica hay que decir que los filósofos han dirigido a menudo su pensamiento hacia cuestiones de análisis político, y se han planteado la clásica pregunta fundamental: ¿qué hacer? No es que en cuanto filósofos hayan sabido dar una respuesta, incluso aquellos que por su elección de estudios, y por su disposición de ánimo, se encontraban muy cercanos al pensamiento anarquista. Pero han reflexionado bastante respecto a la pregunta, y estas reflexiones son importantes para la acción. Cuando son realmente significativas, es decir, cuando aprehenden los problemas en su contenido vital radical para la vida de las personas, también estas reflexiones se vuelven práctica. Pero no nos adelantemos.

Existe una relación, ciertamente tan vieja como el mundo, entre práctica y teoría. La doctrina lo ha explicado de una manera bastante inmóvil, esclerotizada: primero viene la teoría, luego la práctica o, como mucho, de la práctica puede surgir un desarrollo, una profundización, una deformación de la teoría. Los anarquistas, como veremos, lo ven un poco diferente.

Así pues, el desarrollo de la doctrina del anarquismo. Hacia finales del siglo XVIII comienzan a difundirse las primeras teorías anarquistas, teorías que —junto a otras— contribuyen a preparar el gran trastorno de la época: la Revolución Francesa.

El primer pensador es William Godwin y centra la atención en la relación entre el Estado y el ciudadano. Una relación importante de la cual nace la posibilidad de un orden constituido, de mantener organizaciones y estructuras en la vida cotidiana del ciudadano. Toma partido por primera vez de manera clara contra la tesis hobbesiana del homo homini lupus [1], busca hacer ver cómo dentro de la dimensión contractual podría existir también una visión, digamos, crítica; una limitación de la que será la concepción de Jean Jacques Rousseau. Estas primeras aproximaciones de Godwin están bastante desarrolladas, y constituyen el primer cuerpo doctrinal del anarquismo, el cual atraviesa, no indemne, el gran fuego de la Revolución Francesa.

Esta revolución es uno de los elementos de transformación de la realidad europea y mundial de la época. Dentro de ella no se encuentran sólo las grandes fuerzas autoritarias del jacobinismo, las otras expresiones en las cuales se dividió la estructura de poder que se estaba formando en la composición revolucionaria de los primeros días insurreccionales, sino que existe también una fuerza popular, una fuerza que viene desde abajo, que es la expresión de determinadas necesidades, de determinadas exigencias, particularmente del sufrimiento de la gente pobre; y hay también pensadores que expresan de una manera cargante, violenta, periodística —del todo nueva en aquella época— el sentido profundo de ese sufrimiento.

El segundo punto importante del desarrollo histórico del anarquismo se halla un poco más adelante, y lo representa la figura de Pierre Joseph Proudhon.
Proudhon es importante porque es un pensador proletario, viene del pueblo. Hijo de un zapatero, es autodidacta pero capaz de entender de qué manera se está transformando la estructura social de su época. Es quien elabora, por primera vez de forma profunda, el concepto de lucha de clases en términos diferentes a aquellos que serán luego, más adelante, los términos marxistas. Es quien elabora el concepto de federalismo libertario. Profundizará después el concepto de mutualismo como apoyo a la producción de base en ausencia del capitalismo; la sustitución de la producción coordinada por el mercado o colectivizada en una serie de controles desde arriba por un sistema de pactos y acuerdos recíprocos, libremente establecidos entre grupos de productores, y libremente coordinados a nivel cada vez más amplio de manera federalista. Con Proudhon se desarrolla el estudio de la estructura de la realidad, de los movimientos espontáneos y forzados que la constituyen, de las fuerzas visibles e invisibles que parecen condicionarla, y de los distintos medios que las personas poseen para unirse entre sí, recogiendo sus fuerzas en un esfuerzo común de liberación. Una profundización teórica de enormes dimensiones que Proudhon ha entregado a las generaciones siguientes, pero que hasta el momento no ha sido estudiada seriamente.

El pensador —y es reductivo definirlo como pensador— que apreció a Proudhon y del cual a mi me interesa dar algunas indicaciones es ciertamente Bakunin. Un gigante fascinante que viene de Rusia y que transforma la realidad europea con su acción revolucionaria, con sus proyectos organizativos a veces contradictorios, otras veces de una extrema lucidez política, que asusta a los gobernantes de todo el mundo con sus ideas subversivas y destructivas, con su impresionante capacidad de intervención y de elaboración teórico-práctica. Las ideas que pone en circulación Bakunin se pueden resumir en unas pocas palabras; la anarquía debe lograr desencadenar las fuerzas primarias de las personas, es decir, su capacidad de transformar la realidad debe colocar en la balanza de la contraposición de clase un trastorno absolutamente nuevo, sin el miedo a que de este choque surjan figuras sociales impresionantes: caos, convulsiones, desbaratamientos, desorden. Así, Bakunin no teme al desorden, más bien lo contrario, lo busca como la única fuerza liberadora que las personas tienen a su disposición. Bakunin es esencialmente un portador del desorden.

Este hombre, que durante toda su vida pensó y organizó estructuras bien precisas, redactó reglas, buscó realizar formas organizativas bien precisas, era esencialmente un desordenado. Un hombre que vivió una vida desordenada. Un aristocrático que no consiguió liberarse de su particular concepción de la vida, de la vida que jugaba con coraje, si quieren exasperándola, también en las barricadas, no sólo en la mesa de trabajo; pero un hombre que supo traer a Europa ese viento del caos cosaco, indispensable para la revolución. Los europeos de mediados del siglo XIX no sabían cuan peligroso era el orden que por todas partes se buscaba instaurar. El Estado con su represión, los revolucionarios autoritarios con sus leyes virtuistas [2] e igualizantes. Este representante salvaje del pueblo eslavo, hombre de inmensa cultura y de grandioso corazón, consiguió traer la idea y la práctica de la anarquía a Europa.

Algunos años más tarde, otro ruso llega a Europa. Es un científico, un geólogo, un geógrafo, un gran investigador. Kropotkin es el otro aspecto de la contribución que Rusia y el pueblo eslavo dan a la vieja Europa. Es un hombre de orden, no un hombre de orden en el sentido de la conservación, sino en el sentido del nuevo orden social que sueña con tratar de manera profundizada, en el sentido de la organización científica del pensamiento anarquista. Por primera vez, con Kropotkin, el pensamiento anarquista recibe una sistematización de todos sus aspectos. Su teoría se basa en la hipótesis de la bondad natural de las personas, en la tendencia espontánea a la colaboración dentro de la especie y no al conflicto. Partiendo de esta construcción, por primera vez realizada detalladamente en El apoyo mutuo, Kropotkin desarrolla toda una serie de intervenciones revolucionarias, en las cuales, según su tesis, la propaganda, el trabajo entre las masas, dentro de las estructuras de las masas, constituye un momento, un lugar, un acto con el cual se coloca una semilla bajo la nieve. Aunque la realidad sea negativa en un momento dado, cubriendo la semilla y haciéndola desaparecer, tarde o temprano ésta germinará.

Por lo tanto, desarrolló una idea determinista del pensamiento y de la acción anarquista paralelamente al nivel de investigación científica de su época. Como saben, la ciencia había festejado los grandiosos resultados de la mecánica, tanto celestial como terrenal, y estos grandes resultados habían llevado a considerar a la ciencia capaz de resolver todos los problemas de las personas.
Kropotkin recoge el mensaje científico del determinismo de su época y construye el proyecto de una anarquía dirigida de manera determinista hacia la solución del problema social del género humano y la construcción de una sociedad futura libre y feliz.

El punto esencial del pensamiento de Kropotkin es que dentro de la estructura actual, una estructura evidentemente de contraposición, de explotación, existen ya en marcha, si bien no visibles, las fuerzas que fundarán la sociedad libre y la sociedad anarquista de mañana. Así, en un cierto sentido, Kropotkin dice que la anarquía no se construye en el futuro sino que existe ahora, simplemente debe ser apoyada y desarrollada.

Antes de Bakunin y antes de Kropotkin, otro pensador, del cual hemos hablado ayer —los presentes lo recordarán— es Stirner [ver la conferencia del 13 de enero de 1994, hecha en la misma Facultad de Filosofía de la Universidad de Florencia, con el título «Max Stirner, il filosofo dell’Unico. Teoria dell’individuo», publicada en Teoria dell’individuo. Stirner e il pensiero selvaggio, Edizioni Anarchismo, segunda edición, Trieste 2004].

Stirner es el exponente más importante del individualismo anarquista, que con la teoría del único desarrolla la posibilidad de una idea completamente diferente, una idea que no tiene en cuenta los aspectos de la estructura de masa, que no tiene en cuenta los aspectos organizativos, sino que reafirma solamente el discurso del individuo en tanto que egoísta, de su desarrollo, de su propiedad, de su estructuración dentro de la unión de egoístas, etcétera. Pero de esto hemos hablado mucho ayer.

Según creo, todo este desarrollo del pensamiento anarquista, el cual se podría detallar en muchísimos otros representantes, está bien cerrarlo aquí. Me doy cuenta de que excluyo a una parte muy grande del pensamiento anarquista, basta pensar en la considerable importancia de Malatesta que introduce su crítica y su acción en el discurso de Kropotkin mejorándolo, perfeccionándolo con la hipótesis del voluntarismo anarquista. Con Malatesta, la rigidez determinista del pensamiento científico de Kropotkin es mitigada por la voluntad del individuo de intervenir en la transformación social, de poseer su significatividad en la acción contra la realidad opresiva que tiene delante. Entonces, piensen en la gran importancia de Errico Malatesta considerando también este singular problema.

Paralelamente al desarrollo de estas teorías que, como pueden constatar, cubren un espacio de tiempo de 120 años, en la práctica hubo luchas. Los que han estudiado historia conocen con precisión las fechas: finales del siglo XVIII, 1848, 1871, 1917 [3] . En estas fechas, entre estas fechas, o sea, entre los intentos de destruir el dominio, la reestructuración del Poder, los aspectos revolucionarios, el reforzamiento del conservadurismo, los golpes de Estado, la formación de las distintas estructuras de defensa y de resistencia por parte del proletariado, las revoluciones, el aporte de los anarquistas va perfeccionándose, es decir, se va cualificando desde el punto de vista de la determinación de una estrategia y de una teoría anarquista. Se diferencia, se cualifica y se identifica en dos tendencias bien precisas, aunque no se puede decir que están efectivamente separadas entre sí. Una tendencia que podríamos definir como asociacionismo libertario y otra que podríamos definir como individualismo libertario. Estas dos tendencias, repito, nunca completamente separadas entre sí, muchas veces en contraste —incluso violentamente—, persisten y atraviesan toda la historia del anarquismo.

El asociacionismo libertario nace de una reflexión, de una estrategia y de una práctica muy simples: el Capital, después del inicio de la producción industrial, se ha ido consolidando en grandes estructuras anónimas, en grandes complejos industriales, especialmente en considerables inversiones, en enormes trust interestatales, particularmente en la explotación colonialista e imperialista. De cara a este desarrollo de las cosas, no era difícil entender que la formación capitalista estaba volviéndose cada vez más visible, lo mismo que el Estado y su función de apoyo a la estructura productiva. Era un nuevo tipo de Estado que se vislumbraba, el Estado del triunfo de la burguesía, bien manifestado en la música de Rossini y en los lujosos palacios parisinos, desde la Sorbona hasta Luxemburgo. La visión directa de la opresión y de la descarada gloria del vencedor debía ser espantosa. Fábricas, personas, edificios, cuarteles, etcétera. Una impresión terrible que todavía hoy perdura al mirar esos edificios, símbolos vivientes de la opresión, los cuales incluso hoy dan la sensación de la pesadez de la burguesía francesa de la primera mitad del siglo XIX. La conciencia de sí se realizaba en la expresión arquitectónica de la misma manera que unas décadas más tarde se realizará en el derribo de los viejos barrios proletarios parisinos. Todo aquello da muestras de la conciencia de una burguesía triunfante en un Estado unitario. Algo así no se percibe en la modesta arquitectura británica y, dentro de ciertos límites, sí que se ve —aunque de manera diferente— en la arquitectura de las grandes ciudades italianas o alemanas, porque la intención de estos edificios estaba más dirigida a subrayar la unidad nacional que la consolidación de la fuerza de la burguesía.
Pero, para volver a nuestro discurso, el modelo que el asociacionismo libertario tenía era el de un Capital triunfante, el del Estado unitario francés, sólo en segundo lugar el inglés, de forma inteligente menos inclinado a la ostentación barroca. Contra esta estructura era contra lo que necesitaba unirse, juntar fuerzas y atacar.

El primer intento considerable que se hizo fue, como todos sabemos, el de la Primera Internacional. La organización de la Primera Internacional la conocemos. Una estructura con fortísimas características sindicales, es decir de defensa, de defensa del puesto de trabajo, de defensa de la estructura productiva, de defensa de la profesionalidad y de la capacidad productiva de cada uno.

