Entrevista y diálogo con Alfredo Cospito desde la prisión de Ferrara

Los medios de comunicación anuncian la llegada de los robots con mucha ostentación. Casi siempre vinculan este fenómeno con el peligro del desempleo, algunos medios más imaginativos van más allá al ver el advenimiento de los robots como la superación de lo humano, una dictadura de las máquinas contra las que oponerse a un humanitarismo genérico. Durante décadas nos han estado bombardeando con el peligro de una inminente catástrofe ecológica que sugiere, en el mejor de los casos, una tecnología ecológica y sostenible, pero en el peor de los casos (para los ecologistas más «radicales») la esperanza de un colapso espontáneo del Sistema.

¿Por qué lo hacen los medios? Nos brindan una enorme cantidad de desinformación que nos lleva de la mano a soluciones ficticias, un «humanismo genérico» que actúa como contraparte de un concepto igualmente genérico, el de «personas», sugiriendo una supuesta inevitabilidad de la catástrofe de la cual solo el «destino», un meteorito, una guerra nuclear, o la llegada de hombres verdes podría evitarlo. De esta manera, socavan nuestra voluntad convenciéndonos de que lo posible es imposible. Dejando solo dos «alternativas»; la falsa esperanza en una tecnología a escala humana o, la renuncia a lo inevitable en la ilusión de que un «dios» o el «destino» nos pueda alejar de la pesadilla.

¿Qué es lo contrario a toda esta mierda? La plena conciencia de nuestra fuerza, la plena conciencia de quién es responsable de la explotación, las guerras, y la catástrofe. Es de sólo una clase que tiene el control de la sociedad hiper-tecnológica. Únicamente una clase disfruta de beneficios, para la otra clase sólo hay basura, migajas, explotación. Los robots no son nuestros enemigos, sino quienes les diseñan, es decir, el capitalismo y los Estados que financian estos proyectos; hombres y mujeres de carne y hueso. Estoy seguro de romper una puerta abierta diciendo que es una contradicción en términos de una «sociedad liberada» que se beneficia de una hiper tecnología. Debemos tener el coraje de renunciar al «Progreso», debemos tener el coraje de oponernos con las armas en la mano, jugándonos la vida para detener este proceso autodestructivo que no es inevitable en lo absoluto.

Sólo la explotación sistemática de miles de millones de mujeres y hombres puede sostener la modernidad, no existe ninguna «utopía» comunista estatal que se mantenga. Esto, al menos hasta que las riendas estén en nuestras manos, la humanidad imperfecta, una vez que la clase dominante se vea obligada a delegar (dar) el mando (de una «mega máquina» ya demasiado compleja de manejar) a una «superinteligencia», nos esperará un «bienestar virtual» para todas, un «bienestar infernal» sin ninguna libertad, que no deseo ni a mi peor enemigo.

Pero seamos claros, de lo que estamos hablando: en cuanto a la «ciencia ficción», y que el incendio puede aparecer, nos referimos a una «revolución» que, si no se detiene, afectará la vida de todo el planeta. Si el capitalismo es el hijo alienado de la supremacía de la tecnología y la ciencia, podemos deducir fácilmente que el producto de ésta relación es la «mega máquina« en la que todas vivimos inmersas. El siguiente paso será la conciencia de que ésta «mega máquina« existirá a través de la I.A. (inteligencia artificial).

Vayamos paso a paso. En el mundo, las inversiones en I.A. en este momento son consistentes y se multiplican año con año. En 2016, Europa invirtió 3.200 millones de euros, se esperan 20.000 millones de euros en el 2020. Los Estados Unidos ya han invertido $18 millones y se esperan $37 millones para 2020. En todo el mundo, se invirtieron 12.000 millones de euros, solo en 2017, para el estudio de algoritmos capaces de aprender de sus errores, de forma independiente.

Está en etapa avanzada la creación de computadoras neuromórficas, que sustituyen los cálculos basados en códigos binarios (on – off) por la utilización de procesadores que intercambian señales como lo hacen nuestras neuronas. Alcanzando velocidades infinítamente mayores, con dimensiones pequeñas, y métodos de operación cada vez más «cercanos» a nuestra mente. Los efectos en el Mercado, aunque parciales, ya existen: – máquinas automáticas – medicina (análisis de historial clínico, rayos X, enfermedades, virus) – robótica (todos los sistemas que manejan robots) – automatización industrial – análisis y administración de sistemas complejos como la viabilidad de metrópolis, sistemas de gestión automáticos, análisis y pronóstico de las tendencias del mercado bursátil, análisis y pronósticos meteorológicos/agrícolas, análisis de vídeos, textos e imágenes publicados en línea, gestión logística.

Hoy para gestionar esta «revolución», participan un número limitado de científicos, técnicos súper especializados en muy pocos centros en todo el mundo. Todos al alcance de una Internacional Anarquista de combate, aunque de fuerza limitada ¿Sus mejores armas? Voluntad y determinación, estas dos cualidades serían suficientes para hacerles retroceder y parar este «progreso» tecnológico, que nos hacen ver imparable.

Todavía tenemos el tiempo a nuestra disposición, y espacio para maniobrar, sobre todo porque el «Sistema» aún no es plenamente consciente del punto de inflexión que está a punto de ocurrir. Las inversiones, aunque son enormes, apenas están comenzando. Es muy probable que las burocracias gubernamentales, y las agencias de inteligencia, tengan cierta ineptitud, una rigidez que les impida comprender plenamente la importancia de algunos desarrollos que para nosotras, fuera de estas lógicas y ciertas especialidades, pueden ser claras. Decimos que estar fuera y en contra del Sistema podría permitirnos tener una visión general amplia, una mayor flexibilidad mental. Los obstáculos para comprender tal «revolución» tecnológica, en un punto de inflexión tal, podría ser particularmente fuerte para los gobiernos, los Estados y los capitalistas

¿Pero, en qué consistiría este avance, ésta «revolución» tecnológica? La revolución agrícola se ha extendido por todo el mundo en miles de años, la revolución industrial en centenares, la revolución de la información en pocas décadas y tendrá su punto máximo, su «punto de no retorno» lo que los técnicos y científicos llaman «explosión de inteligencia». El «Proyecto Cerebro Humano», fundado en 2005, espera recrear un cerebro humano dentro de 20 años. A partir de ese momento se activará la llamada «explosión», la transición de una inteligencia humana a una súper inteligencia (suprahumana). Los científicos argumentan que una vez que se alcancen las capacidades intelectuales humanas en muy poco tiempo (incluso meses), comenzará la explosión de inteligencia, que consistirá en un crecimiento exponencial e incontrolado de las capacidades de la IA. Desde ese momento, el riesgo de perder las riendas de nuestro destino será muy alto, para felicidad de transhumanistas. El homo sapiens se convertirá en otra cosa, algo oscuro, un aborto de la naturaleza, un cáncer para este planeta, más de lo que ya es.

Afortunadamente para nosotras, los científicos por su naturaleza a menudo son demasiado «optimistas» en el tiempo y «fantasiosos« en las perspectivas. Podemos contar con nuestras capacidades para contrarrestar y revertir este proceso. Depende de nosotras, de nuestra lucidez, de las fuerzas y de las armas que pongamos en juego. Creo que lo importante es no quedar atrapados en el catastrofismo, que no nos fortalece, sino que nos lleva a la resignación de lo inevitable. Para tener una idea más precisa del salto tecnológico que la «modernidad» nos promete a través de la superinteligencia, leamos un par de definiciones que los técnicos dan de esto:

«Cualquier intelecto que supere con creces el rendimiento cognitivo de los seres humanos es, casi todo, de interés para dominar». Una máquina ultra inteligente, es aquella «que puede superar con creces todas las actividades intelectuales de cualquier ser humano, por más inteligente que sea».