En los conflictos internos de la Primera Internacional se puede ver que no todos sus grandes exponentes tuvieron un concepto de tipo asociacionista. Seguramente lo tenía Marx, ese concepto centralizador de tipo asociacionista y defensivo. El concepto de Bakunin era diferente, ya que tenía una concepción que buscaba respaldar al componente menos significativo —menos fuerte desde el punto de vista salarial— de los adherentes a la Primera Internacional.
El choque principal entre Marx y Bakunin en el seno de la Primera Internacional se registra en el enfrentamiento que hubo cuando sucedieron las primeras huelgas organizadas en Ginebra, cuando Bakunin se puso del lado del proletariado inmigrante, sustancialmente peones de la construcción, mientras que los marxistas se pusieron del lado de los llamados trabajadores de fábrica, que eran montadores y especialistas relojeros.

Esta considerable diferencia nos lleva a entender cómo también dentro de la clase obrera de la época existía lo de siempre: un proletariado y un subproletariado. Una clase explotada, sin duda, pero en un cierto sentido privilegiada por la seguridad de su salario y de su trabajo, y una clase provisoria, precaria, menos segura de su futuro. De todos modos, volviendo al discurso de la Primera Internacional, el asociacionismo del cual hablamos continuará después del fracaso de la Primera Internacional, después de la defenestración de Bakunin y todo eso; continuará y se desarrollará, dando vida, mucho más tarde, al sindicalismo revolucionario, a las ideas del anarcosindicalismo, etcétera, llegando hasta nuestros días, manteniendo intacto el concepto de luchas intermedias, el método reivindicativo, la importancia de la defensa de los salarios, etcétera.

El concepto principal, el elemento fundamental del asociacionismo libertario, se puede resumir en la idea de que las estructuras organizativas del sindicato revolucionario y anarquista deben ser capaces de garantizar el pasaje del mundo en el cual vivimos, dividido en clases, a la sociedad libre de mañana. Por lo tanto deben ser las estructuras mismas que, apropiándose de los medios de producción por medio del avance del proceso revolucionario, los sustraen a la propiedad privada, al capitalismo, y los colocan en manos de la sociedad de los trabajadores, la sociedad futura liberada, o ya sea anarquista.

En contraposición a estas ideas, en una línea completamente diferente (y no estamos aquí para hacer un juicio de calidad, es decir, no buscamos establecer quién tiene razón y quién está equivocado, quién ha tenido razón y quién ha estado equivocado, históricamente hablando), pero paralelamente al asociacionismo libertario se desarrollan el individualismo anarquista y el individualismo libertario. ¿Qué significa esto? Significa que los anarquistas son personas que tienen una visión particular de la vida. El rechazo de la autoridad es el rechazo de toda autoridad. No sólo de la autoridad que lleva grados, de la autoridad que lleva uniforme, de la autoridad que se resume en la figura del patrón. El anarquista ha sido capaz de desmoronar esta fachada, mirar debajo y entender, ha sido de los primeros —y muchas décadas antes de que este argumento se tratase de manera normal en las aulas universitarias, mucho antes— en entender que detrás de las figuras más evidentes del Poder habían otras figuras, que estaba la familia, la estructura familiar con el poder dominante del macho, la figura del padre-patrón; estaba la figura todavía más complicada del maestro que educa, que enseña; estaba la figura del líder revolucionario, del líder político, del líder sindical. ¿Qué son estas figuras que emergen, que aparecen? ¿Son personas dotadas de capacidades particulares? ¿O surgen por el hecho de tener, digamos, más tiempo que los demás para dedicarse a profundizar sobre ciertos problemas? ¿O porque han recibido de otros una delegación que consiente que ellos se puedan dedicar a determinados problemas y, por lo tanto, como intuyó Bakunin, independientemente de que se les ponga a disposición una eventual suma de dinero, acaben teniendo y ejerciendo un poder real, y acaben entonces luchando para conseguir mantener sobre los demás un dominio concreto? Los anarquistas habían entendido a tiempo este muy difícil problema y, por lo tanto, gracias a esto habían entendido también la importancia y la necesidad de una crítica del asociacionismo.

Sí, está claro, el Capital es fuerte, las estructuras que tenemos delante nuestro son monolíticas. Pero, ¿qué precio debemos soportar por juntarnos y combatir esta estructura de dominio en su propio terreno? ¿El precio es aceptar una forma diferente de dominio, ilusionándonos con que esta forma es transitoria y que mañana, llegados a una posible situación liberada, quien nos había guiado hacia la victoria volverá a casa, abandonando su posición de dominio? ¿O esto no ocurriría jamás porque esta gente querrá permanecer en su puesto privilegiado? Estos análisis críticos han sido hechos principalmente por los individualistas, porque cuando fueron hechos por los asociacionistas libertarios y anarquistas, solían encontrar pequeños remiendos: la delegación rotativa, el mandato imperativo, el mandato revocable. Se sabe que éstos son medicamentos y no la cura del mal. Mientras tanto el individualista dice: «A mí este asunto no me interesa, me tiene sin cuidado, si debo encontrar a mi compañero —como afirmaba Stirner— siempre encontraré a alguien que se unirá a mí sin prestar juramento a ninguna bandera, sin fijar ningún tipo de acuerdo que nos ligue más allá de la cosa específica que debemos hacer juntos»; y de estas elecciones individualistas saldrá una práctica diferente del anarquismo. Es la Belle Époque.

En el siglo que todavía no ha escuchado tronar los cañones de la Primera Guerra Mundial, los ricos comienzan a sentir los golpes de la dinamita de la propaganda por el hecho, o sea, del recurso a la acción directa. Es el ataque directo, inmediato, contra personas responsables de determinadas acciones, contra estructuras que hacen posible la explotación de manera total. Es el periodo que quizás ha contribuido de manera excesiva a alimentar la iconografía de un cierto anarquismo, el periodo de Bresci, que mata a Umberto I, de Caserio, de Ravachol. De todos modos, no quiero alargarme sobre estos hechos que han fascinado y continúan fascinando a tantísimos compañeros.
Pero mejor demos un paso atrás para hablar del análisis anarquista de la estructura del Poder, porque no hay duda de que el análisis del Poder es central en el anarquismo.

Ahora bien, que la estructura del Poder es visible, que golpea a la percepción inmediata, a la vida cotidiana, que se filtra a través de la organización precisa de nuestras funciones como ciudadanos, de participantes en las cuestiones públicas, etcétera, es un hecho que no sólo los anarquistas comprendieron, sino que todo el mundo puede entender perfectamente, digamos que a partir de la Revolución Francesa. Pero muchas veces este análisis ha sido reducido a la llamada expresión política. Y de esta forma reduccionista del análisis del Poder, se ha deducido la necesidad de que haya alguien que se haga cargo de la gestión de las cuestiones públicas, que esto sirve, es necesario, y por lo tanto lo importante es que esta necesidad sea reducida al mínimo mal posible. Ésto antes de que hubiese la democratización del Poder: abajo el tirano, ya sea uno o muchos, intentemos racionalizar el Poder. Entonces monarquía, monarquía constitucional, república, república parlamentaria.

Pero los anarquistas habían entendido otra cosa: que en todo este juego de facciones, en toda esta llamada evolución de sistemas políticos la única cosa que había que hacer era intervenir como portadores de un método de lucha específicamente anarquista, que tenía que ser aplicado en cualquier lucha intermedia, es decir, participaban no tanto por el resultado —que más o menos, ya se sabía, servía siempre para la reconstrucción del dominio— sino para intentar alargar la validez de la metodología anarquista. Por ejemplo, los anarquistas estaban contra la monarquía e implícitamente, casi siempre, parecían estar a favor de la república. Pero esta participación en la lucha no era por ser republicanos, sino por ser compañeros revolucionarios y anarquistas que luchaban (con ciertos medios y no con otros: por ejemplo, no mediante la expresión electoral) contra la realización más aguda y significativa de la burguesía y de quienes están en el Poder, como por ejemplo la monarquía, para luego luchar contra la república. Este razonamiento implica dos aspectos interesantes. Primero: un análisis del Poder diferente, es decir, capaz de llegar a la conclusión de que no existe un Poder ideal, sino que el único Poder ideal es aquél que no existe. Segundo: que es necesario posicionarse siempre de un modo crítico frente a la estructura que tenemos delante nuestro y buscar mantenerse fuera de ésta, ya que no es posible una intervención de lucha dentro de la estructura. Rechazo, pues, de las clásicas categorías del entrismo [4] , rechazo del parlamentarismo representativo, rechazo de todas las estructuras que tienen características institucionalizadas, como por ejemplo los partidos, pero también rechazo de aquellas organizaciones paralelas que se transforman en sostenedoras engañosas y encubiertas de la cola estatal, como por ejemplo las organizaciones del voluntariado. Toda esta miseria política es dejada a un lado, lo que significaría la crítica del Poder como crítica de la política.

Pero la crítica de la política hecha por los anarquistas no es sólo una crítica del Estado. Porque no sólo la expresión del Estado es política. No es política sólo la acción del Estado. Por este motivo los anarquistas son antipolíticos, porque son contrarios también a aquellas que son las expresiones de la polis, en el sentido griego del término, es decir, de la sociedad por como está realizada y por como está históricamente organizada. Los anarquistas, por lo tanto, son portadores de una acción de tipo antisocial. No son para nada defensores de una lucha que se introduzca en lo social.

Muchos de los discursos hechos en los últimos veinte años tienen una característica equívoca. Cuando se ha hablado de luchas anarquistas en lo social, se ha hecho para no parecer extraterrestres, para no parecer portadores de algo poco comprensible a la gente. Pero los anarquistas tienen muy poco que ver con la sociedad. Con esta sociedad. Porque está claro que el Poder no se encuentra sólo en los centros de decisiones, sino que desde aquellos centros impregna toda la realidad social. La sociedad es una expresión del Poder, no es la pobre Cenicienta que soporta las órdenes de la madrastra que se viste con el traje del jefe de Estado, del policía, del juez. Forma parte del Poder —tiene su responsabilidad y su complicidad con el Poder— también quien sufre la explotación, también el explotado, también el obrero. También la estructura productiva es cómplice del Poder, también la estructura productiva capilar, periférica. Esto lo han comprendido los anarquistas y lo han denunciado en todas sus intervenciones en el ámbito de la actividad laboral y de la conflictividad social. Desgraciadamente, y ésta es una responsabilidad histórica suya, una responsabilidad histórica nuestra, una responsabilidad personal mía, si se prefiere, lamentablemente no hemos sido capaces de tomar con coraje este argumento en los últimos veinte años, decir que los responsables no sólo son aquellos que están en Montecitorio [5] , o los que visten la túnica del juez, sino también aquel que soporta la explotación sin rebelarse, quien simplemente consigue arreglárselas para llegar a fin de mes. Es éste también un elemento del Poder y es también contra esta estructura, contra estas personas, contra esta realidad que los anarquistas se mueven y buscan desarrollar su crítica en todos los aspectos de la vida.

Por lo tanto, la crítica del Poder no quiere decir solamente crítica del Estado, sino también crítica de la familia, crítica de las estructuras familiares, crítica de un amor vendido a granel, día tras día, crítica de la sumisión de la mujer y crítica de la sumisión del hombre en relaciones no recíprocas, muchas veces vaciadas de todo contenido afectivo, simplemente santificadas por una detallada fórmula jurídica. Porque es esto lo que forma el Poder, éste es el ejercicio del Poder en la realidad cotidiana. La crítica del Poder en la escuela, de la relación que se ha creado en la escuela entre profesores y alumnos, crítica de los profesores a los que se les decía: «No, ustedes deben enseñar más los viejos contenidos institucionales en las materias de estudio del pasado, den el 6 político [6] , porque queremos tener este pedazo de papel». Y, ¿qué ha hecho la estructura de la enseñanza institucional? Ha vaciado todo de contenido: sí, se da el título, el diploma, con los resultados que se pueden ver por doquier, con sus niveles de pérdida de cultura. ¿Para qué les sirven esos trozos de papel ahora? Ahora se intenta decir al profesor: «No, tu nos debes dar realmente el contenido, ahora danos el contenido, no nos interesa más el trozo de papel; queremos saber, porque nos hemos dado cuenta de que sin conocimientos no encontramos un puesto de trabajo».

El estudiante, en ese columpiado movimiento de sus peticiones históricas de los últimos veinte años, qué cosa ha conseguido expresar sino su miseria, en cuanto persona miserable que acepta y mendiga un aspecto del Poder: la participación en la dirección de la sociedad del futuro. Porque en las aulas universitarias, aquí dentro, en aulas como ésta, se preparan los directivos de las clases del futuro y, por lo tanto, se preparan dos tipos: o un imbécil o un miserable. El trabajo, más de lo mismo. No es que el Poder se sitúe, como decíamos, lejos, en un lugar tan remoto que basta simplemente con asesinar a Umberto I para resolver el problema. El Poder está también dentro de las fábricas, en el interior de las fábricas donde es prácticamente desmenuzada la misma capacidad de intervención, de lucha, de contraposición; donde todo ha sido consignado en las manos de los delegados sindicales, donde hoy por hoy hablar de huelga comienza a ser una pantomima sin significado, o una ilusión; donde las prácticas cotidianas —que en un momento eran significativas y muy dolorosas para la parte contraria—, las prácticas de sabotaje se han vuelto raras e inexistentes; donde se corre el riesgo de ser tomados por provocadores, nada más insinuado un discurso de este tipo; donde el obrero hoy por hoy no espera más que participar en su pequeña cuota de poder. Los anarquistas lo han entendido. Desgraciadamente, no abordé, a su debido tiempo, las consecuencias lógicas y operativas de esta crítica del Poder.