La súper inteligencia, según quienes trabajan en ello, será la panacea para todos los males, la Lámpara de Aladino que resolverá lo relacionado a energía, contaminación y problemas económicos. Encontrará la cura para todas las enfermedades, incluso promete inmortalidad. Pero los mismos científicos y técnicos que deliran sobre estos avances futuros (que, por supuesto, inevitablemente irán en «beneficio» sólo de la clase dominante) están aterrorizados y lo consideran su advenimiento extremadamente peligroso, hasta el punto de compararla con los peligros de la era atómica, de una guerra nuclear. Científicos y técnicos aún están muy lejos de alcanzarla, estudian con desesperación posibles trampas de realidad virtual para contenerla, engañarla, enjaularla una vez alcanzada. Temores y esperanzas, la ley de la ciencia nos condena a «progresar», a avanzar a costa del detrimento de nuestra supervivencia como especie. Pero qué peor condena para un esclavo que una amortización que prolonga la agonía de una vida sin libertad.

Las anarquistas siempre hemos sido sensibles a estos «problemas», porque nada más en estos años se ha desafiado nuestras libertades, más que la «modernidad», la tecnología. A lo largo de los años, ciertamente, no nos hemos limitado a los análisis sociológicos de la ciencia y la tecnología. La parte de nosotras más inclinadas a la acción, aquellas anarquistas que han puesto en práctica la acción directa destructiva, a través de la informalidad y los grupos de afinidad, han desplegado un arsenal teórico y práctico en los puntos sensibles y periféricos para golpear, fibras ópticas, cables eléctricos, postes…

La línea a la que se tiende ha sido que desde el centro del Sistema era necesario desplazarse a la periferia, en la cual los controles eran más bajos. Donde las líneas vitales, si se interrumpen con medios reproducibles (fuego, pinzas…) podrían causar daños considerables. Últimamente se ha hablado mucho sobre interrumpir el flujo de mercancías. Estas tendencias, que prevalecen hoy entre los insurrectos, se deben (en mi opinión) a la oposición del Anarquismo de Acción contra la «lucha» de las B.R.* a finales de los años 70, cuando «ordenaron»  impulsar la consigna de la necesidad de golpear «al corazón del Estado». Para las anarquistas, en cambio, el Estado no tenía corazón, o centro. Esto sucedía cuando las B.R. impulsaban la necesidad de golpear, sintetizándolo en los hombres de Estado más significativos.

Han pasado muchas décadas, todo ha cambiado, pero ésta «fórmula» que tenía un fuerte sentido en ese momento se ha convertido en un «mantra», un «dogma» que se ha perpetuado a sí mismo, perdiendo más y más sentido, convirtiéndose en una presunción de torpeza, intransigencia, y justificación de temores nunca expresados. Esta metodología, al menos en lo que respecta al país en el que vivo, se ha reducido en la negativa (nunca admitida, pero llevada a la práctica) a afectar a las personas, a quienes perpetran directamente la iniquidad del Sistema. Para muchas anarquistas solo existe el «sabotaje» y la acción destructiva (golpear y destruir cosas). La exclusividad de esta práctica está muy extendida, incluso en el entorno «ecológico», con pocas pero significativas excepciones, Kaczynski, por una parte. Esta propensión de excluir acciones violentas contra las personas también la hacen (con excepciones ocasionales), inclusive ALF y ELF.

Las «organizaciones» que por otras razones son un ejemplo importante (pero concreto) de cómo podemos «organizarnos» de manera deconstruida. Como dicen algunas compañeras, «una organización que no quiere organización». Sin lugar a dudas, en mi opinión, ha tenido influencia en la práctica de la FAI-FRI, sólo piensan en comunicarse a través de acciones y campañas internacionales. Espero que tengamos la oportunidad de hablar de ello con detalle, más adelante… Aquí, en Italia, en la esfera anarquista, en los últimos años, solo algunas acciones de la FAI han sido opuestas. Los muy denigrados «paquetes bomba», son una práctica antigua que, por lo que puedo decir, es parte de la «tradición» anarquista. Tan solo pensar en los llamados «galeanistas» en Estados Unidos, o en las explosiones hechas por anarquistas, que escaparon a Francia durante el fascismo, dirigidos a los principales periódicos italianos, solo por nombrar algunos. Como dije en el pasado, la distorsión de la «historia», la purga de hechos incómodos no es una práctica exclusivamente estalinista, incluso los anarquistas la practicamos a nuestra manera, a menudo inconscientemente.

Hablando del movimiento luddita, de las anarquistas, y no solo de estos movimientos, se presentan a menudo como ejemplo exclusivo de la práctica del «sabotaje», borrando una parte de esa historia que no es fácilmente digerible, debido a cierta visión de su accionar. También hubo asesinatos entre las armas ludditas, no se limitaron a la destrucción de telares. En 1812, William Horsfall, propietario de una fábrica textil, fue asesinado a tiros en una emboscada, días después de amenazar a sus trabajadores con reprimir cualquier tipo de revuelta, y que la sangre luddita alcanzaría su silla. Fue él quien sucumbió, fue su sangre la que fluyó. Tres ludditas fueron ahorcados por ese gesto de revuelta. No fue un caso aislado, cuando leemos exaltaciones correctas del luddismo casi nunca conocemos de este tipo de acción ¿Por qué?

¿Quizás el «sabotaje» es más subversivo, más peligroso para el Sistema que la eliminación física de un amo? Ciertamente hoy implica una mayor reacción del Sistema, una mayor represión. Pero el «miedo» nunca es un buen consejero, nos hace perder la racionalidad, el sentido de la realidad. Quizás se deba a la sensación de pérdidas de la realidad, a las infinitas disquisiciones «sociológicas» que muchas anarquistas hacen del término «terrorismo», y de cómo esta palabra puede «aislarnos» y ser el único producto del Poder. El terrorismo es una práctica que las anarquistas (como casi todos los movimientos revolucionarios y populares) siempre han usado. Nunca me cansaré de decirlo, por impropio y molesto que pueda ser, porque creo que la honestidad y la coherencia intelectual están estrechamente relacionadas, y para ser creíbles y, por lo tanto, eficaces en la acción, uno debe ser honesto consigo mismo y con los demás, y no razonar según la conveniencia inmediata sino con razón en perspectiva. El terrorismo se entiende como una práctica que propaga el terror en la clase dominante, como lo hizo Emile Henry, al igual que los argelinos al golpear bares franceses (ejemplos hay infinitos), por cuestionable que pueda ser a nivel «moral», nunca ha sido indiferente a nadie, y la historia que dice que el terrorismo de abajo hacia arriba tiene todas las justificaciones del mundo. Lo siento si me salí del tema, pero algunas cosas, aunque me incomodaban, tenía que decirlas.

[Fragmento]

Revista Vetriolo. Otoño de 2018.

Alfredo Cospito

 

* Brigadas Rojas (Brigate Rosse). Organización armada marxista-leninista. Activa en los años 70.

Destruir apasionadamente

La Bolsa, el Palacio de Justicia y la Cámara de Diputados son edificaciones de las que se ha hablado mucho en los últimos días. Estos tres edificios habían sido especialmente amenazados por tres jóvenes que desafortunadamente fueron detenidos a tiempo.

Nada se puede ocultar a los periodistas. Revelaron la conspiración triple, y sus colegas en la prefectura han aprehendido inmediatamente a los conspiradores.

Una vez más los hombres de la prensa y la policía se han ganado la gratitud de esa parte de la población que todavía no aprecia el encanto pintoresco de palacios en ruinas y la extraña belleza de los edificios derrumbados.

El público no escatima en sus gracias. Los servicios prestados serán reconocidos con dinero contante y sonante. Las virtudes cívicas deben ser alentadas. Fondos secretos bailarán y la fiesta será dirigida por los salvadores de la sociedad.

¡Todo lo mejor! Porque es edificante notar que si hay, entre los adversarios, un pequeño número de explotadores astutos, la gran mayoría de ellos está formada por imbéciles que empujan los límites de la ingenuidad hasta al horizonte.

¿Cómo podrían estos groseros creer que los anarquistas pensaban hacer saltar al Parlamento en ese momento?

¡En fechas en que los diputados están de vacaciones!

Usted tiene que inferir a la baja al pensar que los revolucionarios escogerían ese momento.

Aunque sólo sea por razones de cortesía, esperaríamos el regreso de todos después de la temporada de vacaciones. Sin embargo, la otra mañana, los comerciantes de París, mientras enderezaban sus bienes, se dijeron a sí mismos, con un robusto buen sentido:

“No hay la menor posibilidad de error. Quieren socavar los cimientos de nuestros centenarios monumentos. Nos enfrentamos a una nueva conspiración”

¡Vamos, vamos, vendedores valientes! Ustedes vagan en las llanuras de lo absurdo. Esta conspiración de la que hablan no es nueva. Si la cuestión es derribar los edificios carcomidos de la sociedad que no nos gusta, bueno, esto se ha estado preparando durante mucho tiempo.