¿Qué esperamos de la crítica de la ciencia, de la tecnología? ¿Esperamos que los trabajadores de la ciencia, los tecnócratas, consigan resolver los problemas de la sociedad? ¿Que consigan producir energía limpia, impedir la contaminación del mundo en el que vivimos? ¿Que consigan desarrollar un posible uso racional de los «recursos», que son limitados y cada vez lo serán más? ¿O simplemente esta categoría de personas no hace más que llevar a cabo su parte en el proyecto del Poder? ¿Qué podemos decirles? ¿Que estén más atentos, que desarrollen mejor sus investigaciones, que sean más cautos, que nos den una energía nuclear más limpia? ¿Qué podemos pedir? O debemos borrar a la ciencia de una perspectiva de mejora y desarrollar una crítica que sea radical, realmente destructiva, situar a los técnicos y a los científicos frente a su responsabilidad, porque son ellos los hombres del Poder, no sólo el presidente o el jefe de Gobierno.

El Poder ha continuado pulverizándose, fragmentando las estructuras. Porque poco a poco se ha pasado de la vieja concepción del Poder dictatorial, incluido dentro de instituciones bien precisas, el Poder se ha extendido a la sociedad y por lo tanto se han vuelto instrumentos del Poder también las organizaciones de resistencia, aquellas mismas organizaciones que en un comienzo fueron organizaciones de resistencia, de defensa de los intereses del proletariado, de los intereses de los explotados. Pensar en los partidos, por ejemplo en los partidos de izquierda. El Partido Comunista, tal como fue pensado en la hipótesis, a su modo revolucionaria, del materialismo dialéctico.
Estos partidos son estructuras del Poder, no tanto porque de una forma u otra se hayan apoderado en algunas ocasiones del Poder y hayan llevado a cabo sus programas a fondo, incluyendo genocidios en masa y todo eso, sino por su tendencia congénita a ser instrumentos de poder.

Se puede pensar también, por ejemplo, en el análisis de Lenin sobre la participación en las elecciones. En una carta creo, Lenin dijo:

«A nosotros no nos interesa participar en masa en las elecciones, conquistar la mayoría en el parlamento, nos interesa una representación política parlamentaria, aunque no sean más que uno o dos diputados, porque ésta puede ser portavoz de lo que sucede en la calle».

Aparentemente este análisis puede ser expuesto por personas que no son leninistas. Aun así se trata de una tesis que escoge la participación limitada en las elecciones, de forma funcional a la conquista del Poder. De hecho enlaza, y pone a disposición de la estructura política, el movimiento de calle, impidiendo que éste se desarrolle, ya no digo autónomamente, pero sí según aquellas capacidades de crecimiento creativo sugeridas por la situación, por las necesidades, por el sufrimiento, por la explotación específica, siendo todos estímulos que están presentes y que hacen crecer el movimiento de calle. Por el contrario, en el concepto leninista de Poder, también en este ejemplo particular, hay una proyectualidad que canaliza las manifestaciones espontáneas hacia la óptica de la conquista del Poder. Por lo tanto, en la acción del partido y en la organización de defensa del proletariado (partido y sindicato como correas de transmisión, sin importar cual domina sobre cual, ya que se remiten recíprocamente las tareas) hay ese aspecto del Poder, por lo cual la gestión del Poder in nuce vigila la gestión futura del Poder, una vez conquistado.

Pero los anarquistas han desarrollado una crítica aún más profunda, aquella referente al delegacionismo. Han dicho siempre: «no es posible delegar en otros lo que podemos hacer nosotros». Esto es algo importante, porque parece muy natural que una persona, la cual no consigue hacer algo, recurra a una prótesis, extienda sus posibilidades haciéndose asistir por otra persona.
Ahora, este concepto tan espontáneo, tan humano, es augurio de muchas consecuencias negativas. Quien recibe la delegación se cree revestido de un poder que se puede extender, que puede crecer, también en los casos de un delegacionismo lo suficientemente limitado. Es por tanto llevado a utilizar dicho poder, claro que con las mejores intenciones, al menos en un principio. Además, ¿por qué recibe esta delegación? Porque le es reconocida una capacidad, una capacidad técnica, una capacidad teórica, quizás una capacidad mínima, estúpida, como la de saber hablar por otro, una capacidad imbécil, como la de saber escribir por otro, cosas de importancia secundaria, pero que a la larga constituyen elementos sobre los cuales se construye el Poder del individuo, el Poder de mañana. Los delegados siempre son personas muy peligrosas (y yo soy una de esas personas peligrosas, y a personas como a mí jamás debería serle concedida una delegación porque podría ser atraído para hacer de ella un mal uso). También hablar en lugar de otros es delegación, es un hecho negativo. Así pues, todo lo que estoy diciendo aquí siempre debe ser visto bajo una luz crítica. Claro que se trata, en los casos como el que hoy estamos viviendo juntos, de un riesgo limitado. Ante todo, podría decir unas estupideces, pero para obviar eso basta con que lo que diga sea atentamente valorado. Luego porque, en delegar en mí para hablar, los compañeros organizadores acordaron conmigo un tema lo suficientemente cerrado y quisieron saber primero de qué hablaría, aunque sea a grandes rasgos, reservándose evidentemente la posibilidad de interrumpirme diciendo: «para, estás diciendo estupideces». Y entonces, como ven, en este caso se trata de un delegacionismo de lo menos peligroso. Pero el problema persiste.

Pensemos en otro tipo de delegaciones, por ejemplo en las delegaciones sindicales, en las delegaciones de organizaciones específicas. Es decir, cuando el movimiento revolucionario se vio forzado a dar vida a organizaciones clandestinas de lucha, a organizaciones armadas capaces de atacar y contraatacar a aquellas estructuras realizadas por el Poder para la opresión, la explotación, el control, etcétera. Dentro de estas organizaciones específicas, está la cuestión de la disponibilidad de las técnicas de competencia; por ejemplo, quién sabe utilizar determinadas cosas fácilmente ocupa un puesto de dominio, un puesto de relevo, y se vuelve a menudo casi insustituible. Prueben quitarlo de aquel puesto, supriman el juego de la personalidad. ¿Cómo hacerlo? No es fácil. También dentro de las organizaciones anarquistas sucede esto. Ya que no sucede de un modo descaradamente claro, en un sentido tipo «yo soy general, tu coronel, debes hacer lo que te digo», el problema es todavía más difícil.

Muchos años atrás tuve una conversación con Cipriano Mera, albañil de profesión que durante la Guerra Civil Española fue nombrado general de cuerpo del ejército republicano, responsable de la contraofensiva anarquista que se intentó poner en práctica también contra los comunistas [7] en los últimos meses de la guerra. Él decía no haber afirmado nunca que, siendo general, si daba una orden a un coronel éste debía obedecer. Como compañero anarquista nunca podría haber dicho algo así. Pero encuentro extraño que negara esta afirmación (además de que había una grabación de estas palabras, pronunciadas en un mitin público). Según creo yo, es legítimo que un general dé una orden a un coronel y es natural que un coronel deba obedecer, y es algo legítimo también para los anarquistas que (por desgracia para ellos) se encontraban combatiendo dentro de una organización militarista, o sea, una guerra de línea en la cual estos participan en un frente constituido por fuerzas republicanas, populares, comunistas, liberales, internacionalistas de todo tipo, etcétera. En este caso, los anarquistas deben participar en la lógica del juego. No pueden participar como anarquistas en una guerra de línea. Deberían haberlo pensado antes. Antes, cuando aceptaron ir al Gobierno. Deberían haberlo pensado antes, cuando aceptaron crear las grandes organizaciones sindicales que los obligaron a ir al Gobierno. Deberían haberlo pensado antes, cuando tomaron la senda del asociacionismo libertario.
España es ese gran teatro en el cual se ha llevado a cabo la revolución anarquista más amplia y significativa y donde, por desgracia, se han visto los errores más grandes. El asociacionismo de defensa llevó a la gran organización sindical, con más de un millón de participantes: la CNT. La gran organización llevó al dilema: entrar o no en el Gobierno. Se entró en el Gobierno. La entrada en el Gobierno llevó a la aceptación de la guerra, la guerra de línea, la guerra normal, la guerra entre dos frentes. En el ámbito de una guerra entre dos frentes, un general —puede que sea incluso anarquista— si da una orden a un coronel, éste debe responder «si señor» y obedecer.

Como ven, el Poder se infiltra en las estructuras de la transformación y una vez infiltrado llega hasta nuestra casa, se acerca hasta donde nos encontramos, duerme con nosotros y ya no conseguimos identificarlo y debemos aceptar sus reglas. No podemos decir: «no, yo soy anarquista y la guerra la hago a mi manera». He aquí por qué, pasando a otro argumento, los anarquistas siempre han sido abstencionistas. Por qué siempre han rechazado participar en las elecciones. Han habido momentos de debate, y todavía hay uno en curso —aquel empezado por el municipalismo libertario, que acepta las elecciones administrativas—, pero en líneas generales todos los anarquistas están contra las elecciones. Aun así, no se puede negar que nada más el asociacionismo libertario, y particularmente las expresiones organizativas del sindicalismo anarquista revolucionario, toman unas dimensiones significativas, o sea, crecen numéricamente y constituyen un peso político en la situación en la cual operan, se encuentran con una gran contradicción. «¿Por qué nunca van a las elecciones locales?» pregunta la gente. La gente no se plantea tantos problemas filosóficos. «Si están convencidos de que su estructura es interesante, si ha sido hecha por los intereses de los trabajadores (supongamos que en una pequeña ciudad donde el fenómeno es posible que suceda con una cierta facilidad), ¿por qué no participan en las elecciones?». Por ejemplo, sé que recientemente hubo un debate de este tipo en Spezzano Albanese [8], donde los compañeros del lugar tienen una fuerte estructura sindical. La gente de ahí les preguntó por qué diablos no se presentaban a las elecciones administrativas. Algo parecido sucedió en los años cincuenta en Castelvetrano, en Sicilia, donde los compañeros del lugar, al frente de una gran organización de defensa de los jornaleros, en su momento aceptaron participar en las elecciones administrativas.

Sobre este tipo de objeción nace, por ejemplo, el gran debate de origen estadounidense en lo referente al municipalismo libertario [9] . Personalmente lo considero un discurso de poca importancia, mientras que son mucho más importantes las motivaciones que llevan al abstencionismo. Para los anarquistas esto no se limita sólo al rechazo de participar en las elecciones. No se limita al rechazo del voto como gesto simbólico, y todavía menos a recurrir a soluciones secundarias, como el voto en blanco, etcétera, sino que significa esencialmente el rechazo activo del papel de delegante. El abstencionismo quiere indicar la posibilidad de construir organizaciones que buscan resolver los problemas sociales de una manera diferente al de la participación en las elecciones. Organizar a la gente, si es posible, para resolver de una manera distinta las necesidades de la realidad de la zona, sugiriendo estructuras nuevas, como los consejos de zona, formas diferentes que pueden ser pensadas y puestas en práctica para fijar enlaces entre las realidades de las distintas zonas, etcétera. Pero éste es otro tema.

Los anarquistas están además contra el antimilitarismo (¡ay!, aquí el lapsus, como veréis el lapsus no aparece nunca de un modo totalmente accidental, de hecho los anarquistas también están contra cierto tipo de antimilitarismo). Pero para evitar equívocos desagradables, busquemos ser más claros. Me corrijo: los anarquistas están contra el militarismo. Sobre esto no hay duda. Están contra el militarismo, no en nombre de una concepción pacifista monótona. Están contra el militarismo principalmente porque tienen una concepción diferente de la lucha. O sea que no tienen nada contra las armas, no tienen nada contra el concepto de defensa de la opresión. Pero en cambio tienen mucho contra un cierto uso de las armas, buscado u ordenado por el Estado, organizado por las estructuras represivas. Tienen mucho que decir sobre el uso militar de las armas. Mientras que, por el contrario, están de acuerdo —por lo menos en su gran mayoría— con el uso de las armas contra el opresor, el uso de las armas contra quien oprime y explota, el uso de las armas en una guerra de liberación. El uso de las armas contra determinadas personas, contra determinadas realidades de la explotación.