Esto es lo que siempre hemos trazado. El templo de la Bolsa – donde los fieles católicos y los judíos fervientes celebran sus reuniones con ritos y cosas del pequeño comercio – debe, de hecho, desaparecer, y pronto. Los manipuladores del dinero serán tocados por las fuertes caricias de las piedras desmoronadas.

Entonces ya no se juega el juego de la Bolsa, los movimientos expertos que llevan a millones de empresas – cuya razón consiste en especular en el trigo y la organización de las hambrunas – no existirán más. Los que trabajan detrás de escena: los corredores, los banqueros – los sacerdotes de oro – dormirán su último sueño bajo las ruinas de su templo.

En esta posición de reposo los financieros serán de nuestro agrado.

En cuanto a los magistrados, es bien sabido que nunca son tan lindos como cuando marchan hacia la muerte.

Es un placer verlos.

La historia está llena de dibujos sorprendentes en honor a los fiscales y jueces que a la gente, de vez en cuando, hacen sufrir. Debemos admitir que estos hombres tenían una agonía decorativa. Lo que sería un espectáculo magnífico: una conmoción en el Palacio de Justicia. Quesnay contraído por la columna a la que se le ha roto las vértebras, tratando de asumir el aspecto de un Beaurepaire herido durante las Cruzadas; Cabot, citando a Balzac con su último aliento, y Anquetil, junto a la ingeniosa Croupi, gritando:

“Nada se pierde… nos ponemos debajo de nuestras posiciones.”

La escena tendría tanta grandeza que de buenas almas que somos nos sentiríamos sinceramente mal por los vencidos. Nosotros ya no queremos recordar la ignominia de las túnicas rojas, teñidas con la sangre de los pobres. Nos olvidamos que el poder judicial era cobarde y cruel.

¡Voten por ellos, voten por mí! Será la gracia inefable.

Y si Atthalin mismo – este especialista en estudios políticos – con su cabeza ligeramente agrietada, pidiera ser llevado a una casa de reposo, galantemente accederíamos al deseo de este hombre enfermo.

En verdad, no es indispensable para sentirse a sí mismo un anarquista, dejarse seducir por las próximas demoliciones. Todos los que la sociedad ha flagelado en lo íntimo de su ser instintivamente quieren venganza.

Un millar de instituciones del viejo mundo están marcadas con un signo fatal. Los adeptos a la conspiración no tienen necesidad de esperar un lejano futuro mejor, conocen un medio seguro para arrancar la alegría de inmediato:

¡Destruir apasionadamente!