Y hasta es una equivocación decir «los anarquistas son antimilitaristas» cuando esto equivale a decir que son pacifistas. Los anarquistas están contra el militarismo no porque sean todos pacifistas. No tienen nada contra lo que simboliza el arma ni pueden aceptar una condena en general de la lucha armada —por usar un término estrechamente técnico que merecería una larga reflexión—. En cambio, están totalmente de acuerdo con el uso particular de las armas. ¿Cuáles usos? Aquellos en los que estos objetos sean utilizados para liberarse, porque no será posible ninguna liberación de forma pacífica. Porque quien tiene el Poder jamás será tan amable como para hacerse a un lado, de buena gana, sin resistir y sin intentar mantenerlo a cualquier precio.

Ahora intentemos llegar a una conclusión. ¿Cuáles son, de hecho, las organizaciones que los anarquistas construyen? Históricamente han construido dos tipos, dos formas de organización. Estamos hablando de la organización específica, de la organización de los anarquistas y no de la organización de los trabajadores. Cuando hablamos del asociacionismo libertario, no hablábamos del asociacionismo de los anarquistas, influenciado, caracterizado por la presencia de los anarquistas. No es que los trabajadores sean necesariamente primero anarquistas y después trabajadores. Primero son trabajadores, explotados, y luego, si es el caso, anarquistas. La gran organización anarquista española de 1936, la CNT, no estaba constituida sólo por anarquistas; sus miembros eran mayoritariamente socialistas. Frente a más de dos millones de miembros inscritos a la CNT, la FAI llegaba, si no me equivoco, a cerca de 150.000 miembros. Ésta era la proporción. Pero intentemos centrar nuestra atención en la organización específica de los anarquistas, dejando de lado las formas organizativas sindicales.

La primera forma creo poder definirla como organización de síntesis. La segunda como organización informal. ¿Qué diferencia hay entre estos dos aspectos de la organización específica de los anarquistas?

La organización de síntesis es una organización de compañeros anarquistas que se dan un estatuto, una forma organizativa, la cual se articula en diferentes secciones, que se pueden llamar comisiones —o de otra manera si se prefiere— y cada una de estas secciones se interesa por un problema particular de la sociedad: el trabajo, la escuela, la actividad científica, el militarismo, el Estado, el Gobierno, etcétera. A cada uno de estos sectores corresponde una comisión que se encarga de llevar al exterior su actividad crítica, es decir, busca desarrollarla en aquellas estructuras de la realidad donde es posible hacerlo, como por ejemplo en el mundo del trabajo o de la escuela, organizando a presencia, los grupos, e intentando mantener dentro de esas realidades una relación de síntesis, o sea, resumir la extrema y variada multiplicidad social de todas esas realidades dentro de un análisis sintético del cual la organización de síntesis anarquista se hace portadora. Este análisis generalmente hace referencia a un programa revolucionario, preventivamente aceptado por la organización durante un congreso suyo, que afronta los diferentes aspectos de la vida cotidiana de manera anarquista y revolucionaria. En el fondo, si preferimos, este módulo tiene un funcionamiento de naturaleza política. Así pues, la organización de síntesis es creada por compañeros anarquistas, se divide en secciones, resume de manera sintética dentro de la misma —o al menos intenta hacerlo— las diferentes realidades de la vida cotidiana y busca también coordinarlas sobre la base de una plataforma, de un programa de tipo social y revolucionario.

La organización informal, en cambio, es diferente. Está constituida por grupos de compañeros, por individuos, también por grupos más articulados, o por reagrupamientos de grupos de compañeros, los cuales no tienen más programa que aquél fundado sobre la base genérica de una valoración de los distintos problemas, por la manera en la que han sido profundizados por distintos grupos, por como han sido intercambiados entre sí mediante comunicaciones informales. Por lo tanto, estas profundizaciones de los problemas, estos análisis, estas propuestas de intervención en la realidad de la explotación y de la opresión pueden ser hechas también a través de la vehiculización de un periódico, de debates, de encuentros, de conferencias, etcétera. Dentro de esta área variada en la cual circula una cierta concepción del anarquismo, se introducen estas relaciones entre grupos, individuos, etcétera, que tienen una naturaleza no formal. O sea que no se realizan, no se concretizan en un programa preciso, no se resumen dentro de un momento ideal e inicial como por ejemplo un congreso, algo que en cambio sí se caracteriza como el momento inicial de la organización de síntesis, sino que se desarrollan poco a poco a través de la práctica, es decir, a través de las cosas que se hacen juntos, de las intervenciones en la realidad que llevan a cabo estos compañeros que forman parte de dicha organización informal.

Al mismo tiempo, estas intervenciones en la realidad se vuelven momentos de actividad revolucionaria en lo real y ocasiones de profundización teórica. Cada actividad llevada a cabo puede ser una ocasión de profundización teórica. Para mí la informalidad se diferencia de un modo bastante radical de la organización de síntesis. Mientras que la organización de síntesis ya tiene un programa inicial rígido, que puede ser modificado pero siempre en congresos, la organización informal tiene una base de relaciones, de conocimientos, de profundizaciones, en constante modificación, en continua evolución, y cada ocasión, cada momento de encuentro y de lucha es al mismo tiempo una ocasión de lucha y de profundización.

¿Cuál es la finalidad de la organización de síntesis? En líneas teóricas, construir las condiciones que producirán la sociedad libre de mañana. En otras palabras, esta organización debería crecer, volviéndose lo suficientemente fuerte como para constituir, de un modo u otro (nunca se dice de manera clara), un liderazgo capaz de guiar a la sociedad en el momento de la crisis y de la transición revolucionaria. Debería ser guardiana y portadora de las ideas revolucionarias y anarquistas, debería ser capaz de suministrar en el momento oportuno los cuadros capaces de sostener de la mejor manera este pasaje a la sociedad del futuro. Debería después derretirse como la nieve bajo el sol, en el momento en que la sociedad libre del futuro esté constituida. Se puede notar que ya en el mismo programa de la organización de síntesis está escrito, de manera bastante detallada, como debería ser estructurada esta sociedad del futuro. Por ejemplo, las formas autoorganizativas, las formas autogestionadas de la producción del futuro. No digo que esté escrito como producir el pan, como producir la pasta. Pero estará escrito —y seguramente ya lo esté— como organizar los núcleos de barrio, las conexiones ciudadanas, las representaciones delegadas, las relaciones federativas, como organizar la defensa, etcétera.

Por el contrario, el instrumento ideal y, dentro de ciertos límites, práctico de la organización informal es la realización del hecho insurreccional, es decir, dar vida a movimientos lo más masivos posibles —aunque estén circunscritos en el espacio y limitados en el tiempo— que tengan una naturaleza de ataque masivo contra las estructuras del Poder. Esta organización insurreccional, como puede verse, no es para nada un medio que pueda garantizar el pasaje a la sociedad libre de mañana. Es simplemente un instrumento metodológico a emplear para el desarrollo de procesos de ataque a las instituciones del Poder, procesos lo más amplio posibles. O sea, que parten de pequeñas realizaciones de naturaleza circunscrita (por ejemplo, un sabotaje), las cuales pueden ser hechas por pequeños núcleos de compañeros, pero que puedan extenderse en un proceso insurreccional, es decir, crear un hecho insurreccional que tenga un movimiento lo más amplio y articulado posible. Nada en este proceso tiene una característica de naturaleza determinada. No hay un proceso determinista que de la «fase A» garantice el pasaje a la «fase B». No es en absoluto realidad que, como se ha dicho algunas veces, los anarquistas insurreccionalistas sostengan la certeza determinista de que se pueda llegar mediante el instrumento insurreccional a la insurrección generalizada. Hay tantos otros elementos que pueden concurrir, y la mayor parte, diría la casi totalidad de estos elementos, no está en las manos de los anarquistas insurreccionalistas, mientras el resto está constituido por las contradicciones de la realidad, por la extensión y por la agudeza de estas contradicciones, por el estallido imprevisto e impensable de posibilidades inimaginables, que nadie hubiese podido prever un momento antes y que en cambio se desencadenan de forma imprevista y nos pueden encontrar dramáticamente desprevenidos [10] .

He aquí por qué el método anarquista insurreccional no tiene para nada las características científicas del determinismo que algunas veces se hallan en el asociacionismo libertario, como por ejemplo en las tendencias anglosajonas de extracción kropotkiniana.

Para mí, las dos expresiones del anarquismo que brevemente he esbozado incluyen dos aspectos entre los más significativos de lo que es su desarrollo histórico y su significado actual.

A menudo estas dos almas del anarquismo se han picoteado una a la otra como los capones de Renzo [11] . Tenemos que darnos cuenta de que, en efecto, ambas pertenecen a dos momentos históricos importantes, siempre y cuando sepan lo que están haciendo. Siempre que no se dejen llevar demasiado por las preocupaciones de saber qué acontece en el terreno del otro. No digo que en el pasado haya habido una visión correcta por un lado y otra errónea por el otro. Personalmente soy un insurreccionalista anarquista y obviamente no soy un exponente de ninguna organización de síntesis; pero consigo darme cuenta de que la organización de síntesis puede hacer un gran trabajo informativo, de propaganda, de penetración entre la gente, puede hacer conocer lo que significa el anarquismo hoy en día, etcétera. Y eso es muy importante, aunque sigo estando convencido de que a buena parte de las estructuras de síntesis ya les pasó su época, especialmente cuando las pesadeces organizativas y las esclerotizaciones internas se acentúan cada vez más en ausencia de una verdadera situación de lucha. En una época en la cual todos los partidos están cambiando de traje, no veo por qué los anarquistas, que desde siempre han sido autocríticos consigo mismos, deban insistir en mantener una fachada, una coraza de naturaleza sustancialmente partidista, en su expresión de organización de síntesis.

Aparte de esta crítica, que hago como insurreccionalista anarquista, considero que el desarrollo de la tarea clásica, de la tarea histórica de la organización de síntesis, todavía hoy puede tener un desarrollo propio, aunque sea modesto.

Un significado, mucho más importante a mi modo de ver, lo tiene la organización informal, una organización que para mi da la máxima libertad posible a todos los compañeros de entenderse como mejor se considere, de juntarse como mejor se crea oportuno, de discutir en todas las ocasiones en las que haya la oportunidad de hacerlo, para ponerse de acuerdo, para agruparse y, principalmente, para crear esa conexión fundamental que está hecha por la afinidad, para que así nos entendamos y entendiéndonos nos conozcamos, y conociéndonos se desarrolle la posibilidad de hacer algo juntos.

Estos dos caminos, estas dos grandes almas del anarquismo actual, la organización de síntesis —definitivamente liberada de sus pretensiones partidistas— y la otra, finalmente capaz de mirar hacia adelante y desarrollarse por la vía de la profundización, del conocimiento recíproco de todos los compañeros interesados, fundado sobre la afinidad, estos dos caminos pueden generar una contribución común hacia la sociedad de mañana que, naturalmente, debe ser libre, autónoma, carente de Poder, y autogestionada.

Les doy las gracias por su atención.

 


[1] Donde se encuentra la afirmación de que «el hombre es el lobo del hombre» es en la obra Leviatán del filósofo inglés Thomas Hobbes, publicada en 1651.
[2] Virtuismo es un concepto no muy común en castellano, acuñado en 1911 por el economista y filósofo italiano Vilfredo Pareto para definir el fanatismo moral.
[3] Quizá actualmente resultan ser unos acontecimientos sobre los cuales no se aprende en casi ninguna escuela, y menos aún en la vida cotidiana, pero no se trata de fechas elegidas al azar y propuestas como ejemplos sino que se refieren a acontecimientos que tienen una importancia crucial en la historia revolucionaria. Bonanno nombra respectivamente a la Revolución Francesa, a las llamadas «Revoluciones de 1848» que tuvieron lugar en diferentes países de Europa, a la Comuna de París y a la Revolución Rusa.
[4] Por «entrismo» se conoce una táctica política empleada por algunos grupos trotskistas de la IV Internacional. Consiste en que sus miembros se afilien (entren) en los grandes partidos de masas de sus respectivos países, especialmente en los pertenecientes a la Segunda Internacional. Su objetivo principal es «transformar estos partidos reformistas en partidos revolucionarios».
[5] El Palazzo Montecitorio es un palacio de Roma, sede de la Cámara de Diputados italiana.
[6] En Italia, durante los años setenta, una práctica del movimiento estudiantil consistía en exigir a los profesores poner a todos los alumnos «la sufficienza», es decir, el mínimo para aprobar el curso, que se traducía en un 6 sobre un máximo de 10.
[7] Obviamente se refiere a los estalinistas y no a los comunistas revolucionarios.
[8] Municipio situado en el territorio de la provincia de Cosenza, en Calabria, Italia.
[9] Se refiere a la corriente teórica que se basa en la idea de la recuperación de las asambleas populares y la «democracia directa» a los niveles municipal, de vecindad y de barrio, que Murray Bookchin desarrolló.
[10] Algo que pudimos oír de boca de compañeros anarquistas que se encontraron de repente con los hechos de Francia en noviembre de 2005 o de Inglaterra en agosto de 2011 fue la sorpresa por los acontecimientos y la sensación de sentirse superados por los hechos en sí. Cosa que no ocurrió, por ejemplo, a los compañeros griegos en las revueltas que comenzaron en diciembre de 2008. Los motivos son complejos como para analizarlos en una breve nota al pie y dejamos que cada uno saque sus propias conclusiones.
[11] Se refiere a un personaje de la clásica novela italiana Los Novios de Alessandro Manzoni y en particular a esta escena: «Dejo imaginar al lector cómo harían el viaje aquellos pobres animales, atados de aquel modo y colgados de las patas, cabeza abajo, en la mano de un hombre que, agitado por tantas pasiones, acompañaba con los gestos los pensamientos que pasaban en tumulto por su mente. Ora extendía el brazo por la cólera, ora lo alzaba por la desesperación, ora lo blandía en el aire, como en son de amenaza, y, todas las veces les daba terribles sacudidas, y hacía bailar aquellas cuatro cabezas colgantes; las cuales, mientras tanto, se las ingeniaban para picotearse una a otra, como demasiado a menudo ocurre entre compañeros de desventura»

Traducción y notas Bardo Ediciones

La enfermedad de la homosexualidad que la anarquía curará

El máximo exponente ibérico de la corriente anarquista patologizante y sanadora es, sin duda, Félix Martí Ibáñez. Nacido en Cartagena en 1911, se doctoró en Medicina por las universidades de Madrid y Barcelona, donde se asentó y tempranamente se implicó en la CNT. En 1935 publicaba en Estudios dos artículos[1] en busca de la cura de la homosexualidad, distinguiendo entre homosexualidad-perversión u “homosexualismo adquirido”, fruto del ambiente homosexual y por esnobismo, y homosexualidad-inversión u “homosexualismo congénito”, fruto de la bisexualidad inicial al nacer y la ausencia de evolución normal hacia la heterosexualidad. Critica con dureza la “literatura homosexual” del momento –Oscar Wilde, Marcel Proust, André Gide…– por hacer apología de tal “degeneración”. En sus propias palabras: “En el amor invertido un hombre o una mujer responden a una irresistible llamada de sus instintos y más fuerte que su voluntad y su moral que les impele al amor desviado”, mientras que el “homosexual-perversión” lo practica por “esnobismo, voluntarismo o búsqueda de sensaciones nuevas”. Traducido al ámbito político y social, frente al primero hay que buscar conciliación, respeto y cura; frente al segundo, censura social y legal. Respecto a la liberación sexual anarquista, con la que parece estar de acuerdo Martí Ibáñez, propone la abolición de la homosexualidad mediante un sistema de educación hacia su conversión a la heterosexualidad. Como cura a la homosexualidad propone una “recta educación sexual infantil”, frente a “la escuela de la hipocresía y la ignorancia que fomentó la moral católica”, a la que parece achacar la inversión. Así pues, concluye como anarquista que es, que “en las enfermedades sexuales de los hombres, como en las enfermedades políticas de los pueblos, el mejor tratamiento es la santa Libertad”. […]
Estudios se adhirió a esta corriente a nivel general. No en vano era Martí Ibáñez quien contestaba a las preguntas del consultorio sexual que a mediados de los años treinta inauguró la revista, respondiendo ampliamente a las dudas bajo esos prismas. Previamente la sección la llevó el médico naturista Roberto Remartínez, dejando estos consejos:

-F. Savater: ¿Tiene cura un invertido sexual de 23 años?
Si desea curarse y siente deseos de regeneración seguramente que sí, a menos que su organismo tenga tal desviación de sus características y hondas perturbaciones endocrinas que lo impidan.
El tratamiento principal ha de ser psíquico o mental y muy preferentemente hipnoeducación es decir, el inculcarle mediante las sugestiones adecuadas los principios de normalidad sexual.

-¿Puede curarse un homosexual?
Si su grado de degeneración no es mucho y siente realmente deseos de emanciparse de su aberración sexual, sí, señor[2].

Un problema que podía inducir a la inversión sexual era la cárcel, uno de los ejes del sistema que el anarquismo ibérico combatió, ya que arrebataba a los hombres el poder ejercer el coito “normal”. Julio Altman, a raíz de un estudio realizado en prisiones peruanas, achaca a la prisión de promover “vicios” como el “deseo sexual hiperestesiado” –que podría conllevar que los hombres violaran a mujeres o tuvieran sexo con otras especies–, el onanismo o la homosexualidad. Esto podía conllevar cifras preocupantes que alterarían de forma traumática la vida sexual de los hombres, pues sería del tipo de “homosexualismo adquirido”, como lo define Martí Ibáñez[3].

Isaac Puente también fue todo un referente anarquista en estos temas. Nacido en Abantio y Ciérvana en 1896, cursó medicina y se decantó por el naturismo. Más tarde se mudó a Maeztu. Fue figura clave del anarquismo vasco y del naturismo en su época. Muy implicado en la liberación de la mujer y en la militancia radical, dedicó mucho tiempo de su vida a la sexología. Colaboró desde el primer número con Generación consciente y Estudios. En varios artículos, a veces firmados como “Un Médico Rural”, defiende la educación sexual sin contenido religioso, la abolición de la prostitución (como iniciación juvenil, por la esclavitud de la mujer, posibles enfermedades…), la difusión de los métodos preservativos del contagio venéreo, la libertad sexual femenina mediante una independencia económica y legal (maternidad consciente y paternidad responsable), el control de la natalidad legalizando y difundiendo medios contraceptivos y tras una desintoxicación religiosa del sexo, desestigmatización del placer sexual y el fin de la virginidad y castidad[4]. Su defensa del nudismo contemplaba que el ocultar la desnudez era “el punto de partida de la exaltación erótica y la obsesión sexual”. En cuanto a la homosexualidad, se alinea más con Marañón o Martí Ibáñez. Cuando en 1932 la LMRS (Liga Mundial para la Reforma Sexual) le invitó a participar de su V Congreso (en Brno), Puente les contestó con una negativa, dejando entrever su propio programa político sexual:

No quiero menos que la independencia económica, para que el hombre no tenga que arrastrarse, ni la mujer prostituirse por sus imperativos, para que la virginidad no tenga que cotizarse como un tesoro, y para que la abstinencia sexual no conduzca al hombre hacia el onanismo y las depravaciones sexuales, y para que la maternidad consciente pueda tener posibilidades de realización[5].

Poco más tarde escribía lo siguiente sobre “El problema sexual”:

La misma escuela de perversión sexual es el cuartel, el campamento y el presidio, en tanta mayor medida, cuanto más severa es la prohibición y el apartamiento del otro sexo. (…) Nadie como el médico ve toda la magnitud de los estragos que produce esta moral. Perversiones sexuales, desequilibrios genitales… (…)[6].

Meses después es arrestado por ser miembro del Comité Nacional Revolucionario de Álava en el conato insurreccional anarquista de diciembre de 1933. En la cárcel escribe Tratamiento de la impotencia sexual, donde habla de la masturbación temprana como “siempre lamentable, y que los padres deben tratar de evitar”, publicado tiempo después[7].

Entre 1930 y 1932 el grupo Iniciales publicitaba en su portada y contraportada Las perversiones, sus causas, sus formas, que vendían por entre 0,60 y 0,75 pesetas. Escrito por André Lorulot, filósofo anarcoindividualista francés, el librillo acabó apareciendo dividido en artículos en la citada revista a lo largo de 1932[8]. Cercano al círculo del anarquista Émile Armand y a sus propuestas de liberación sexual, habla de la homosexualidad no como perversión, sino como vicio, buscando las razones que la crean para ayudar a una “cura” y achacándola a una alteración de la esfera genital. Distingue entre la pederastia, que es adquirida fruto de la privación de relaciones sexuales normales, y el uranismo, que es congénito y fruto de un error en el mecanismo psicosexual. En el apartado “El homosexualismo”, lo compara con el “necrosadismo” (necrofilia) y la “bestialidad” (zoofilia). Entre sus causas alude a la locura, la demencia y con el alcoholismo de fondo, del cual atestigua que por entonces está en Francia en un crecimiento paralelo al de la promoción del “invertidismo”. También lo asemeja a “la opiomanía, cocainomanía y todas las demás aberraciones presentes”. Respecto a las lesbianas o “lesbias”, les achaca una falta de gusto por el varón sustituida por determinados tipos de mujeres varoniles, incitadas pues al coito oral. Se produce en ambientes donde hay pocos varones, citando los entornos orientales como culpables en este punto, y describe sus relaciones contra natura por no tener lugar “la intromisión y eyaculación dentro de la vagina”, pues “los amantes escapan a la terminación lógica del orgasmo”. Acusa a las prostitutas de sodomitas y por tanto las sitúa al mismo nivel que las lesbianas. Al dejarse sodomizar y practicar el sexo oral, colapsan la atención sanitaria, asegurando que un 60 % de las atendidas en el hospital parisino de mujeres de Loucine son prostitutas. Respecto a la curación de la homosexualidad, considera que su represión solo proporcionaría chantajes y chismorreos: “¿Por qué, pues, debemos despreciar a un hombre que se comporta como una mujer, si ha nacido mujer a medias?”. Para evitar su contagio propone prohibir la propaganda del homosexualismo. Sobre métodos de cura, se muestra de acuerdo con las teorías de Serge Voronof y su método de injertar testículos de varones heterosexuales en homosexuales. Entre sus subapartados, podemos hallar preguntas en el aire, como: “La inversión en la mujer, Sodomía y coito bucal, ¿son perniciosas en uniones consanguíneas?”, “¿puede curarse la homosexualidad?” o “¿Es un crimen el incesto?”. La Editorial Somo, que editaba la revista Iniciales, publicó perversiones y desviaciones del instinto genital de Lorulot[9].

En Iniciales no faltaron artículos sobre sexualidad completamente orientados a favor de la heterosexualidad y con referencias contrarias a la homosexualidad. La anarcofeminista María Lacerda de Moura celebraba en un artículo la carrera del doctor Voronof y los injertos “de glándulas de otro semejante de Steinach”[10], orientados a la curación de la homosexualidad. Atacaron a Solidaridad Obrera al considerar que deberían “combatir los vicios del sexualismo, en vez de anunciar a charlatanes (…) que fomentan y comercian con las enfermedades venéreas”[11]. Juan Santana Calero, militante de la FIJL cercano a la línea de Iniciales, miembro del Comité de Salud Pública de Málaga a inicios de la guerra civil y asesinado a su fin en 1939, en un artículo sobre “sexualidad” escribió que “hay hambre de macho y de hembra (…) ¡Hambre…! ¡Siempre hambre! Y la vida se desliza entre la clorosis y la tristeza, entre la masturbación y la homosexualidad”[12]. Vendían a precio rebajado Pervertidos sexuales. La tragedia del tercer sexo del Dr. Caufenyon: “Homosexuales, sadistas, masoquistas, vampiros, perversión sexual de nuestra época, necrofilia”; y publicitaron Perversiones sexuales del Dr. Tarnowsky. Xavier Diez en su libro sobre esta publicación resume bastante bien la línea sexual de la revista: consideraban que “la idea de una vida sexual sana se basaba en el coito heterosexual, entre dos personas y en condiciones de igualdad –sin dominantes ni dominados”[13]. El resto eran perversiones fruto de contaminación religiosa, injerencia estatal, alcoholismo…

Sin embargo, además de su relación con Émile Armand y de su entusiasta promoción del nudismo, procuraron apostar por lo más avanzado en materia sexual: recomendaban en sus páginas Eugénica y Prostitución y mal venéreo de Luis Huerta, Educación y diferenciación sexual de Marañón, Profilaxis anticoncepcional: paternidad voluntaria de Hildegart, Amor y matrimonio y Emancipación femenina de Emma Goldman, o El amor dentro de doscientos años de Martínez Rizo. Isaac Puente aparecía como “Médico fisiatra / Consulta por correspondencia”, y también incluyeron poemas de Oscar Wilde, conscientes de su sexualidad heterodoxa. Además, la Editorial Somo publicó ¿Qué es el anarquismo? de Benjamín Tucker, anarquista estadounidense que se mostró partidario de la homosexualidad.

La oposición a las leyes homófobas desde una homofobia manifiesta es una opinión recurrente en los medios anarquistas de entonces. Su máximo exponente lo he encontrado en un artículo de Francisco de Campollano en Estudios, donde critica las leyes nazis contra población mendiga, drogadicta, prostituta, sifilítica, tuberculosa e invertida, partiendo de la premisa ácrata tradicional de que la ley y la prohibición siempre tienen efecto contraproducente a la hora de querer remediar un problema, pues estas nunca van a la raíz de los problemas ni a las causas que los crean. Para quienes quieran seguir ese camino, dedica el siguiente párrafo: “esterilizad a todos los homosexuales, todos los degenerados e invertidos por vicio. Pero dejad en pie el cuartel, el presidio, las tabernas y los burdeles, porque os dirán que todos funcionan dentro de la más estricta legalidad”[14].