L’Endehors, No 65, 31 julio de 1892

Zo d’Axa

A cada uno su nada

Es muy fácil hablar del individuo. A uno le interesa sólo su propia individualidad, otro dice que necesita partir de un plano individual, cierto, pero para llegar a una dimensión colectiva, el otro dice además que el discurso revolucionario es un discurso de comunidad, que el individuo es una abstracción impotente, luego está quien se hace ejecutivo, y por tanto individualista, y por último está quien, no sabiendo qué hacer con su vida, duda, pase lo que pase, él duda. Cuántas discusiones encendidas y sordas sobre el tema. Allí está Stirner y allá Bakunin, aquí el anarquismo social, mientras a su espalda anidan el nihilismo y la rebeldía vacía. Luego Nietzsche y el superhombre, Libero Tancredi y el fascismo. Embellecimiento del vacío, lo llamaría Platón. He fundado mi debate en nada, versión hermenéutica del grito stirneriano. El terreno está demasiado abarrotado para encontrar espacio para el pensamiento, para desarrollar una reflexión que de las etiquetas superficiales pase a lo concreto de la vida, donde de verdad se juega la partida. Ignorar los detalles y abrirse paso con gesto impaciente, ése es el método utilizado. Se descubrirá que hay muy poco que inventar, si no es el uso que hay que hacer de las intuiciones teóricas y prácticas del pasado. Elegir cómo aplicarlas a la vida, cómo combinarlas en nuevas mezclas explosivas. La inteligencia de la experimentación consiste en poner juntos en juego elementos que siempre han estado separados, sacarlos de la cárcel del fragmento para percibir plenamente su potencialidad. Más allá de los debates gastados y de las sistematizaciones académicas, al menos desde hace un siglo y medio la teoría y la práctica de la subversión nos sugieren la importancia decisiva de comprender la existencia individual en su concreción, o sea, en su totalidad. Son las revueltas concretas de los explotados las que han hecho arder las bases sobre las que estaban fundadas las construcciones ideológicas del poder. A mitad del siglo XIX el deseo de poner el mundo patas arriba pone en cuestión la división entre el yo y la realidad circundante. Stirner dice que no existe el único sin propiedad, esto es, que no existe el individuo sin su propio mundo, sin sus propias relaciones; la propiedad es tener sitio para el individuo, y por tanto para su capacidad de comprender y actuar, para sus pasiones y su fuerza. Afirmar la individualidad significa, por eso mismo, cambiar el mundo. Todo esto, añade, no se puede expresar en conceptos, es necesario realizarlo en la vida, porque es la vida de cada uno el único contenido verdadero de una teoría. Contemporáneamente, un recorrido subterráneo que de Hölderlin lleva a Lautreamont hace explotar la exigencia de transformar el arte del ejercicio de la contemplación en algo capaz de cambiar nuestro medio y a nosotros mismos. El medio, con Fourier, deja de ser un espacio neutro y se convierte en el lugar del deseo, realidad inseparable de los estados de ánimo y de las relaciones entre los hombres. Intervenir sobre un medio significa cambiarse profundamente a uno mismo. La separación cristiana y cartesiana entre la interioridad y la exterioridad es eliminada por la pasión por una nueva manera de estar juntos. Con la autoridad se derrumba la mentira de la propiedad privada que hace del individuo una realidad mutilada y raquítica a quien han arrebatado un mundo. Bakunin habla de la revolución de 1848 como “una fiesta sin principio ni fin”, llevando al campo de la acción insurreccional la crítica stirneriana del sacrificio; a los insurrectos de Dresde, el revolucionario ruso les aconseja poner los cuadros de los museos en las barricadas para desalentar el avance de las tropas, entendiendo magníficamente el sentido del rechazo del arte en tanto que esfera separada. Los ataques contra la propiedad, la destrucción de estatuas, la revuelta abierta contra el gobierno y la tentativa de cambiar la estructura de una ciudad como en la comuna de París, representan la acción histórica de esta teoría práctica. Y estamos tan sólo en 1871. De esa fecha nos separa más de un siglo de experiencias teóricas y prácticas en las que la liberación de los individuos se hizo apreciable en su concreción. La crítica de la mercancía y la acción de los anarquistas expropiadores, la idea malatestiana de la necesidad de insurrección y los soviets rusos, dadá y el movimiento consejista en Alemania e Italia, el primer surrealismo y la revolución española, la negación de la burocracia y la Comuna de Budapest, la crítica del urbanismo y la revuelta de Los Angeles, algunas contribuciones de la Internacional Situacionista y el Mayo francés, el rechazo del trabajo y las experiencias más extremas del 77 en Italia. Episodios incompletos en los que a menudo falta la consciencia teórica de su práctica que aspiran todavía a su realización. Pero, como siempre sucede, cuando las ideas no se hacen realidad, se pudren y van a parar al canasto del adversario. Así, toda la filosofía del siglo XX de Husserl, pasando por Heidegger, hasta hoy nos dice que el hombre es su propio mundo, que el sujeto de Descartes no existe, que comprender, interpretar y actuar son la misma cosa; en suma, todo lo que las barricadas nos habían enseñado ya hace tiempo. Pero, y aquí está el precio pagado, junto con el sujeto cartesiano los especialistas del pensamiento separado nos han arrebatado hasta el quién de todo discurso revolucionario, nos han vendido la existencia capitalista como la existencia tout court, han criticado la razón técnica para abandonarnos a un discurso poético purgado de toda peligrosidad. Del mismo modo, los poetas de los últimos setenta años se limitan a describir el exceso de vida con su poesía, la novela vive de sus propios fines y administra la explosión del yo, que Joyce ya había representado. Después de todo, “podemos hacerles pasar por el aro durante cien años más”. Se acumulan estudios sobre el pasado, se presta la máxima atención a los detalles historiográficos, se imitan las nuevas modas culturales, y cada vez se escapa más el sentido subversivo de un conocimiento inseparable del uso que se hace de él. Porque ésta es la clave: saber qué hacer con él. De otro modo, se continuará contraponiendo el individuo a los otros, a hablar de liberación sólo individual (sin darse cuenta de que ese sólo es grande como el universo), a separar los distintos aspectos de la dominación (la explotación del tiempo, el control del espacio, el condicionamiento psicológico, la miseria pasional) y por tanto, de la revuelta (el derrocamiento de la autoridad, la destrucción de la mercancía, la transformación consciente del medio, la afirmación de los deseos). Y entonces se puede ser individualista, anarquista social, comunista, ácrata, libertario o escéptico. A disposición de cada uno de nosotros hay un mundo entero. De definiciones y aburrimiento.