El propio Marañón colabora entre marzo y junio de 1926 en Generación Consciente, sin duda la revista de las citadas más acorde a sus ideas. También era asiduo a la revista su colaborador el medico Luis Huerta, con quien compartiría pertenencia a la Sección Española de la LMRS. Huerta fue el director de su breve publicación, Sexus, también colaboraba con Eugenia y era el jefe de la sección eugenésica de la Gaceta Medica Española. En “El marañonismo y la intersexualidad”, a propósito del citado libro de Marañón, elogia la obra como avance hacia la comprensión y cura del homosexual:

Con Marañón dejamos de considerar al homosexual como un perverso, un réprobo o un energúmeno. Ni el delincuente ni el homosexual se enmiendan con el tormento. Su remedio eficaz está en una mayor cultura humana y en una más perfecta organización de la Sanidad social y de la política científica[15].

No obstante, en un artículo similar critica algunos aspectos dela obra, como su peligro de conllevar una “exculpación científica” porque “cabría la posibilidad de que algunos –ellos y ellas– intersexuales de tipo extremo reaccionasen, desvergonzados y casi exhibicionistas, gozosos de dejar entrever su verdad largamente reprimida.

También estampó su firma en publicaciones anarquistas César Juarros, médico madrileño que en los años veinte y treinta se destacó como entusiasta abolicionista de la prostitución, llegando a ser cofundador de la Sociedad Española del Abolicionismo y diputado en Cortes durante la Republica. Juarros concordaba con los postulados de Marañón frente al trato de la homosexualidad, y así lo plasmó en la revista Orto. Consideraba que “a los enfermos de perversión sexual” no se les debe llamar viciosos, sino que son “merecedores de piedad”: “la tesis de que el pervertido no es una voluntad entregada al mal, sino efecto de causas ajenas a su decisión, serena rápidamente las aguas”. Para él el coito bucal era fruto del “fomento inconsciente de un desproporcionado papel erógeno de la boca” y “la homosexualidad obedece con frecuencia a complejos de Edipo ignorados”. En sus conclusiones, resume este punto en que “las perversiones sexuales han de estimarse como desgracia, no como vicio”.

Un homosexual no puede ser anarquista

La postura anarquista más beligerante hacia la homosexualidad la ostentó La Revista Blanca. Al contrario de las otras dos citadas, que eran de periodicidad mensual, La Revista Blanca era semanal o quincenal, tendiendo, pues, más público y mayor difusión. Montseny, su directora, acusaba al feminismo de burgués y de promover la supremacía androfóbica. Criticó la reciente traducción al castellano de The Tragedy of Woman’s Emancipation de Emma Goldman y apostaba por el término “humanismo” como autentica igualdad[16]. También plasmó su opinión sobre la homosexualidad en la revista. Hablando de la escritora francesa Rachilde, le atribuye “conocimientos en materia de perversiones sexuales” y que al ser “hembra ansiosa y violenta, los invertidos debían repugnarle”[17]. Lo cierto es que Rachilde también tuvo relaciones sexuales con mujeres, acostumbraba a usar ropa masculina y fue la principal compiladora de Wilde, cuya homosexualidad defendió en artículos de prensa. Y en un artículo sobre anarquistas en prisión, Montseny asegura que “aunque no haya de haber diferencias entre los humanos, no es posible considerar igual a un trabajador perseguido por sus opiniones y un carterista, o un macarrón, o un homosexual. Estos últimos son víctimas de la sociedad; el primero es el producto mejor que la sociedad tiene; si brazo transformador y productivo”[18].

Se suceden diversas referencias similares más a lo largo de la historia de la publicación, como artículos literarios de Jacques Descleuze que narran obras artísticas francesas a las que tilda “de pasiones bestializadas, de monstruosas aberraciones sexuales”[19], o comentarios que asemejan homosexualidad y nacional-socialismo alemán[20]. Representativamente el anarquista belga Hem Day reseñó Las perversiones, sus causas, sus formas de Lorulot en La Revista Blanca[21].

Camilo Berneri fue el colaborador de la publicación más furibundo con este tema. Profesor universitario en Florencia y ferviente anarquista, las amenazas de muerte continuadas que recibe de la nueva Italia fascista lo convencen para exiliarse a Barcelona. Allí conectó muy bien con Montseny y su círculo, si bien se distanciarían tajantemente debido a la posición política pro-gubernamental de ésta durante la Guerra Civil. En “La degeneración sexual en las escuelas” y “El contagio moral en el ambiente escolar”, ambos publicados en 1928, censura totalmente la masturbación y la “psicopatía sexual” (homosexualidad), que interpreta como una perversión y una plaga de fácil contagio en la escuela, ya que la educación sexual no es lo suficientemente contundente. Condena la masturbación fálica como el “manoseo” vaginal, al que tilda de safista[22]. Al año siguiente publicó “La vida sexual en los campos”, donde acusa al agro de tener en mejor consideración la masturbación, el “bestialismo”, la prostitución y la homosexualidad. Considera que las relaciones sexuales interespecie promueven el “safismo” entre las mujeres, y que la homosexualidad, “aun cosa peor” que el onanismo, está muy extendida[23]. También en Orto plasmó sus opiniones al respecto: tras definir la prostitución en términos de aberración y perversión, achaca la prostitución masculina a jóvenes «‘parados’ que se han visto en la ‘obligación’ de prostituirse (…) además, quieren trabajar. ¿Cómo, pues, calificar a un régimen que los arroja al medio de la calle, que los reduce a la repugnante condición de monstruos degenerados?
En los diarios berlineses pueden leerse anuncios en que muchachos “bien parecidos” solicitan un protector.
En Austria, lo mismo que en Alemania, los parados son fácil presa para los homosexuales ricos.»

Inmediatamente después narra el reciente caso de “un sin trabajo de 17 años que fue violado por seis miembros de un circulo clandestino de homosexuales pertenecientes a la alta sociedad vienesa, porque uno de ellos, conocido suyo, le ofreció cena, y no había comido en las últimas 24 horas[24]”. Berneri remarca la situación de “parados” en la “obligación” de prostituirse a una “alta sociedad” sexualmente degenerada, haciendo un paralelismo con la lucha de clases en el que la clase gobernante y la homosexualidad coinciden contra una clase obrera sometida a sus deseos.

Recordando a Berneri, Eugenio Villacampa en su “Educación sexual de la juventud” de 1935 recalca la necesidad de educar sexualmente a la juventud en la reproducción y en contra de la pornografía, la prostitución, la masturbación y la homosexualidad[25]. También podemos hallar un artículo similar contemporáneo en Generación consciente, donde el Dr. Franz Keller sitúa el inicio de la “perversion sexual” en la pederastia –que usa como equivalente a homosexualidad– que deviene en vicio, que debilita la relación procreativa hombre-mujer y que es fruto de perturbaciones psíquicas y físicas –espermatorrea, perversiones sexuales–, lo cual hay que atajar implacablemente para que no se resienta la raza[26].

Sin embargo, en comparación con la cantidad de números que posee La Revista Blanca, muy superior a los de Iniciales y Estudios, se abordó más la homosexualidad en estas últimas. El punto fuerte en temas de homosexualidad que podemos encontrar en La Revista Blanca su Consultorio General, que se inaugura en el numero 255 (7 diciembre 1933). Poco antes era un “Consultorio Sindical”, inaugurado el año anterior, pero la diversidad de preguntas les hizo cambiar de nombres. El Doctor Klug pasa a incorporarse a inicios de 1934, respondiendo todas las preguntas. Desde el numero 384 (29 mayo 1936) el consultorio se subdivide entre el Consultorio Médico (de Klug) y el General, con temas de sexualidad en ambos hasta su cierre en agosto de 1936. La primera referencia hallada de la opinión de Klug, que se asemeja al sentir editorial, data de inicios de 1935:

  • ¿Qué opinión formaría “La Revista Blanca” de un anarquista que dijera estar locamente enamorado de una mujer, que fuese correspondido por ella con igual amor y que brindase su compañera a otro hombre? (un chico)
  • A nosotros en asuntos de amor y de relaciones sexuales entre hombres y mujeres nada nos sorprende ni nos extraña. Lo único que nosotros repudiamos porque nos repugna, son las costumbres sexuales entre dos hombres o entre dos mujeres. De lo demás, nada nos asusta y todo nos lo explicamos[27].

Dejamos a continuación algunos ejemplos más:

  • ¿En qué concepto tendrían los redactores de la Revista Blanca a una joven que dijera estar locamente enamorada de otra?
  • La consideraríamos una enferma que debería ser sometida a un tratamiento, para normalizar la función de sus órganos sexuales, a fin de que sus sentimientos no se dirigiesen contra natura[28].
  • Un hermafrodita, ¿puede definirse el sexo y puede tener familia? –un suscriptor de “La Revista Blanca”.
  • Se citan algunos casos, pero sumamente raros[29].
  • ¿Cómo podemos calificar a varios compañeros que se llaman anarquistas y alternan con invertidos? –Un compañero.
  • Por de pronto, no se les puede calificar de hombres, si ese “alternar” quiere decir algo más que cruzar palabra o el saludo con degenerados sexuales. Anarquistas quiere decir hombre más hombre, moral y físicamente, que el nivel común de los hombres. Y no es hombre y, por ende, no es anarquista, el que gusta de invertidos[30].

Sin embargo, “un lector” preguntó sobre el tabaco al Dr. Klug y la respuesta no pudo ser más contrapuesta a la anterior:

  • ¿Un fumador puede ser anarquista? (Un lector).
  • Un anarquista no debe fumar, pero un fumador puede llamarse anarquista[31].

De aquí se deduce que en el imaginario de Klug, y muy probablemente de todo el equipo editorial de La Revista Blanca, fumar, considerado por importantes sectores anarquistas (como la propia redacción de la revista) como un “vicio burgués”, al igual que la droga en general, es preferible a “alternar con invertidos”, lo cual deja la homosexualidad en un estrato muy bajo en la escala de valores anarquistas de este colectivo editorial, y probablemente de una parte importante del anarquismo de la época. Un homosexual no puede ser anarquista y viceversa, de ninguna manera.

Piro Subrat

Del libro Invertidos y Rompepatrias. Marxismo, anarquismo y desobediencia sexual y de genero en el Estado Español. 1868-1982.


[1] Martí Ibáñez, F. “Consideraciones sobre el homosexualismo”. Estudios 145, septiembre 1935, pp. 3-5; Martí Ibáñez, F. “El estilo amoroso”. Estudios 143, julio 1935, pp. 14-16.

[2] Remartínez, R. “Consultorio sexual”. Estudios 122, octubre 1933, p. 45 y Estudios 127, marzo 1934, p. 46.

[3] Altman, J. “El problema sexual de las prisiones”. Estudios 160, enero 1937, pp. 27-30 y Altman, J. “El problema sexual de las prisiones. La continencia sexual”. Estudios 161, febrero 1937 pp. 20-24.

[4] Destacan Un Médico Rural. “Moral Sexual”. Generación consciente 13, 8-1924, pp. 71-72; y Puente, I. “A modo de programa”. Estudios 94, junio 1931, pp. 1-3.

[5] Puente, I. “Carta abierta a la Liga Española para la Reforma Sexual sobre Bases Científicas”, Estudios 107, julio 1932, pp. 21-22.

[6] Puente, I. “El problema sexual”. Estudios 113, enero 1933, pp. 34-37.

[7] Puente, I. “Tratamiento de la impotencia sexual”. Biblioteca de Estudios, Valencia, p. 6. Citado en “Biblioteca de Estudios”. Estudios 146, octubre 1935.

[8] Lorulot, A. “Perversiones y desviaciones del instinto sexual. Las perversiones, sus causas y sus formas”. Iniciales 1, enero 1932. “Perversiones y desviaciones del instinto genital VIII. El homosexualismo”. Iniciales 5, mayo 1932. “Perversiones y desviaciones del instinto genital. Excitación morbosa y fetichismo chino”. Iniciales 7, julio 1932. “Sadismo y masoquismo”. Iniciales 8, agosto 1932. “La inversión en la mujer”. Iniciales 9, septiembre 1932. “¿Es necesario reprimir la pederastia?”. Iniciales 10, octubre 1932.

[9] Iniciales 1, abril 1931, portada.

[10] Lacerda de Moura, M. “Voronoff”. Iniciales 2, febrero 1932, pp. 3-4.

[11] “Los anarquistas de «Solidaridad obrera»”. Iniciales 5-8, agosto 1931, p. 64.

[12] Santana Calero, L. “Sexualidad”. Iniciales 4, abril 1936, pp. 13-14.

[13] Diez, X. (2001). Utopía sexual a la prensa anarquista de Catalunya. Lleida, Pagés Editors, p. 88.

[14] De Campollano, F. “La esterilización eugénica y los legófilos”. Estudios 129, mayo 1934, pp. 30-32.

[15] Huerta, L. “El marañonismo y la intersexualidad”. Estudios 69, mayo 1929, pp. 9-12.

[16] Montseny, F. “Feminismo y Humanismo”. La Revista Blanca 33, 1 octubre 1924, pp. 12-14.

[17] Montseny, F. “Rachilde, o la sed eterna”. La Revista Blanca 221, 1 agosto 1932, pp. 136-38.

[18] Montseny, F. “Un problema de justicia y de sentimiento”. La Revista Blanca 316, 8 febrero 1935, p. 144.

[19] Descleuze, J. “El arte literario francés”. La Revista Blanca, 15 enero 1926, pp. 25-28 y 1 septiembre 1928.

[20] Palacio, S. “El marxismo como precursor del fascismo”. La Revista Blanca 299, 12 octubre 1934, pp. 791-92. Santana Calero, J. “Quiebra”. La Revista Blanca 386, 30 junio 1936, p. 49.

[21] Day, H. “La verdadera educación sexual”. La Revista Blanca 161, 1 febrero 1930, pp. 407-09.

[22] Berneri, C. “La degeneración sexual en las escuelas”. La Revista Blanca 118, 15 abril 1928 pp. 695-97. Y Berneri, C. “El contagio moral en el ambiente escolar”. La Revista Blanca 122, 15 junio 1928, pp. 10-15.

[23] Berneri, C. “La vida sexual en los campos”. La Revista Blanca 142, 15 abril 1929, pp. 657-60.

[24] Berneri, C. “El desarrollo de la prostitución en relación con la crisis económica actual”. Orto 14-IV-1933, p. 4.

[25] Villacampa, E. “Educación sexual de la juventud”. La Revista Blanca 340, 26 julio 1935, pp. 706-07. Y La Revista Blanca 342, 9 agosto 1935, pp. 752-54.

[26] Keller, F. “Estudio de la impotencia”. Generación consciente 7, febrero 1924, pp. 114-16.

[27] “Consultorio General”. La Revista Blanca 316, 8 febrero 1935, p. 140.

[28] “Consultorio General”. La Revista Blanca 352, 18 octubre 1935, p. 1007.

[29] “Consultorio General”. La Revista Blanca 355, 8 noviembre 1935, p. 1070.

[30] “Consultorio General”. La Revista Blanca 340, 26 julio 1935, p. 720.

[31] “Consultorio General”. La Revista Blanca 286, 13 julio 1934, p. 557.

El atraco en Córdoba

Crónica de la fallida expropiación bancaria efectuada por un grupo de acción anarquista en la ciudad de Córdoba, Andalucía, en el año de 1996.

 

Son las cinco de la mañana de un día lluvioso, ya lleva diez días sin parar de llover en esta ciudad de Córdoba, en Andalucía. Los días de lluvia son los más indicados para atracar. La gente por lo general, no presta demasiada atención al atracador que espera nervioso, en la esquina del banco, la llegada del encargado que abrirá la puerta de acceso. La lluvia y el frío encogen la mirada de los transeúntes preocupados en no mojarse y no pisar los charcos de agua en el suelo.

Todo está preparado, lentamente me despierto, oigo rumores en las otras habitaciones. Los demás compañeros al igual que yo, empiezan a preparase. Con dificultad me pongo el chaleco antibalas de placas de titanio que pesa 4 kilos. En la funda pongo la pistola semi automática de 9 milímetros Parabellum Sig Sauber P 210. Esparcidos entre los bolsillos del chaleco de cazador que llevo encima del antibalas, pongo ocho cargadores de ocho balas cada uno, el noveno ya está puesto en la recámara. En total 73 cartuchos contando el de la recámara. En otro bolsillo del abrigo llevo un revólver S.W. del calibre 32 largo con 30 cartuchos de reserva. En el pequeño bolso una metralleta Madsen de 9 milímetros Parabellum, con 2 cargadores de 30 balas cada uno. Con todo llevo encima tres armas con 163 cartuchos, un verdadero arsenal ambulante. Enciendo el escáner… todo normal en la ciudad, a parte de algún que otro accidente de tráfico debido a la lluvia. Me doy cita con uno de los compañeros a la salida de un bar desde donde se puede divisar la calle donde está ubicada la oficina central del Banco Santander.

El empleado que abrirá la puerta de entrada no tardará en llegar…lo tengo controlado desde hace varias semanas. Los minutos pasan, el estómago encoje…me gusta esta sensación, la puedo controlar, es la adrenalina que sube, los sentidos se agudizan, los músculos de la cara se estiran, el color de la piel se vuelve pálido. Allí los dos a la espera damos miedo al vernos, siempre que alguien se fije en nosotros…pero llueve y la gente sigue pasando a nuestro lado sin hacernos el menor caso. Las 7:10, el empleado se está retrasando, veo que ya ha llegado el coche que robé la noche anterior, un Fiat 1. Dentro están los dos compañeros del grupo encargados de aparcarlo en el lugar indicado, pero no hay sitio allí, la calle está repleta de coches. No queda otra solución que aparcarlo más a la vista, justo a pocos metros de donde estamos esperando nosotros. Mal asunto, no me gusta verlo aparcado ahí, pero no hay otra elección.

Las 7:12 de la mañana, ahí viene el empleado, me pasa muy cerca, lo reconozco. Él no se da cuenta de que lo estoy observando fijamente. Trato de entender si con su forma de andar esconde bajo el abrigo algún arma de fuego. Pero me tranquilicé enseguida. Este hombre no tiene pinta de llevar un arma. Estas certezas son el fruto de muchos años de experiencia en la observación, nunca me equivoqué, espero que esta vez tampoco. Lo sigo a pocos metros de distancia, no se da cuenta de mi presencia. Detrás de mí el segundo compañero sigue mis pasos, dispuesto a intervenir ante la eventualidad de que lo necesitase, aunque estando en la calle, cualquier problema que surja con el empleado sería fatal para el éxito del asalto. Pero todo va bien, el encargado cruza la calle, espero a que abra la puerta acristalada del banco. Unos segundos más y me abalanzo sobre él empujándolo dentro, es el momento más peligroso, nadie tiene que percatarse. La calle está desierta y mi compi me cubre las espaldas controlando por si alguien se entera de algo. El empleado sorprendido, no entiende lo que está pasando, le digo “es un atraco, desconecta rápido las alarmas” sé que tengo menos de un minuto para que se activen si el encargado no desconecta rápido utilizando el código numérico de acceso puesto justo en la parte interior de la antesala. El tío sigue sin entender, está asustado y no quiere moverse “oye” le digo “despierta, desconecta la alarma o te pego un tiro” pero nada, sigue paralizado, le golpeo levemente con la culata de la pistola y me contesta al fin “la alarma ya está desconectada”no lo entiendo, tiene que ser un sistema que desconecta la alarma al abrir la puerta con sus llaves y eventualmente utiliza el código numérico, no se…no me preocupo demasiado, si salta la alarma darán aviso a la Policía Nacional y lo captaré con mi escáner. Llegan los demás compañeros, ya somos cuatro, cada cual en su sitio a la espera de la llegada de los/as empleados/as. Éstos, desconocedores de lo que les espera, llegan solos o en grupos de dos y tres. No hay problema con ellos/as, se dan cuenta del peligro una vez dentro del banco. Están atrapados/as. No tienen escapatoria. Lo único que pueden hacer es obedecer mis órdenes, sentarse en su lugar de trabajo sin tocar ninguna alarma (les advierto con las habituales amenazas). Todo sigue bien, llega el tercero, le ordeno que abra en segundo lugar la caja fuerte, que tardará en abrirse entre 5 y 10 minutos. No importa, tenemos tiempo, el banco ahora es nuestro, es como si fuera nuestra propia casa, nos movemos con tranquilidad. Siguen llegando más empleados/as. Ya tenemos más de veinte rehenes, y faltan uno/as cuantos/as más. Ordeno que enciendan las luces, para que desde fuera parezca un día normal de faena. La caja fuerte se abre, hay más de ochenta millones de pesetas allí depositados. Una vez vaciada, los compañeros dirigen la atención a las cajas de seguridad particulares. Hay que romperlas utilizando un mazo, un cortafríos, una palanca (pie de cabra). Los compas consiguen romper unas cuantas cajas particulares, sacando unos veinte millones más en piezas de oro.

8:25 de la mañana, llega el furgón blindado, un imprevisto. El guarda jurado entra en el banco por la puerta principal… va armado, no se da cuenta de nada, le apunto con la metralleta y le ordeno tirarse al suelo mientras que el cuarto compañero le desarma de su revolver calibre 38 Special. La operación, aunque rápidamente efectuada, no ha pasado desapercibida para el segundo guarda jurado que está esperando fuera del banco. Éste, corre a alertar a los Policías Locales que están poniendo multas a los coches mal aparcados en la plaza cercana al banco, entre los coches mal aparcados y multados está también el nuestro que es llevado por la grúa al depósito. No me entero del levantamiento de nuestro Fiat 1, mi frecuencia radio está sintonizada con la Policía Nacional. Los policías locales rodean rápidamente el banco, son muchos, los veo correr para arriba y para debajo de la calle, lanzando órdenes a los transeúntes para que se aparten.

¡Maldición! Tenemos que salir con algún rehén para evitar que nos tiroteen justo a la salida del banco. Ordeno a un compañero que tome como rehén al guarda jurado. Una vez encañonado a la cabeza, salimos todos del banco. Tres de nosotros con el guarda como rehén, vamos en la justa dirección en la que estaba aparcado el coche robado (supimos luego que la grúa se lo había llevado). El cuarto compañero va en dirección contraria. Yo, con el sub-fusil en la mano, el obturador abierto listo para disparar, avanzo seguido por mis compañeros. Veo delante de mi, llegar a una mujer policía con el revólver en la mano, le apunto con mi arma, chillándole que se vaya de ahí si no quiere que la mate. No me lo hace repetir dos veces, me da la espalda y se aleja asustada por la misma dirección por la que llegó.

Al llegar al final de la callejuela, nos damos cuenta de que el Fiat 1 no está, estamos atrapados. Por un lado de la calle está un policía que se esconde detrás de unos barriles de cerveza que un camionero está descargando de un camión. Desde la callejuela por la que acabamos de bajar se ven más policías avanzando hacia nosotros y, por fin, en la plaza veo el blindado con el guarda apostado detrás arma en mano. El policía escondido dispara en nuestra dirección pero falla el tiro, le apunto, sólo entreveo sus piernas en la línea de mira, tengo ganas de apretar el gatillo, el muy cabrón disparó aún sabiendo que teníamos un rehén. Segunda oportunidad que concedo hoy a la Policía Local. No disparo, bajo mi arma y apunto amenazante al primer coche que llega. Es un concejal del partido Socialista de Córdoba, que lleva a su hijo a la escuela. Se asusta, me pide que no le haga daño, le digo ¡sólo quiero tu coche, vete!

Ahora tenemos el coche que faltaba para la fuga, tenemos el rehén, pero aún falta uno de los nuestros, chillo- ¿dónde está? ¿Dónde se ha metido? Pasan los segundos, demasiados, a la espera de que aparezca, un compañero me dice que se ha ido por otra dirección, que no está. Un instante de indecisión bajo la atenta mirada de un montón de policías apostados a la espera quizá de una orden. Nada, confío en que el compi se ha dado a la fuga. Nosotros no podemos esperar más, subimos al coche y emprendemos la fuga, perseguidos por la Policía Local a pie. Rápidamente les perdemos de vista. Al llegar a una plaza cercana veo un coche de Policía parado, al pasar nosotros, a un ceda el paso, nos embiste chocando contra la parte izquierda de nuestro coche, nada grave, el impacto es mínimo, no hay demasiado daños, el coche puede seguir la marcha. Por el escáner está sintonizada ahora la frecuencia de los Locales. Todo el mundo chilla, nos señalan continuamente, sigue la persecución… no veo a la Policía, pero desde las ondas radio escucho que están detrás de nosotros, mal asunto, no podemos desengancharnos… de repente aparece un coche policial conducido por dos figuras que no consigo distinguir. Se pegan detrás nuestro, son unas mujeres de la Policía Local. Éstas señalan a la central cada movimiento o cambio de dirección que tomamos. Con estas dos detrás pegadas a nuestro coche, nos va ser imposible fugarnos. Ordeno al compañero que conduce que pare el coche. Bajo y zigzagueo hacia el coche perseguidor en plan comando, arma en mano. Al ver nuestro coche parado, las dos policías frenan en seco. Llego a pocos metros de su coche. Veo de repente que una policía saca su revólver y me apunta amenazante desde su ventanilla bajada… le chillo varias veces que tire el arma, pero sigue apuntándome siguiendo mis movimientos. Comprendo que va a disparar y abro fuego yo primero con una ráfaga corta seguida por otra más larga. En menos de un segundo y medio, la Madsen escupe 17 balas, ninguna de ellas falla el objetivo, todas han alcanzado el cuerpo de las dos policías que mueren al instante. Veo con impresionante rapidez que el color de su cara se vuelve amarillo pálido, el color de la muerte. Esta vez, no le di una tercera oportunidad al cuerpo de la Policía Local de Córdoba.