Massimo Passamani

No cesa

Camino tropezándome a cada paso;
pero me levanto, no cedo; que
andar es lo único que me mueve.
A veces siento tanta rabia que me dan
ganas de abrazarme a la muerte;
pero espero, no cedo; que la vida
es lo único que me queda.
Casi siempre digo lo que pienso;
y siento, creo; que tal vez pueda hacer
con todo ello un poema…
Un poema de rabia
que camina.
Un poema de vida que no cesa.
Un poema de amor
insurgente…
¿Y la meta?
¡Una verdad atravesada por
mil saetas: la existencia que no cesa!

Gabriel Pombo Da Silva

El caos es bello

El caos ha sido muy difamado y calumniado. Incluso la mayoría de los anarquistas rehúsan ser asociados con él. Se ha equiparado con el asesinato y la violencia. Sin embargo, debería ser obvio que ésta es propaganda falsa de las fuerzas del orden.

La historia de la imposición del orden es la historia del aumento de la guerra, el asesinato, la violación, la mutilación y la opresión.

Es el orden, y no el caos, el que destruye caprichosamente con tal de imponer su forma sobre todos los seres.

Solo aquellos que se atreven a ser avatares del caos pueden resistir contra el asesino gobierno del orden.

Pero si el caos no es asesinato y violencia, como nos habían contado, entonces ¿Qué es el caos? ¿Es un trastorno? No, para que haya un trastorno se requiere de un orden y el caos está más allá de todo orden. El desorden es orden perjudicando. El universo es naturalmente caótico. Cuando alguien intenta imponer el orden en cualquiera de sus formas, el orden entrará inevitablemente en conflicto con el caótico universo y comenzará a descomponerse. Es ésta descomposición del orden impuesto lo que es el desorden, lo que es el caos.

Sin ser molestado por el orden, el caos crea un equilibrio.  No es el equilibrio artificial de las balanzas y los pesos, pero sí el animado y siempre cambiante equilibrio de una salvaje y hermosa danza. Es maravilloso; es mágico. Está más allá de cualquier definición, y cualquier intento de describirlo solo, puede ser una metáfora que nunca se acercará a su verdadera belleza o energía erótica.

Nuestra libertad depende de aprender a formar parte de la erótica danza del caos. Para hacer esto, tenemos que estar en contacto con nuestros instintos animales, con nuestros deseos más profundos.

Tenemos que rechazar toda forma de autoridad, externa e interna, porque reprime nuestros instintos.

No debemos buscar ser dueños de nuestras vidas, sino buscar vivir de verdad, para acabar con toda la separación entre nosotros y nuestras vidas, pues nosotros somos nuestras vidas.

Al tomar la libertad y el placer para nosotros, ahora, nos convertimos en parte de la hermosa danza del caos. Nos involucramos en la mágica aventura de crear el paraíso en la tierra, ahora. La sangrienta historia del orden deja de ser la única realidad que conocemos y la belleza del caos comienza a mostrarse.

Feral Faun

Del panfleto “Discursos, ensayos y polémicas de Feral Faun”. Chaotic Endeavors, 1987