Rápidamente subo al coche, arrancamos de un tirón, perseguidos por más coches policiales que al ver un coche de los suyos parado en medio de la calzada paran para ver lo que ha pasado. Oigo el escáner “¡están muertas, les han disparado!” algunos de ellos siguen la persecución. Llegados a la altura de la Avenida de los Omeyas, justo al doblar la esquina, los coches particulares de los ciudadanos que circulaban en aquel momento, paran bruscamente. Veo las luces de frenos encenderse, veo un control policial justo a nuestra izquierda, parado al lado de la carretera. Hay otro delante, a unos 100 metros, bloqueando la calle. Son varias furgonetas de la Policía Nacional. De repente llegan un montón de balas que impactan en el parabrisas y en la carrocería del coche, llegan de frente y de lado. Son más de catorce policías que disparan todos a la vez, a descarga de tiros nos sorprende a todos. Trato de abrir fuego a mi izquierda pero el compañero que conduce está en la línea de tiro. No puedo disparar, lo alcanzaría de lleno. Imposibilitada la defensa en al parte izquierda, apunto con la metralleta a la línea de policías que tengo delante. Abro fuego a través del cristal del parabrisas, la ráfaga sale rabiosa, vacío el cargador (nuestro coche está parado, hemos chocado con un coche que tenemos delante). Los componentes de la patrulla de Policía Nacional que tenía en frente, nueve en total, me confiesan días después, cuando estaba atado a una camilla del hospital, que diez centímetros más abajo y la ráfaga les abría volado la cabeza a todos. Las balas no paran de impactar en el coche, serán más de doscientos los impactos que recibimos, (según el abogado de oficio que nos visitó, y que vio el coche en el cual viajábamos, no había un espacio de más de 10 centímetros donde no hubiera un agujero de bala) estamos entre tres fuegos: de lado, por delante y por detrás.

Calló herido de gravedad el compañero que viaja en el asiento de atrás junto al guarda jurado, también alcanzado de gravedad. El conductor recibe ocho impactos en una pierna, yo recibo cuatro impactos, dos en la mano izquierda, uno en la barriga y otro a la altura del corazón, estos dos últimos habrían sido mortales sino llevase puesto el chaleco antibalas. Consigo a pesar de las heridas, abrir la puerta del coche y tirarme al suelo, mientras las balas no paran de silbar peligrosamente a mí alrededor. Ruedo por el suelo…un policía avanza hacia mí disparando…no tengo tiempo de cambiar el cargador vacío de la metralleta, así que saco la pistola, abro fuego a la vez hacia él. Se tira al suelo echándose de lado, sigo disparando con calma y precisión a las furgonetas policiales detrás de las cuales se esconden unos cuantos maderos. Nadie se asoma, uno de ellos, para evitar ser alcanzado, se tira al suelo desde el asiento del conductor, destrozándose la rodilla (según lo que declaró en el juicio, la caída le provocó una baja de 505 días y una cojera permanente). Ahora trato de ayudar a salir del coche al compañero herido que estaba detrás. En la mano derecha sujeto la pistola, la izquierda es inservible… sale mucha sangre… chillo “¡vámonos de aquí rápido!” él me mira “vete tú, estoy paralizado, no puedo moverme” dos balas le han alcanzado detrás del cuello, tiene la sexta y séptima vértebra cervical rota. El chaleco que llevaba puesto no ha resistido, las balas han conseguido atravesarlo, pero sin él, estaría muerto. A los pies del compañero está el guarda jurado agachado en posición fetal, también a él le han herido de gravedad (sufrirá una tetraplegia permanente), su cara y la de mi compañero son del mismo color que pocos instantes antes había visto en la cara de las dos policías muertas.

Veo el saco del dinero, ni siquiera pienso en llevármelo. Un par de balazos pasan muy cerca de mi cabeza… me agacho parapetándome lo más posible “hijos de puta” reemplazo el cargador vacío de mi 9 milímetros, pongo otro y abro fuego en rápida sucesión. Ahora los polis desaparecen de mi vista, escondiéndose detrás de sus coches, solo veo el relámpago de sus disparos, sus armas están puestas por encima del capó del motor, y ellos parapetados detrás. Asustados, disparan sin mirar (uno de ellos dirá en una entrevista de la tele, que no entendía como podía estar yo de pie después de haberme vaciado su cargador de 16 balas). Veo salir al compañero conductor con dificultad. Decido avanzar hacia los policías abriéndome paso, estaba rodeado, disparo a cada cabrón que asoma el morro, ellos se esconden, es lo que busco. Llamo al compi que anda cojeando, le digo de seguir mis pasaos hacia la derecha donde entreveo una vía libre, él me mira triste, lo veo caer de bruces… también para él se acabó.

Un silencio de muerte envuelve la calle. No se oyen más disparos ni ruidos (dicen que a los policías se les había acabado la munición). Consigo abrirme paso hacia la derecha, corro agachado mirando si alguien me sigue, no hay nadie… cruzo un inmueble, salgo por el lado opuesto, veo un taxi monovolumen parado, hay una chica sentada en la parte trasera, está en silla de ruedas. Ordeno al propietario que la baje del coche. Subo al vehículo y espero para arrancar hasta que bajen a la chica con su silla de ruedas. Pongo la primera, por el camino que acababa de hacer vienen dos policías nacionales que siguen mis pasos. Me ven sentado en el taxi, me miran… los miro fríamente. En la mano guardo mi semi-automática, listo para abrir fuego si éstos intentan detenerme. No hacen nada, yo tampoco. Me alejo del lugar a toda velocidad, me pierdo en la ciudad, trato de llegar lo antes posible al piso alquilado, pierdo abundante sangre, estoy empapado. Un taxi me persigue, con la prisa se quedó la puerta trasera abierta y esto llama la atención, la emisora de los taxistas ha dado la alarma. Trato de perderme por las calles de Córdoba, pero el conductor del taxi insiste en la persecución. Me cabreo. Pego una repentina frenada, el taxi me adelanta y para delante de mí. Bajo del mono volumen con la pistola en la mano, le apunto en la cabeza con el gatillo levantado “para de seguirme porque ya maté a dos policías y cargarme a un taxista cabrón como tú no cambiaría nada mi situación… ¿vale? Dame la llave de tu coche y vete a tomar por culo” se queda con la boca abierta, vuelvo al coche y me pierdo definitivamente.

Una vez abandonado el taxi sustraído, me dirijo al piso alquilado, allí intento curarme como puedo las dos heridas de la mano. Ahora con un poco de calma puedo analizar con detalle la gravedad de las heridas, son feas, una bala después de atravesarme la mano rompiendo todos los huesos que encontró a su paso, ahora asoma justo bajo la piel. Yo mismo con un simple corte de cuchilla de afeitar la podría extraer. La otra bala entró y salió mucho mejor…el problema es el hueso de la muñeca roto, tendré que inmovilizarlo con una tablilla y vendarlo. El dolor es intenso, sigo perdiendo mucha sangre, aplico un torniquete justo por encima de las heridas. Consigo con muchas dificultad cambiarme de ropa cuando oigo por el escáner que han localizado el piso franco. Vienen a por mí. Salgo rápidamente del domicilio tratando de esconderme en los bares cercanos. Para que no se note la mano herida chorreando aún sangre, la envuelvo en una bolsa de la basura y la meto en el bolso donde llevaba la metralleta, pero a pesar de esta solución, no consigo pasar desapercibido. Los clientes y los camareros se dan cuenta, y me delatan. Lo sabía porque a cada rato señalaban en mi dirección telefoneando a la policía. Tuve que cambiar de estrategia. Decido esconderme en un inmueble cerca del piso refugio ya caído. Subo por unas escaleras hacia el último piso y me escondo en la terraza. Ahí tumbado esperé una hora. Al escuchar por el escáner que los policías subían a mirar por todas las terrazas colindantes decido bajar…y menudo espectáculo me encuentro, alrededor del inmueble donde estaba escondido había más de doscientos policías… -¿cómo voy a salir de aquí ahora?… maderos que llegan desde arriba y maderos abajo que esperan… estoy atrapado- de repente veo llegar a tres chicas que salen de un inmueble contiguo. No me lo pienso dos veces, aprovechando que llueve y llevan un paraguas abierto en las manos, me meto por debajo cogiendo a una de las chicas por el brazo como si fuera una conocida“ vamos, que está lloviendo, no tengo ganas de mojarme. ¿No os acordáis de mí? Nos conocimos en la universidad” se miran entre ellas preguntándose quien de las tres me conocía, mientras seguimos avanzando hacia el cordón policial puesto delante de la salida del inmueble. Alguien por la ventana, un amigo suyo, les chilla desde lejos que tengan cuidado que andan por allí un montón de policías… nadie le hace caso, es más, se ponen a reír. El alegre grupo avanza, tengo el corazón que parece que me va a estallar. De repente nos vemos rodeados por un montón de maderos. No sé por donde empezar a correr, no lo hago, consigo guardar mi sangre fría hasta que uno de los maderos nos ordena quitarnos del medio porque es peligroso. No hago que me lo repitan dos veces, se lo agradezco al policía y me marcho hacia el lugar donde tenía aparcado otro coche, con el cual abandono la ciudad dirigiéndome hacia Bujalance, un pueblo de la provincia de Córdoba. A la salida de Córdoba topo con un control de la Guardia Civil, no me paran, luego me encuentro con otro cerca de Bujalance. No queriendo aprovecharme otra vez de mi suerte, tomo un camino de campo y me quedo encallado a causa de la lluvia. Tengo que abandonar el vehículo, no consigo sacarlo del barro. Hago auto-stop, un coche para y le pido que me lleve al pueblo cercano porque mi coche está averiado. En el bar del pueblo Siete Puertas tomo algo caliente a la espera del autobús para Sevilla, pero otra vez me delatan y un grupo de guardias civiles me rodea. Herido y sin fuerzas no reacciono y me detienen. Todo se había acabado, mi buena estrella, esta vez, me había abandonado para siempre. No fue mala suerte la nuestra, sino el haber hecho mal las cosas. Yo me considero el único responsable de este desastre.

Se abalanzaron sobre mí lo guardias civiles y dos policías locales del pueblo. Empezaron a pegarme bajo las miradas curiosas de los clientes, me esposaron y me llevaron al cuartel. Me dieron de hostias un buen rato, no puedo decir que me torturaron, no utilizaron los métodos típicos de interrogatorio, las bolsas, colgarte por los brazo, descargas eléctricas, etc. Pero utilizaron la heridas en la mano izquierda para provocarme dolor, al ponerme las esposas me rompieron el segundo hueso del antebrazo, sabían que el más ligero apretón, me producía un intenso dolor y no ahorraron esfuerzos. No se cuanto tiempo pasó…a cada pregunta que me hacían, seguía un silencio como repuesta por mi parte. Al final se cansaron ellos. Les di el nombre de mi carné falso y cuando vi llegar al oficial al mando del cuartel con un fax en la mano, le di mi verdadero nombre. Cuando te pegan, el dolor se nota los primeros minutos, luego ya no sientes nada. En mi caso cuando dirigían su atención a las heridas, el dolor me llegaba directamente al cerebro, a pesar de esta ventaja, visto que no cantaba, decidieron llevarme al hospital de Córdoba.

Al salir del cuartel, la noticia de mi detención se había difundido y todo el pueblo vino a verme. Al salir, escoltado por un grupo de guardias civiles, el populacho me llamó “¡asesino, asesino!” Un viejo intentó golpearme con su paraguas pero falló y le dio a la cabeza de un picoleto que se interpuso entre él y yo para protegerme “¡me cago en la leche!” le dije al viejo. En el hospital los picoletos me ofrecieron cigarrillos y me preguntaron si quería comer algo. Uno de ellos me dijo “¡increíble, estás herido, lleno de golpes y estás tan tranquilo, eres un tío frío y con cojones!, ¡palabra! Has tenido suerte de que te pilláramos nosotros, porque si te pillan los compañeros de las policías muertas, te matan a golpes” yo le contesté “de eso no tengo la menor duda”.

Me quedé en el hospital con un brazo escayolado y el otro atado con una esposa a la cama. A pesar de la imposibilidad de movimiento, a cada cambio de guardia de la Policía Nacional, me revisaban las esposas por si las conseguía abrir…el nivel de paranoia de los policías que me custodiaban era increíble. Igual suerte les tocó a los demás compañeros heridos que estaban en otras habitaciones del departamento de seguridad del hospital de Córdoba. Según los médicos del centro, tuve suerte. Las dos balas me atravesaron la mano izquierda rompiendo unos cuantos huesos y un tendón del dedo meñique, todas las demás articulaciones, estaban intactas, los huesos del antebrazo estaban rotos, pero se habían puesto bien al cabo de unos pocos meses. Peor suerte tuvo el compañero alcanzado en el cuello, tenía la sexta y séptima vértebras cervicales rotas y se temía que pudiera quedarse parapléjico. El tercer compañero, a pesar de las muchas balas que recibió en la pierna, no tuvo huesos rotos. Él también, al igual que todos, debe la vida al chaleco antibalas, un policía le disparó por la espalda cuando estaba tendido en el suelo. Este disparo lo efectuaron contra el compañero que se temía que quedase parapléjico.

Claudio Lavazza

Tomado del libro Autobiografía de un irreductible.